—¡Tenéis que mirar los dos pies bien, atontados! —explicó uno de los guardias al resto. Las cabezas del resto se giraron hacia él.
—Yo ya he mirado los dos y aquí no hay nada —afirmó otro de los guardias.
—Yo solo estaba mirando uno, pensaba que los lunares salen en los dos pies, no solo en uno —contestó otro hombre de armadura descalzando el pie derecho de un hombre orondo con barba.
Mientras los guardias repetían las instrucciones dadas por El Consejo para mantener la seguridad en la ciudad, Valia, Borina y Terro aprovecharon para adentrarse entre la gente. Ya habían avanzado lo suficiente como para que nadie se hubiese percatado de que eran los mismos que acababan de entrar por el portón. Estaban a salvo.
—Ya está. ¿Veis cómo era una buena idea? ¡De vez en cuando ponen a guardias realmente estúpidos! —dijo Borina triunfante. Se sentía orgullosa de su épica hazaña.
—Tenías razón —replicó Terro—. Al final pensaba que no nos íbamos a librar.
—Yo no puedo con esta tensión. Tenemos que buscar a Klaudia ya e irnos cuanto antes, por favor —indicó Valia todavía llena de nervios.
—Bueno, la verdad es que creo que Klaudia está por aquí... pero nunca he dicho que estoy segura —afirmó Borina rascándose la nariz.
—Entonces, después de todo ¿puede que no esté? —preguntó Valia con cara de espanto, haciendo una fea mueca.
—¿Tú que crees? —contestó Borina de forma seca— Yo no podía saber dónde estaba. La única que podía haberla encontrado era Marla y no quiso hacerlo.
—¿Cómo que no quiso? —inquirió Valia con la cara aún más desencajada.
—Es la única de La Aldea que sabe cómo susurrar para ver aquello que sucede en el mundo, pero esta vez no ha querido ayudar. Me dijo que no quería que nadie más estuviera en peligro y que lo más importante era nuestra comunidad. Así que para ella fue fácil dejar de lado a Klaudia.
—Pero eso es horrible, Borina. No puedo creer que Marla sea así.
—Lo importante para ella es el todo, no cada una de las partes. No lo olvides —sentenció Borina con cierta frialdad.
Valia no daba crédito a lo que acababa de oír. Marla, aquella mujer que la había recogido en su casa y que había sido tan hospitalaria podía ser un monstruo, aunque era cierto que ya se le había pasado por la cabeza que no fuera tan pura, ya que no había ido tras Klaudia. No obstante, no tratar de localizar su paradero era algo incluso peor porque había dejado que tres muchachos fueran en su busca sin pista alguna.
—No hablemos más de Marla. Vamos a centrarnos en lo más importante —interrumpió Terro con su rostro totalmente inexpresivo—. Está claro que no la vamos a encontrar en el mercado, ¿tienes alguna idea de dónde podemos buscar Borina? Tú conoces bien Sirla.
—Veamos... hay tres sitios llenos de posibilidades, aunque debemos darnos prisa para encontrarla. Tengo la sensación de que puede estar en los calabozos, en la biblioteca o en la plaza del este. Lo mejor será empezar por la plaza, será lo más rápido.
—Venga, vamos —ordenó Terro con cierta prisa.
Valia seguía pensando en Marla mientras se encaminaban hacia la plaza dejando atrás varias docenas de mercaderes que vociferaban precios y productos varios: «¡Carne de kabús de primera calidad a dos veredines la pieza!», «¡Hierbas curativas frescas, recién recogidas!» o «¡Afilamos cuchillos por solo quince frohukas la unidad!» eran algunas de las consignas que podían oírse una y otra vez. La selección de productos no era demasiado extensa, ya que había cierto control acerca de qué productos eran adecuados o no para la venta.
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Susurradores del Bosque #GoldenWingsAwards
FantasiLa vida de Valia corre peligro. Es una susurradora y como tal debe ser perseguida y eliminada por El Consejo. Kans y Darla, los padres de la muchacha de 16 años, le piden que huya al bosque; el mismo del que se oyen extrañas historias y en el qu...