Encuentros.

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Me encuentro corriendo por las calles oscuras y algo solitarias, buscando mi nuevo destino. Sé dónde viven. Les daré una pequeña lección.

Al llegar al edificio, detengo mis pasos a unos escasos metros del lugar, ingresando al lobby, siendo recibido por el recepcionista, quien me mira con confusión y algo de miedo. Mi rostro debe ser toda una obra de arte.

- Buenas noches, señor. ¿En qué puedo ayudarle? - Sonrío macabramente, viéndolo estremecerse ante mi presencia.

- Busco a Caulky, Albert Caulky. Dígale que un amigo lo está buscando. - Él asiente, levanta el auricular y llama al apartamento.

Escucho la conversación sin problema, apreciando, también, la duda en la voz de Albert. Se pregunta quién rayos está buscándolo a esta hora y para qué; el recepcionista no puede decirle mucho ya que, yo, no le dí mucha información tampoco. Albert acepta y el tipo me hace seguir con algo de desconfianza, dándome indicaciones de cómo llegar.

Subo al ascensor y me dirijo al décimo piso que es donde ellos se encuentran. Primero el imbécil de Tobías se atreve a jugar con los sentimientos de mi hermana y, ahora, este imbécil se quiere meter, nuevamente, con mi novia. La ira me está consumiendo con lentitud.

Al llegar a mi destino, bajo del ascensor y me dirijo a la habitación de Albert, encontrándola sin problema. Doy dos toques a la puerta, escuchando el corazón de Albert acercarse a la puerta. Al abrirla, su asombro es tal que su corazón se detiene por unos cuantos segundos, arrancando nuevamente con fuerza y algo de locura. Intenta cerrarme la puerta en la cara, pero se lo impido, entrando al apartamento sin permiso, cerrando la puerta a mi paso y con fuerza.

- ¿Qué haces aquí, Stevenson? - Lo miro con interrogación, recordando que él no estudia conmigo sino con Mia.

- Mi apellido es Brighton y estoy aquí por Mia. - El frunce su ceño sin entender de a mucho.

- ¿Mia? ¿Qué sucede con ella? - Puedo darme cuenta que Albert se encuentra solo en estos momentos.

Me adentro al lugar, observando lo que tienen: el apartamento no es demasiado lujoso, pero tampoco es muy común; están bien acomodados, teniendo buenas distribuciones por todo el lugar. Me siento en uno de los sofás sencillos que tienen, mirando a Albert con seriedad; él imita mis movimientos, sentándose frente a mí, cruzándose de brazos con estrés.

- ¿Qué es lo que quieres de Mia? ¿Por qué estás buscándola de nuevo? - Él traga en seco y mira a otros lados, mostrando su nerviosismo. - Habla, Albert.

Me mira en silencio, pasando sus manos por su cabello negro, mostrando la ansiedad que mi presencia le produce. Levanto una de mis cejas, esperando por lo que dirá; su boca se abre y se cierra, sin que de ella brote palabra alguna.

- ¿Y bien? - Él asiente varias veces y pasa, repetidamente, sus manos por su rostro.

- Supongo que, tal vez... - da un largo suspiro, enderezándose en su lugar - no he perdido la esperanza con ella. - Sonrío irónicamente, mirándolo con incredulidad.

- ¿No has perdido la esperanza? ¿Esperanza de qué, Albert? Mia está conmigo. ¿Por qué simplemente no la superas? - Él niega, levantándose de su asiento, caminando con algo de desespero por aquella sala.

- Ella me lo prometió. - Frunzo mi ceño al escuchar su susurro y es cuando decido indagar en su mente.

Sus recuerdos no muestran a alguien como tal, pero logro escuchar a una mujer hablar por teléfono con él y prometerle una vida mucho mejor, incluyendo a Mia, si ellos se unen a ella y sus planes. Tenso mi mandíbula, levantándome del asiento, acercándome a él con lentitud; me mira con terror vivo.

Verdades Ocultas (COMPLETA Y CORREGIDA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora