—¡Tanto tiempo perdido en una simple tarea, niña! Está claro que nunca llegarás a ser como yo. Las cosas deben hacerse con cuidado y prisa al mismo tiempo, no olvides que el tiempo es oro. Acaba tus tareas y si sobran algunos minutos recibirás tu lección, pero si no terminas, no tendrás nada— vociferó Amella de una forma tajante.
La joven adolescente no contestó a la señora Kragen como muestra de respeto, se limitó a asentir lentamente tres veces y después comenzó a realizar sus tareas pendientes. Se sentía algo indispuesta pero no tenía alternativa a realizar sus obligaciones. Era eso o volver a su casa tremendamente cansada y con la mente vacía, sin nuevos contenidos.
De las tareas encargadas, la que más aborrecía era preparar aquel estofado mahfiano que la señora Kragen usaría para deleitar a sus invitados. Esta clase de recetas exigían gran ingenio para enmascarar sabores y olores, desorientando el gusto y el tacto de los comensales. La materia prima a utilizar no era de gran calidad. Sin embargo, debía parecer que aquella carne de vaca vieja tan dura para partir era mejor que la usada, las especias más exóticas y los hongos provenientes de un lugar más recóndito. Podía imaginarse la escena que tendría lugar durante la reunión: Amella, con una amplia sonrisa, expresaría con una exagerada historia lo mucho que le había costado preparar los manjares dispuestos sobre la mesa y se jactaría de dónde habían sido importados cada uno de los ingredientes.
Comenzó con el primero de los pasos, recoger varios troncos de la pila del interior del cobertizo con el que contaba el matrimonio Kragen en la finca que albergaba la casa. Estando estos trozos de madera húmedos conseguir hacer fuego iba a ser un proceso largo y tortuoso, por lo que debía esforzarse para no agotarse y completar su objetivo satisfactoriamente.
Usando dos piedras de sílice a modo de pedernal, la joven movió sus manos de forma enérgica sobre un montón de astillas secas que había conseguido extraer de la húmeda madera y que había apartado. El primer intento fue un fracaso, ¿serían los posteriores más producentes? Al parecer la mayoría de ellos no, ya que Valia perdió la cuenta del número de intentos que realizó. No obstante, en el último de ellos las chispas prendieron una pequeña llama muy brillante que se avivó a base de soplidos rítmicos. El humo plateado no tardó en llegar y el traspaso de la yesca ardiente a los troncos fue limpio y rápido.
Una vez el fuego hubo tomado un tamaño y tono adecuado, Valia depositó una cantidad de agua suficiente para cocinar en una gran olla negra. El mismo agua que ella misma había recogido el día anterior y había puesto en el depósito de madera de los Kragen era ahora usado para realizar el estofado, lo que significaba que probablemente debería volver a por más agua al día siguiente.
Preparó y cortó los ingredientes con esmero, de una forma mecánica, sin detenerse a pensar cuándo había sido la última vez que en su pequeña cabaña habían tomado alimentos parecidos a los que ella ahora cocinaba. Seguramente habían pasado ya varias semanas desde que habían tomado carne por última vez; los altos precios obligaban a comer otros alimentos más baratos de producir u obtener.
Mientras Valia esperaba a que la carne se cocinase lentamente, decidió salir para quitar las estalagmitas tan indecorosas para la familia Kragen. No lograba entender como había personas que se centraban en cosas tan poco relevantes como la decoración exterior. A sus dieciséis años para ella lo importante era la supervivencia día a día, la diferencia entre alimentarse y no enfermar o pasar hambre y resentirse.
Apenas pasó dos minutos en el exterior de la casa descansando, mirando al claro cielo y las pequeñas nubes deshilachadas que se deslizaban lentamente por el cielo. Sabía que no tenía todo el tiempo que hubiera querido, así que pronto empezó a golpear las estalagmitas con una herramienta afilada, una especie de vara terminada en un garfio metálico. Después, buscó un lugar para deshacerse de aquellos helados conos y, sacándolos uno a uno envueltos en una tela consiguió depositarlo en una zona alejada de la casa, al otro lado del camino que la bordeaba. Tenía claro que con aquellas temperaturas las estalagmitas arrancadas permanecerían en aquel lugar días o incluso semanas, pero ella ya había cumplido con lo encomendado.
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Susurradores del Bosque #GoldenWingsAwards
خيال (فانتازيا)La vida de Valia corre peligro. Es una susurradora y como tal debe ser perseguida y eliminada por El Consejo. Kans y Darla, los padres de la muchacha de 16 años, le piden que huya al bosque; el mismo del que se oyen extrañas historias y en el qu...