—¡No me puedo creer que falte tan poco! ¡Es casi un sueño! —exclamó Valia emocionada. El viaje se le había hecho eterno, mucho más que cualquiera de los acontecimientos que habían sucedido a lo largo de su vida. La supervivencia en un terreno montañoso, notando cómo podían ser atacados en cualquier momento, había acabado por agotarla.
Una vez hubieron abandonado la pradera de Fighen, los ánimos de todos, excepto Klaudia, parecieron mejorar. Borina y Terro bromeaban usando un tono relajado, dando por hecho que se habían salvado y habían conseguido cumplir la misión de rescate que ellos mismos se habían encomendado en cuanto se enteraron de la desaparición de Klaudia.
—Esta va a ser nuestra última pausa antes de cruzar a la zona cubierta de árboles, ¿no os parece increíble todo lo que hemos logrado? —comentó Terro con una amplia sonrisa.
—Todo ha sido increíble, pero yo no hubiera podido rescatar a Klaudia sola, sin vosotros... —indicó Valia.
—No digas esas cosas, tú has hecho mucho más de lo que crees... —contestó Terro antes de ser interrumpido por Borina.
—Valia —comenzó a decir mirándola a los ojos—. Cualquiera en tu situación no habría sido capaz de hacer lo que tú has hecho. Aunque me cueste admitirlo te mereces ser una susurradora en condiciones. Por eso... voy a pedirle a mi madre que te entrene, por mucho que me cueste hablar con ella me debe varios favores. Uno lo saldará contigo, y el otro tratando a Klaudia.
—No sé cómo darte las gracias, Borina —dijo Valia— aunque quizás ya lo he hecho. Cuando estemos más tranquilas tengo que hablar un día contigo.
—No hace falta que digas nada, sé por Terro que me has salvado la vida. No sé cómo, ni cuando, pero siento que estoy en deuda contigo. Incluso mi sángrelo nota. Por eso, a partir de ahora prometo protegerte siempre que pueda.
—¡Oh, Borina! —exclamó Valia con los ojos humedecidos, a punto de echarse a llorar.
—No te pongas sentimental, ya hemos descansado suficiente y es hora de regresar. Volvemos a casa.
—El descanso ha sido muy corto, pero no hay quien te contradiga —comentó Terro desperezando una de sus piernas, la misma por la que no había circulado apenas la sangre debido a la extraña forma que había tenido de sentarse contra la fría hierba.
—Esta vez seré yo quien os guíe hacia La Aldea, veréis como no me pierdo —aclaró Valia— entrelazando su brazo derecho con el izquierdo de Klaudia. Continuaba con los ojos llorosos, pero esta vez sus emociones eran tan diferentes a cuando había visto su cabaña hecha cenizas... Se sentía feliz y arropada, por primera vez en mucho tiempo.
El círculo de altos árboles sombríos pronto se hizo visible y Valia trató de divisar algún zafial o cornicabra presente. Como aún no había anochecido buscó un atisbo de frutos rojos y finalmente lo encontró. El grupo no estaba en una zona por la que ella había accedido al interior de La Aldea anteriormente, pero la forma de traspasar la barrera invisible era muy similar, por lo que no se perdió, tal y como había prometido.
—Tengo que hablar con Marla para que vea a Klaudia antes que nada —comentó Valia, mirando a la aludida con ternura—. Es un poco tarde para que toda La Aldea se entere de nuestro regreso, estarán descansando y será mejor que nos veamos mañana.
—Marla... —musitó Borina entre dientes mientras Valia los contornos de Valia y Klaudia se alejaban.
—¿Has dicho algo? —preguntó Terro.
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Susurradores del Bosque #GoldenWingsAwards
FantasyLa vida de Valia corre peligro. Es una susurradora y como tal debe ser perseguida y eliminada por El Consejo. Kans y Darla, los padres de la muchacha de 16 años, le piden que huya al bosque; el mismo del que se oyen extrañas historias y en el qu...