Mi turno

804 66 20
                                    

Narra Mica

Tenía un nudo en la garganta. Tenía que dejar a Pitu si quería empezar algo con Ramiro. No iba a ser fácil, él ahora estaba pasándolo mal ya que su tía estaba en un estado de salud realmente delicado, de hecho la noche anterior había tenido que irse de la reunión amistosa para ir a su lado.

Rama me había dicho que me entendía y estaba a mi lado, pero que él no podía soportar ser más en el tercero en discordia siempre. Básicamente me había dado un ultimátum, no me había obligado porque sino lo hubiera mandado a paseo, pero si me había dado a elegir, y yo lo elegí a él.

Entré a la cafetería donde había quedado con Pitu. Aún no había llegado, me senté en una de las mesas que había libres y miré el reloj. Se estaba retrasando, me acomodé el pelo y desbloqueé mi móvil y miré que tenía varios mensajes de Ramiro, ninguno metiéndome presión, todo lo contrario. Sonreí mientras los leía ensimismada en mi mundo.

-Hola.-Escuché una voz familiar llamar mi atención. Levanté la vista despegando mis ojos del móvil y vi a Pitu.

-Hola.-Sonreí.-¿Estás bien?.-Pregunté.

-Si.-Trató de sonreír, pero su expresión triste y demacrada me hacían notar que no era del todo cierto. Esto sólo conseguía que me sintiera más culpable.

-Bueno quería hablar sobre lo nuestro.-Aclaré mi voz.

-Sí, por supuesto. ¿Te has sentido cómoda estos días?.-Preguntó con un brillo especial en sus ojos, terminando de romper mi corazón.

-Sí, siempre me siento cómoda contigo.-Sonreí.

-¿Eso significa que volvemos?.-Preguntó.

-La verdad es que no estoy del todo segura. He conocido a alguien y no sé...me gustaría ver que tal.-Dije finalmente soltando un largo y pesado suspiro.

-Te entiendo.-Bajó la mirada. Yo puse mi mano sobre la suya algo emocionada, si bien ya no estaba enamorada, él había sido una persona muy importante en mi vida.

-Si necesitas algo sólo tienes que llamarme.-Lo miré. Él apartó bruscamente su mano de la mía.

-No quiero saber más nada de ti Micaela.-Me miró enojado, acto seguido se fue de allí.

-¿Va a querer algo señorita?.-Preguntó el camarero.

-Lo mejor que tengas para esta noche de invierno.-Sonreí a duras penas.-Para llevar.-Me adelanté a su pregunta.

Me levanté y me dirigí al mostrador a recoger mi pedido. Mientras sólo pensaba en el frío y duro tono que había empleado mi ex para decirme lo basura que era de manera indirecta. Me sentía horrible, pero en cuanto pudiera comenzar de cero con Rama él sanaría mis heridas.

-Aquí tiene.-Me dio el café el hombre. Pagué y me despedí con una sonrisa.

Era un capuchino de frambuesa. Le di pequeños sorbos mientras caminaba por las frías calles de la ciudad hasta la casa de los Nayar. El invierno ya estaba empezando a hacerse notar. La verdad que no me desagradaba esta época del año, y más cuando tenía con quien compartirla. Sonreí al pensarlo.

Cuando llegué decidí darle una sorpresa a Ramiro. Quería que viera que realmente quería empezar algo con él, sin nada ni nadie de por medio. Entré por la puerta trasera y me encontré con Nacho en el sofá el cual se sobresaltó al verme.

-¿Qué haces?.-Se levantó de un salto y se acercó a mi.

-Vengo a darle una sorpresa a Rama.-Sonreí.

-No está.-Le cambió la expresión de la cara.

-¿Cómo que no?.-Enarqué una ceja, era imposible.

-No está Micaela, le digo que te llame ahora.-Se puso nervioso.

-No, lo voy a llamar ahora mismo.-Negué.

Él pasó las manos por su cabello resignado. Yo no entendía muy bien lo que sucedía ¿le había pasado algo? mi corazón y mi cuerpo se paralizó ante la idea de perderlo ahora que estábamos tan cera.

Marqué el número y un móvil comenzó a sonar, estaba en la casa, pero no en la sala donde estábamos Nacho y yo. La sintonía provenía del piso de arriba. Lo miré al otro mellizo confundida.

-¿Qué es lo que está pasando?.-Me dirigí hacia las escaleras.

-Espera Mica...-Intentó frenarme, pero di un sprint hasta llegar al final de las escaleras. Fui hasta su habitación y abrí la puerta.

Estaba allí, besándose con Florencia, Florencia Vigna. ¿Cómo podía ser tan traidor? y encima ella tenía novio o al menos de eso alardeaba. Ellos se separaron rápidamente. Y me miraron con la cara desencajada.

-Mica...-Iba a hablar Ramiro.

-Eres un chantajista emocional ¿Quién resultó acabar jugando a dos puntas?.-Reí amargamente.

Entendí entonces que no lo había perdido físicamente, pero si emocionalmente. No iba a hacer el ridículo. Salí de allí. Bajé las escaleras y noté como alguien me siguió.


Narra Nacho

-Voy a por ella.-Dijo totalmente decidido.

-No, yo creo que ya has hecho suficiente.-Lo frené.

Me di media vuelta y los dejé a los dos allí. Corriendo bajé las escaleras y tomé por el brazo a la rubia.

-Suéltame.-Se intento soltar de mi agarre.

-Espera, entiendo que lo quieras matar pero déjame ayudarte.-La miré fijamente.

-No me hagas reír, tú sabías perfectamente lo que pasaba.-Me contestó.

-Por eso, yo mejor que nadie puedo darte una explicación.-La retuve.

-Bien.-Cedió.-Pero cuando acabes va a ser mi turno.-Su mirada se tornó oscura y malévola.

Silencio ; RamaelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora