Adelante

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Después de una hora de estar esperando con impaciencia, Carlo llegó a la casa, totalmente decaído, reflejando el dolor que sentía en su corazón. Leonardo le pidió que lo acompañara un momento y él aceptó con cierta inseguridad.

Unos cinco minutos pasaron, cuando los veo entrar a la habitación nuevamente y Leo se acerca a Faith, inyectándole sangre en su pecho. Comienzo a ver el resultado en menos de cinco segundos. Sonrío satisfecho y con más tranquilidad.

- ¿Qué sucedió? - Miro a Carlo que se sienta al otro lado de mi hermana, observándome en silencio.

- Casi la mato y no me preguntes cómo o por qué. Esto está saliéndose de control. - Él negó, despeinando un poco mi cabello. Sonreí.

- No lo hubieras hecho ni porque quisieras, Col. Te conozco. No importa la maldad que exista, tú siempre peleas por lo bueno. - Sonreí con gratitud. - Tu madre me contó lo que hiciste. - Levanté una de mis cejas, asintiendo levemente.

- Alguien debía hacerlo. Sé que ella te adora, Carlo; como tú a ella. Te alejaste de ella, intentando hacerla feliz, queriendo dejarla vivir su vida, pero no viste el daño que le causó. No me interesa tu pasado, tampoco quiero saberlo, pero... - miré a Faith - me importa ella y a quien tenga a su lado. Tú eres bueno para ella; no dejes que el miedo te espante. Vive el amor con fuerza.

- Gracias, Col. - Negué con una sonrisa, mirándolo. - Me costará hacer que tu padre lo acepte.

- No te preocupes por él. De eso me encargo yo. - Él rió sin mucha fuerza, negando en silencio.

- Es algo mío, Col. Sé que tu padre desconfía de mí por todo lo que hice en mi pasado y quiero demostrarle que puede confiar en mí y contar conmigo; no los abandonaré. - Sonreí.

- Si lo haces, te encontraré y te asesinaré yo mismo. - Él rió con suavidad, dándome la razón.

- ¿Col? - Miré a mi hermana, asombrado al escuchar su voz y sonreí con ternura.

- ¿Estás bien? ¿Te duele algo? - Ella negó en silencio mientras su mirada pasaba a la de Carlo, dejando a sus ojos inundarse. - Los dejaré solos para que hablen.

Me levanté del suelo, dejando un pequeño beso en la frente de mi hermana y les dí la espalda, escuchando el quejido de mi hermana.

- Te fuiste. - Su voz estaba rota.

- Lo siento, vida mía. Tuve que hacerlo. - Escuché el sonido de un beso y los miré. Él besaba su frente con ternura, acariciando su mejilla derecha con tanta gentileza como podía. - Prometo no irme de tu lado jamás.

- ¿Lo prometes de verdad? - Él asintió.

- Lo prometo. - Sonreí al ver que le daba un pequeño pero tierno beso en sus labios.

Salí de ahí, dándoles privacidad. Me dirigí a la oficina de Rick, siguiendo el aroma de mi padre. Al entrar a la oficina, él estaba sentado en la silla de Rick, mirando hacia afuera.

- Supongo que te debo una disculpa. - Me acerqué a su lado, cruzándome de brazos y negué.

- No me la debes a mí. Quizás te falló en el pasado, papá, pero puedo ver lo mucho que intenta mejorar cada día. - Él suspiró y yo lo miré. Asintió una sola vez.

- Lo sé. Lo he visto. Sólo... - suspiró - tengo miedo, hijo. Casi pierdo a tu madre dos veces. Te perdí a ti. No quiero perder a mi princesa. - Sonreí.

- No la perderás, papá. Sólo debes aprender a compartirla; y él no es malo. Dale una oportunidad. - Me miró, echando su espalda hacia atrás, sonriendo.

- ¿Quién diría que te has vuelto tan buen consejero? Heredado de tu madre, por supuesto. - Sonreí, pero la seriedad me invadió enseguida, dejando mi vista en la ventana.

Verdades Ocultas (COMPLETA Y CORREGIDA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora