Hablando con Blaine

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- Cómo que ustedes lo sabían?- les grité a mis padres y al desgraciado de mi primo.

- No te lo quisimos decir porque sabíamos que ibas a gritar y todo eso…- se excusó mi primo.

- Y cómo se supone que voy a hablar?- dije haciéndome la tonta.

- Hablas inglés desde que naciste, no creo que te resulte muy complicado- mi primo era la persona a la que más odiaba.

- Ok, y qué si no quiero?- mi madre me miró divertida.

- Cariño, esta vez no tienes opción. En el colegio te espera el hijo de unos amigos, no te preocupes- mi madre era la segunda persona en mi lista.

- Tenemos que ir a comprar tus cosas para el colegio, vamos al traslador, que nos dejará en el Callejón Diagon. Compramos tus cosas y tú te quedarás en un hotel con Blaine- dijo mirándome y señalando a mi primo (o sea Blaine).

- Y ellos irán a comprar una casa cerca de la de sus amigos- me dijo Blaine.

Siguieron hablando sobre cosas que no me importaban en absoluto. Tomamos el traslador y llegamos al Callejón, pero ellos seguían hablando. Blaine estaba encantado de que fuera al colegio que fueron sus padres, mis difuntos tíos. Nunca nadie me explicó por qué murieron mis tíos, o por qué de pequeña sólo podía jugar con Blaine y otro niño del que no recuerdo su nombre. Recuerdo sus ojos, grises, eran un hermoso mar gris, que resaltaba perfectamente en su tez pálida y su cabello tan claro. 

- Eh, Bry- ese era el apodo que uso desde mis 5 años, nunca me gustó Briar-, qué te parece?

- Qué me parece qué, Blaine?- cuando me dirigía por su nombre él sabía que yo estaba enfadada. Que actuaría fría por un rato y luego tal vez se me pasaría.

- Bry, linda- intentaba ganarse mi confianza, no se lo dejaría fácil-, no te enojes… esto tal vez resulte bueno. Mira si encuentras a alguien que te ame- lo miré enarcando una ceja-, cierto que eres inflechable. Eres de piedra y todo eso.

- Dilo- mi voz sonó fría, suelo dar miedo cuando la uso. Pero a Blaine siempre le resulto prácticamente indiferente.

- Ok, es mejor que le encuentres un lado positivo. Esto no se cambia con uno de tus caprichos, esto es serio…

- Serio? A qué te refieres?- no entendía nada. En ese momento mi madre salió de una tienda cargando mi uniforme, mi padre venía más atrás con un hombre que me resultó familiar.

 

La Heredera de SalazarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora