Una fuerte voz, bastante ronca, despertó a Valia a través de múltiples gritos.
—¡Despierta!, ¡No seas perezosa y ponte en pie ya, que es hora de comenzar con los susurros!
—¿Marla? —preguntó Valia ligeramente desorientada.
—¿Quién si no? —respondió la cuidadora alejándose, dejando el eco de varios de sus huesos crujiendo con su marcha.
Valia pensó que lo mejor era darse prisa, aunque después del baño del día anterior su cabello estaba tan enredado como un puñado de serpientes retorcidas bajo tierra. Por tanto, decidió acercarse a su zurrón para extraer el peine tallado en hueso de vaca que tantos recuerdos le traía de Kans y rápidamente lo pasó por su cabello una veintena de veces de forma muy enérgica.
El desayuno ya se encontraba en la sala de alimentación, un poco de leche fría de una consistencia tan gruesa que al deslizarse por la garganta se sentía pesada, como un alud de rocas que termina cayendo en un riachuelo. También había varias rebanadas de un pan duro y oscuro perfecto para degustar con mantequilla y un puñado de bayas rojizas con un sabor agrio.
—Hoy tenemos prisa, vamos —comentaba Marla. Se mostraba muy enérgica y con un ritmo mucho más rápido de su calma habitual.
—Voy —respondió Valia un poco molesta. No le entusiasmaba la idea de comenzar el día de una forma tan apresurada; prefería que su entrenamiento se desarrollase con calma y sosiego.
Una vez Marla y Valia dejaron atrás el interior de la cabaña, pudieron notar la brisa sobre sus pieles y se dirigieron a un punto muy próximo a la única laguna presente en la superficie de La Aldea.
—Concéntrate —ordenó Marla. Quería que Valia pronunciase en voz alta las palabras que le había suministrado.
Valia se preguntaba si Marla se habría recuperado finalmente de su estado emocional, aunque parecía tan segura de sí misma y utilizaba un tono tan estricto, que algo le hacía pensar que sí.
—De acuerdo —contestó Valia dispuesta a comenzar a vocalizar los susurros—. Ahí va, ¡Sutna lorda urat!
—¿Se puede saber qué has dicho?, ¡No puedo creer que viniendo de dónde has venido solo seas capaz de hacer eso!, ¡Todavía te queda trabajo que hacer!
Valia se sintió muy incómoda ante lo que le indicaba Marla. El día anterior solo le había encargado que lo leyese como ella creía que debía pronunciarse, ¿acaso podía obrar un milagro?
—¡No puedo hacerlo mejor, Marla!, ¿Cómo pretendes que aprenda si todos me decís una y otra vez que me vais a ayudar pero nadie lo hace de verdad? —preguntó Valia enfurecida. Era la primera vez que contestaba de aquella forma a la cuidadora, pero estaba disgustada por los secretos y tareas que creía cada vez con menor sentido.
Los ojos de Marla brillaron intensamente durante un instante mientras ella apretaba sus puños.
—Tienes razón— dijo la cuidadora apretando la mandíbula para después relajarla—. Quizás hemos pecado todos de lo mismo de hacer promesas y no cumplirás...disculpa. En fin, repite lo que yo digo hasta que lo hagas bien, ¿de acuerdo?
Valia no se esperaba una disculpa por parte de Marla, aunque la aceptó para comenzar a imitar como un ave lira desértica los sonidos emitidos por su instructora.
—Abre más la boca, pon la lengua contra los dientes inferiores, posa la mano en tu cuello para sentir las vibraciones... —Esas y muchas otras fueron las instrucciones repetidas durante largo tiempo por Marla.
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Susurradores del Bosque #GoldenWingsAwards
FantasyLa vida de Valia corre peligro. Es una susurradora y como tal debe ser perseguida y eliminada por El Consejo. Kans y Darla, los padres de la muchacha de 16 años, le piden que huya al bosque; el mismo del que se oyen extrañas historias y en el qu...