Eso es lo único que quedaba entre nosotros, un silencio que era tan tenso que cortaba la respiración, ¿Qué se supone que pasa después?
«No actúes como si me conocieras»
«¿Es un aviso?»
«Esto puede dejarte sin respiración o con una desagradable cicat...
Entré a ducharme y dejé el agua correr por mi cuerpo. Si bien necesitaba tiempo, tampoco iba a tolerar que el imbécil de Nacho lo complicara todo más de la cuenta. Pasé bastante tiempo bajo el agua templada de la ducha, hasta que me decidí a salir por el mero hecho de que sino no llegaría puntual, amaba estar relajada en la ducha.
Comencé por secame y ponerme mi pijama, no quería ensuciar la ropa antes de tiempo. Recogí el baño y saqué mi plancha. Decidí alisarme el pelo, lo tenía más o menos largo, por debajo de los hombros, y con el conjunto de ropa que iba a ponerme, el pelo lacio era la mejor opción.
Después de una intensa hora tratando de dejar el pelo lo más liso posible, obtuve el resultado que esperaba, lo tenía tan lacio como si hubiera salido de hacerme un alisado japonés. Me dirigí a mi habitación y me senté frente a mi tocador. Me miré en el espejo y luego dirigí la mirada hacia el outfit que tenía colgado en el pomo de la puerta por una percha.
Me hice un ahumado en tonos cálidos y algo de purpurina dorada en centro del parpado móvil, elegí ese color ya que aparte de ser el más clásico, resaltaba mis ojos color verde esmeralda. Me rellené minimante las cejas, no me gustaba mucho recargarlas. Algo de rimel, mi base y corrector, decidí no usar bronceador por que ya estaba demasiado morena e iba a ser algo excesivo. Use un colorete color coral y un brillo labial de color transparente, sólo para darle volumen y jugosidad a mis labios.
Una vez ya maquillada, eché algo de spray fijador. Me encantaba arreglarme y eso era algo sabido por todos, de hecho en Combate siempre me tiraba horas en maquillaje y era la que más me producía de todas las chicas. Disfrutaba mucho el maquillaje, era un hobbie para mi.
Acto seguido, me coloqué el top, la falda y luego los tacones. Me eché mi perfume favorito el cual olía a jazmín y naranja dulce, olores nada pesados y delicados. Me quité todos los aros que tenía mis orejas por que no me sentaban nada bien con el modelito y me puse unas simples circonitas.
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Miré el reloj y suspiré. Cinco minutos para la hora. Desenchufé el móvil del cargador y miré los mensajes, no había nada interesante, o al menos no desde mi punto de vista. Me miré por última vez al espejo, iba femenina, elegante y sexy, pero sin ser algo ordinario.
Al rato escuché el timbre. Era Sosó. Me despedí de Aloha y tomé mi cartera blanca. Guardé mi móvil, mis llaves, mi DNI y algo de dinero en esta y salí. Cerré la puerta y me giré a ver a Sosó quien me miraba de arriba abajo.
-Estás espectacular.-Dijo impresionada.
-Tu también.-Le devolví sonriente el piropo.
-¿Y bien? ¿A dónde vamos?.-Pregunté.
-Están en Apple.-Contestó con una sonrisa victoriosa.
-Bien.-Le dediqué una mirada complice.-¿Vamos en tu auto?.-Pregunté.
-Sí, ah llevan ya unos cuarenta minutos allí. Cuando llamé a Damián escuché el ruido de fondo.-Me avisó.
-Tranquila.-Me encogí de hombros mientras sonreí mentalmente. ¿Me querían echar un pulso los Nayar? estaban metiéndose con la chica equivocada.
Durante el trayecto estuvimos charlando y aclarando ciertas cosas entre nosotras. Nos contamos nuestros proyectos, y reímos mientras cantábamos canciones de reggaeton que nos traían tantos recuerdos de cuando bailábamos juntas.
-Ya hemos llegado.-Estacionó.
-Allá vamos.-Me bajé del auto. Debo reconocer que algo de adrenalina y nervios recorría mi cuerpo, pero eso no iba a empedirme llevar a cabo mi plan.
Nos dirigmos hacia la entrada del lugar y Sosó hablo con uno de los chicos que estaban en la puerta, al parecer era su amigo. En menos de tres minutos ya estábamos dentro.
Narra Nacho
Estábamos bailando con algunas chicas, teníamos algunos tragos pero ninguno de más, aún estábamos lúcidos dentro de lo que cabía. De repente vi como la cara le cambiaba a Bruno.
-¿Esas no son Micaela y Sosó?.-Dijo Gonzalo.
Yo me giré para mirar en la dirección que él lo hacia y las pude ver. Sosó estaba increíble, pero no más que Micaela. La rubia tenía un top que realzaba su pecho. La falda dejaba ver sus largas y tonificadas piernas. Su piel resaltaba con los colores de la ropa que llevaba. Los tacones la hacían parecer más estilizada, y sus ojos grandes y verdes destacaban debido a su maquillaje. Su pelo, lacio y rubio como el trigo, parecía de ensueño.
-Ahora vengo.-Le dije a los chicos. Me acerqué a la barra, donde las dos parecían estar pidiendo algo.
-¿Qué haces aquí?.-Pregunté haciéndome el desentendido.
-Ya lo sabes.-Dijo dándole un trago a un tequila.
-Hola.-Saludo sonriente como siempre Sofía.
-Hola, ¿por qué no vas a saludar a los chicos?. Ari te busca.-Le guiñé un ojo, ella rió y desapareció entre la multitud.
-Ramiro no está.-Me adelanté a su pregunta.
-¿Es enserio?.-Lo miré sin poder creerlo.
-Se ha ido a casa con una chica.-Dije serio.
-Ya, me lo creería si estuviésemos hablando de ti y no de él. Buen intento.-Me miró mal.
-Eres demasiado creída, pero vamos a ver cuanto te dura la histeria aquí. Ramiro está rodeado de chicas.-Reí de medio lado.
-¿Y qué? yo los puedo tener haciendo fila, y en ella, tu estarías. Disimula un poco.-Me guiñó un ojo. Acto seguido se dirigió a la pista de baile.
Narra Rama
-¿Esa es Micaela?.-Le pregunté a mi hermano, quien volvía de la barra.
-La misma.-Asintió.
-No me lo puedo creer.-La observé como bailaba con varios hombres. Me molestaba ver como no le importaba hacer eso delante de mi. Pero yo no entraría en su juego.
-Sí, y parece que le gusta como besa el chico ese.-Dijo Bruno haciéndonos volver a mirar a la rubia. Ella se encontraba besando a otro.
-Mejor me voy.-Miré a mi hermano.
-Págale con la misma moneda.-Me miró.
-No, yo no soy así.-Negué con la cabeza.-Adiós chicos, adiós Sosó.-Me despedí.
Narra Mica
Mientras me separaba de aquel chico vi como Rama se dirigía hacia la puerta de salida. Quizás me había excedido un poco, quizás me encontraba fuera de foco.
Quería olvidar aquello que sentía, quería olvidar lo que había sido de mi desde que lo conozco, quería que esa noche fuera eterna para olvidar quien era, pero cuando lo veía lo recordaba. Y volvía a sentir un nudo en el estómago. Quizá lo que había echo estaba mal ¿pero el qué de todo? ¿estaba mal dejarlo a él o tratar de vengarme sin motivo? la respuesta más probable sin embargo era otra; ambas cosas estaban mal.