Atrapado

694 75 54
                                    

Desperté con Mia a mi lado, sintiéndome algo exhausto. Había estado soñando cosas extrañas y estoy seguro de que me moví lo suficiente como para incomodar a quien me acompañaba. Suspiré un poco, moviéndome de mi lugar, intentando quitar las toallas húmedas, que ahora estaban secas, de mi cuerpo.

- ¿Cómo amaneciste? - Sonreí de medio lado, mirando a Mia, dejando un beso en su frente.

- Estoy algo cansado, pero estoy bien, gracias a ti. - Ella negó con una sonrisa, levantándose con rapidez de mi lado. - Te ves hermosa recién levantada. - Su risa suave hizo eco en mi cerebro, haciéndome sonreír por inercia.

- Cierra la boca, Colby. Iré a alistarme. Te veo abajo. - Salió de mi habitación con rapidez, cerrando la puerta a su paso.

No pasaron ni cinco segundos cuando escuché que abrían la puerta, viendo a mi madre entrar con una bandeja entre sus manos y una pequeña sonrisa.

- Buenos días, cielo. - Sonreí e intenté acomodarme en la cama, quitando las toallas de mi lado.

- Buenos días, mamá. - Colocó la bandeja en mis piernas, sentándose frente a mí.

- ¿Cómo te sientes? ¿Quieres quedarte en casa? - Fruncí mi ceño, mirándola como diciendo "¿en serio?", ella rió, asintiendo ante mi mirada. - Colby, ten mucho cuidado. Cualquier cosa, avísanos.

Asentí y comencé a comer lo que mi madre había traído, todo bajo su supervisión. Después de terminar, le entregué la bandeja, levantándome de la cama, dirigiéndome al baño para darme una buena ducha.

Al mirarme al espejo, pude ver que mis ojos tenían un leve rastro de rojo con negro en ellos y, debajo de estos, unas manchas negras hacían formación sin permiso. Bufé algo frustrado, metiéndome a la ducha.

Después de unos quince minutos bajo el agua, decidí que era hora de salir. Me cubrí con una toalla y me coloqué frente al espejo, observando aquella marca. Todavía no desaparecía, pero al menos sus colores ya no impresionaban como antes.

Sentí un pequeño cosquilleo en ella, que me producían unas ganas de arrancarme ese pedazo de carne y piel para dejar de sentir aquel hormigueo tan extraño y estúpido.

Al salir a mi habitación, busqué mi ropa con rapidez, alistándome en tiempo récord por igual. Decidí llevar mi chaqueta de cuero negra en mi mano y bajé las escaleras, esperando por el resto.

Estaba apoyado sobre el capó de mi auto cuando los escuché salir. Los miré con una sonrisa al verlos reír y disfrutar de lo que comían, hasta que casi me atoro con mi propia saliva al posar mis ojos sobre Mia.

Venía con una falda rosa un poco más arriba de sus rodillas, dejando lucir un poco sus bellas piernas, una blusa blanca y su chaqueta de cuero; sus zapatos eran unas zapatillas blancas que complementaban todo aquello. Ella se dio cuenta de mi mirada, sonriendo, haciéndose a un lado.

- Vamos, Col. Llegaremos tarde. - Asentí sin dejar de mirar a Mia.

Me obligué a detenerme para subir al auto con rapidez, encendiéndolo y emprendiendo el viaje hacia el instituto. En todo el camino estuve callado, no prestando atención a las conversaciones que ellos tenían.

Mis emociones se sentían como remolinos encendidos, haciéndome sentir algo imbécil. Quizás Mia las sienta; quizás no. Ella me vuelve idiota pero no puedo reconocerlo a pulmón entero.

Al llegar al instituto, todos bajaron del auto con rapidez mientras yo me tomaba mi tiempo.

Me sentía algo distraído. Ni siquiera prestaba atención a lo que me hablaban y sabía que Brandon no decía nada porque me conoce muy bien.

Verdades Ocultas (COMPLETA Y CORREGIDA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora