Intenciones

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Vi al imbécil de Doley levantarse del asiento, ir a pagar la cuenta e ir al baño también; sonreí con cierta malicia, levantándome de mi lugar acercándome a la mesa de ellos.

Ella, al verme, tensó su cuerpo notoriamente mientras, su rostro, se desfiguraba, mostrando la molestia que sentía por mi presencia.

- ¿Qué haces tan solita? - Ella dejó en blanco sus ojos, bufando en silencio. Me molestaba su indiferencia. No me había sucedido jamás algo como esto.

- No estoy sola, idiota. - Apreté mi mandíbula al escucharla llamarme así. - ¿Qué rayos haces aquí? ¿Nos estás siguiendo?

Me acerqué a ella, intentando hacerla sentir cohibida, pero ni se inmutó ante mi presencia o cercanía.

- No vuelvas a llamarme así. - Colocó una de sus manos sobre mi pecho y la miré, devolviendo mi mirada a sus ojos verdes.

- Te llamo como se me dé la gana. - Se movió, intentando levantarse pero la detuve. - ¿Podrías hacerte a un lado? Tu cuerpo me estorba la zona de salida.

Me sentía con la ira a punto de estallar y ella ni se inmutaba conmigo. Respiré varias veces, intentando aplacar el enojo, no queriendo causar desastres.

- ¿No te han enseñado a tener modales? - Ella rió un poco, mirándome desafiante; la miré con seriedad.

- ¿A ti no te enseñaron a no acosar a las personas? - Se levantó con agilidad del asiento, pero mi mano en su cintura la detuvo. La sentí estremecerse levemente.

- ¿Te quieres hacer la difícil conmigo? Porque no creo que puedas lograrlo. - La vi tensar su mandíbula y mirarme con enojo.

Conocía las intenciones que pasaban por su mente, pero fui rápido. Detuve su mano antes de que se estrellara en mi mejilla y la acerqué a mí; algunos nos miraban en silencio mientras otros ni se percataban de lo que sucedía con nosotros.

La pelinegra que venía conmigo, se aguantaba la escena de celos porque sólo la uso para sexo sin compromiso y ella lo sabe de sobra. Ni siquiera recuerdo su maldito nombre. Y tampoco es que me interese.

Fijo mis ojos en los de la pelirroja y sonrío triunfante al ver que he logrado algo con su actitud. No me costará hacerla caer, de eso estoy seguro.

- Suéltame antes de que te arrepientas. - Reí un poco, negando con burla.

- ¿Qué puedes hacer tú ante alguien como yo? - Ella rodó sus ojos, levantando una de sus cejas; lo siguiente que sentí, fue un dolor entre mis piernas, justo donde se encuentra toda mi herencia.

Caí al suelo, resistiendo todo el dolor que podía mientras la veía sonreír con satisfacción, dándome cuenta de cómo la gente me miraba con sorpresa mientras otros reían en silencio. Vi a Doley acercarse a nosotros, mirándome con algo de asombro y un poco de dolor, sonriendo levemente.

- ¿No pudiste aguantarte? - Ella negó y él asintió, abrazándola con suavidad, dejando un beso en su frente. Mi ira volvía, haciéndome levantar del suelo. - Detente, Stevenson. No quieres problemas y nosotros menos.

Miré a Doley con contención y asentí sin mucho ánimo. Él la miró, diciéndole que era hora de marcharse; salieron en silencio, subiéndose a su camioneta.

Iré tras ellos.

Sentí que tomaban mi brazo con cierta ansiedad, mirando a la pelinegra sin emoción alguna.

- ¿A dónde vas, Col? ¿Me dejarás aquí sola? - Negué, sonriendo un poco. Después de todo, sólo la traje para mi "dosis" diaria.

- Vamos a un lugar más... - le di una mirada traviesa - tranquilo. - Ella mordió su labio con sensualidad y asintió.

Verdades Ocultas (COMPLETA Y CORREGIDA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora