Capítulo 14. Los calabozos

80 16 75
                                    



-Solo hay una cosa para la que hay tiempo. Espero que funcione- dijo Borina agachándose y cerrando sus ojos. Apoyó sus dos curtidas manos sobre el suelo mientras Terro y Valia mantenían sus espaldas pegadas a la pared.

-Sudnar teroa motush- susurró Borina sintiendo como una energía se proyectaba a través de las palmas de sus manos. En la distancia pudo oírse un gran ruido similar al producido por cristales rompiéndose.

-¿Qué ha sido eso? Preguntó una voz desconocida masculina que sonaba muy cerca a los tres muchachos.

-Puede que haya algún intruso- respondió otro hombre.-Tenemos que ver qué ha pasado.

El sonido de varios pasos alejándose confirmó que aquellos miembros del Consejo ya no estaban tan cerca. No obstante, eso aún no indicaba que Borina, Valia y Terro estuvieran a salvo. Era necesario abandonar aquel lugar cuanto antes fuera posible.

-Antes de irnos, haz el favor de mirar tras la puerta cerrada, Terro- indicó Valia todavía sobresaltada, con su corazón latiendo violentamente.

-Solo me llevará unos segundos- dijo Terro mientras repetía las mismas palabras que tantas veces había pronunciado en el interior de aquel edificio.

Una vez Terro hubo acabado con su ritual de susurros, y, tras confirmar que Klaudia tampoco se hallaba en aquella estancia, Borina hizo un comentario que alertó a los otros dos miembros del grupo.

-Como sospechaba, Klaudia debe de estar en los calabozos. Debemos darnos prisa porque la van a matar mañana.

-¡¿Cómo?!- exclamó Valia incrédula- ¿Cómo sabes eso?

-Después de oír lo que ha dicho aquel hombre tras la puerta cada vez lo tengo más claro. No es la primera vez que se refieren a nosotros como monstruos y el procedimiento siempre es el mismo: primero se alerta a la población para que acudan a la plaza y después se ejecuta una defunción pública.

-No hay tiempo que perder- añadió Terro tomando la delantera para acercarse a la esquina del corredor. Después asomó su cabeza para poder comprobar que aquella planta parecía totalmente despejada. –Vamos.

Al llegar a un punto cercano a las escaleras pudieron oír varias voces resonando en la planta inferior:

-No puede haber sido desde fuera. El ruido era muy fuerte- observó uno de los hombres alzando la voz.

-Pero ¿cómo pueden haber roto la cristalera así? No han arrojado nada, si no habría algo en el suelo y lo único que hay aquí son cristales- añadió otro hombre que seguramente señalaba varios pedazos irregulares de vidrio cortante.

-Ahora mismo lo mejor es que Dorio no se entere, aunque estoy seguro de ya ha oído el ruido- comentó otro hombre con una voz ligeramente aguda.

-La cristalera se puede romper de muchas formas pero pensar en cada una de las maneras no nos va a aportar nada. Lo más seguro es que algún intruso se haya colado y haya escapado. ¡Tenemos que encontrarlo! ¡Vamos!- vociferó la primera de las voces masculinas con gran ímpetu. A pesar de que aquellos hombres se encontraban en un mismo nivel jerárquico, uno de ellos había adoptado el papel de jefe del grupo.

Borina, Terro y Valia seguían esperando en el mismo punto en el que se habían detenido a escuchar conversaciones ajenas. Sus espaldas reposaban en una de las paredes ricamente decoradas con bellos motivos vegetales trazados de una forma exquisita.

-¿Por qué no se van ya? ¿A qué esperan?- preguntó Valia a sus dos amigos en baja voz.

-No tardarán mucho en irse, no seas impaciente- contestó Borina entornando sus ojos. En efecto había acertado, ya que apenas unos segundos después aquellos miembros del Consejo abandonaban su posición junto a la destrozada cristalera y se dirigían a la puerta de entrada.

Susurradores del Bosque #GoldenWingsAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora