Infeliz

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La veo acercarse a paso lento hasta las rejas destruidas, mirándome con una sonrisa socarrona. Sus ojos no se despegan de mí, así como los míos no se despegan de ella. Es una guerra de miradas y alguno de los dos perderá.

- Hola, querido. - Su voz sale en un tono bastante seductor y sé que lo hace sólo para provocarme, para que decida acabarla. - ¿Cómo se encuentra tu querida familia? - Revelo mis colmillos, gruñendo un poco.

- No es de tu incumbencia. ¿Qué haces aquí? - Ella ríe, negando en silencio.

- Vengo por lo que es mío. - Sus ojos se desvían unos segundos y, al mirarme de nuevo, me señala con su dedo índice. - Tú, mi amor.

La ira embriaga mi ser, pero también puedo sentir la indecisión. Mi mente sabe lo que debe hacer, pero mi cuerpo no responde como quiero; ¿qué está sucediendo? Ella sonríe con triunfo.

- ¿Creíste que podrías acabar conmigo? - Niega con su dedo, decepcionada. - Me perteneces, Colby. Tienes mi marca en tu pecho. Eso te hace obediente a mí.

Su sonrisa me descoloca unos segundos, donde los nervios hacen maravillas en mi cuerpo. El latir de mi corazón comienza a ser acelerado y puedo sentir la ansiedad recorriendo a través de mis venas. Mi cuerpo se siente como si estuviese dentro de un sauna, y aunque paso una mano por mi frente, esta está totalmente seca.

- Él no está solo. - Siento que toman mi mano y miro a la causante, respirando la calma que su cuerpo trae al mío. - Será mejor que te marches.

¡No! ¡Que no lo haga! ¡Esta es nuestra oportunidad de acabarla, de vencerla!

Mia me mira, negando en silencio, dándome un suave apretón. Asiento levemente y respiro con más calma.

- Ya escuchaste, Amelie. - Mi padre aparece frente a nosotros, interponiéndose entre ella y yo. - Hora de irse.

- Nos veremos muy pronto, querido. - Su sonrisa me dice que algo se trae entre manos y cuando quiero leer su mente, ella desaparece.

Respiro con algo de dificultad, sintiendo las manos de mi padre en mis hombros, haciendo que lo mire.

- ¿Qué sucedió? - Negué sin saber qué decir.

- Fue extraño, papá. Fue como si... - Analizo aquello, intentando hallar lógica. - Como si no pudiese hacerle nada, por más que quisiera. - Cerré mis ojos con frustración. - Esto está tomando fuerza y tengo miedo que ustedes estén en mi camino cuando pierda el control.

- No lo perderás, Col. - Miro a mi padre mientras yo contradigo sus palabras, pero él niega. - Tú puedes hacerlo, hijo. Confío en ti.

- Pero yo no confío en mí, papá. ¡¡Mira lo que acaba de suceder!! ¿¡Crees que no quise abalanzarme sobre ella y acabarla!? ¿¡Sabes lo que es sentir que tu cuerpo no te obedece!? - Bufo con frustración. - Necesito estar solo.

Me separo de ellos, soltándome del agarre de Mia, quien me sostenía la mano con fuerza. Echo a correr hacia el bosque, intentando hallar algún lugar donde pueda pensar con claridad. No quiero ir al acantilado porque sé que me hallarán, así que oculto mi aroma y me dirijo a otro lugar.

Cuando me detengo en seco, el prado en el que me encuentro es parecido al que vi cuando me encontré con ella. Camino con cautela por el lugar, atravesando los árboles que se interponen en mi camino, llegando a otro acantilado. Y aunque este no se ve igual de hermoso al que vi en aquel sueño o visión, sigue siendo algo bello de admirar.

Aquí no hay banca donde sentarme, así que me acerco a la punta, colgando mis piernas por el borde.

Cierro mis párpados, en un intento por verla, por aclarar algo de lo que sucede, pero todo lo que recibo es silencio y quietud. Suspiro con frustración, abriendo mis ojos, mirando el paisaje.

Verdades Ocultas (COMPLETA Y CORREGIDA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora