Invisible.

Capítulo 34

  "Invisible" 

Capítulo XXXIV: "Mereces a alguien que te saque sonrisas, no lágrimas."

El miércoles amanece lloviendo en Atlanta, los cristales de toda la casa están completamente empañados. Subo las mantas hasta por encima de mi cabeza manteniendo los ojos cerrados y mi cuerpo caliente dentro de la cama. 

Mamá golpea la puerta dos veces avisando que me apure porque ella va a llevarme al colegio.

Me siento al borde de la cama gritando por dentro porque no quiero ir al colegio. Apago el segundo aviso de la alarma que comienza a sacarme de las casillas y me pongo de pie para dirigirme al baño en busca de una ducha relajante antes de enfrentar la mitad de semana.

  —Justin, sécate el cabello. Vas a pescar una gripe.

Alzo los hombros para restarle importancia a la advertencia y comienzo a untar mis tostadas con mermelada de durazno.

Mamá me sirve café y le agradezco con una sonrisa. No me molesta en lo absoluto cuando mis amigos dicen que soy un niño mimado porque ciertamente ser hijo único y vivir solo con mamá, tiene sus ventajas. Desde que tengo memoria somos solo nosotros ya que cuando mis padres se separaron él se fue a vivir a Canadá y yo me quedé con mamá, lo que no quita que papá esté siempre presente a pesar de la distancia.

 —¿Cómo está Katherine? —Pregunta con una resplandeciente sonrisa.

  —Bien, muy bien.

La pregunta de mamá me recuerda que Katherine camina al colegio y justamente hoy está lloviendo así que me dirijo rápidamente a mi móvil para preguntarle si necesita un aventón, pero como siempre me manda directo a la casilla de mensajes. Cierro los ojos intentando respirar profundo, sus actitudes me sacan un poco de mi zona de confort. 

Las gotas no tardan en ensuciar el vidrio del coche oscuro de mamá cuando salimos del garaje. Obviamente ella no para de hablar durante todo el camino al colegio, pero yo me limito a intentar superar mi puntaje máximo en el "BrickBreaker".

  —Ya llegamos, por si quieres despegar los ojos de la pantalla —dice mamá un poco cabreada. Me inclino para besarle la mejilla—. Que tengas un buen día, mi amor.

  —Igualmente, ma. —Me bajo del auto y corro hasta la entrada para no empaparme.

En la puerta del edificio hay un gran cartón lleno de barro para que los estudiantes limpien sus zapatillas allí antes de entrar al pasillo, pero naturalmente la mayoría solo pasó por el cartón sin notar para qué sirve. El pasillo lleno de barro y agua hace que revolee los ojos mientras paso las zapatillas mojadas por el cartón intentando descargar el barro de las suelas de mis zapatillas. 

  —Hola, bro. —La mano de Chaz golpea mi espalda sin previo aviso.

  —Hola, Chaz —casi murmuro. 

—Quiero hablarte de algo, ¿tienes tiempo?

—Claro. —Me encojo de hombros—. Acompáñame a mi taquilla.

Asiente cuando se frota ambas manos denotando nerviosismo, su cabello revuelto y los ojos hinchados me indican que los días lluviosos son difíciles para salir de la cama. Lo miro dos veces antes de pensar que quizás cometió algún error y necesita de mi ayuda para cubrirla, es típico de él andar metiendo la pata y luego no saber cómo corregirlo.