Me, Myself and I

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Narra Mica

Me desperté con un dolor de cuello insoportable. Me moví lentamente viendo como me había dormido la noche anterior. Estaba sentada en la camilla, recargada en los almohadones junto con Rama, no sé como no nos habíamos caído con lo pequeña que era. Me moví lenta y perezosamente para poder estirar mis músculos los cuales estaba doloridos por la mala postura.

-Buenos días.-Escuché la voz ronca de Ramiro.

-Buenos días.-Le sonreí. Aunque él trató de devolverme el gesto, sus ojos reflejaban un notable dolor, y por la frente unas gotitas de sudor bajaban por su rostro.

-¿Has dormido bien?.-Preguntó con su mejor cara.

-Mejor que tu parece.-Dije posando mi mano en su frente.-Estás ardiendo.-Hice una mueca de preocupación.

-No lo sé, no me siento bien.-Atinó a decir. Toqué el botón de emergencia que había en la camilla para que los médicos vinieran. Estos tardaron unos cinco minutos en aparecer, menos mal que no era algo tan grave, incompetentes.

-¿Cuál es el problema?.-Se acercó el doctor.

-Creo que es obvio.-Mascullé molesta. Ramiro me miro e hizo un leve gesto con la mano para que me calmara.

-Es normal que tenga fiebre. Las heridas las tenía infectadas al llegar ayer, pasó mucho tiempo hasta que pudimos atenderle por que tardaron en llamar a una ambulancia. Seguramente, a pesar de nuestro trabajo, haya afectado y repercutido en su sistema inmunológico causando la fiebre como respuesta.-Explicó.

-¿Y entonces?.-Pregunté.

-Puede irse a casa, le enseñaremos a curar sus heridas y mientras lo haga de la manera que se indique, con un par de antibióticos se resolverá todo.-Concretó.-Necesitamos a un familiar que lo acompañe, el solo no llega a curarse todas sus heridas, y necesitamos que alguien cercano a él aprenda y lo ayude.-Expresó.

-Puedo llamar a mi hermano.-Propuso Ramiro.

-No hace falta, yo iré.-Lo corté.

-¿Segura?.-Preguntó.

-Si, no hay drama. Estás así por mi culpa.-Aseguré.

(...)

Manejé hasta la casa de los Nayar y  estacioné el auto en la acera de enfrente. Ayudé a Ramiro a bajarse y tomé sus llaves para abrir la puerta.

-Al fin en casa.-Suspiró aliviado.

-Sí.-Le sonreí, se veía tan feliz y tan libre lejos de aquel lugar.-Ya mismo es de noche Rama y toca volver a curarte. Voy a casa y vuelvo ¿sí?.-Le dije.

-¿Por qué te vas?.-Frunció el ceño.

-Quiero darme una ducha tranquila, cambiarme de ropa...no sé.-Me encogí de hombros.

-Está bien, creo que Nacho puede ayudarme de todas formas. No tienes por que tomarte el trabajo de venir de nuevo solo para eso.-Contestó.

-Tranquilo, no es un problema. Además así salgo, me distraigo, me despejo...no sé. No quiero estar sola en casa, lo pienso todo y bueno...-Miré para otro lado, desviando la mirada ya que sentía como mis mejillas ardían y mis ojos se cristalizaban.

-Tranquila. Podemos cenar los tres juntos si quieres Mica, la diversión está asegurada.-Rió levemente mientras se agarraba las costillas por el dolor que le provocaba esta acción.

-Muchas gracias bombón.-Dije sintiendo una inmensa ternura al ver como me miraba.-Ya mismo vuelvo, ten cuidado.-Le di un beso en la mejilla y volví a mi casa.

Silencio ; RamaelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora