No es tu culpa

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Narra Rama

Mis ojos comenzaron a abrirse lentamente, se sentían pesados. El cuerpo me dolía con sólo respirar, sentía como si me hubieran molido los huesos hasta hacerlos polvo. Pude ver como me encontraba en una habitación de un color blanco impoluto. El ambiente era frío y hostil, pude distinguir unas sombras.

-¿Rama?.-Escuché una voz familiar llamarme. Mi hermano.

-¡Mica!.-Comencé a llamarla sin obtener respuesta.-¡Mica!.-Volví a llamarla.

-Tranquilo Rama, ella está en otra habitación. Está bien, se ha despertado hace dos horas y ha venido a verte, pero se la han tenido que llevar a hacerle unas pruebas.-Me tranquilizó mi mellizo.

-Quiero verla.-Dije intentando incorporarme.

-¿No ves que no puedes? ¡Estás loco!.-Me sostuvo mi hermano.

-¿No ves que no me importa? ¡Es mi culpa!.-Grité mientras las lágrimas comenzaban a inundar mis ojos, me sentía culpable. No por haberle dado la peor cita de su vida a la chica que tanto me gusto ir a reconocerle mis sentimientos, sino por que había sido por un descuido mío.

-¿No lo recuerdas? Tú le salvaste la vida Rama.-Dijo más tranquilo Nacho.

-¿Qué?.-Fruncí el ceño.

-Sí, el airbag no siempre es algo que proteja a la persona. En este caso salió despedido con mucha fuerza y podría haberle causado unas quemaduras muy graves en su rostro por la fuerza desmedida con la que salió despedido el airbag, llegando a haber podido causar su muerte. Pero tu pusiste tu brazo e impactó contra él, por eso te sientes tan dolorido, entre el impacto del auto y el del airbag no sé ni como no estás chillando del dolor.-Sonrió.

-Bueno, me alegra saber que hice algo bien.-Suspiré.

-Ella estaba muy mal. Se despertó preguntando por ti y por el abuelo.-Hizo una pausa.-Vino a verte, las enfermeras le contaron lo ocurrido y tus heridas y ella no dejaba de llorar, temblaba como la gelatina. Estaba destrozada.-Explicó.

-Encima de que pasa el peor momento de su vida se pone así por mi culpa.-Miré el suelo con rabia.

-Toma, tienes que tomártelas.-Me pasó tres cápsulas y un vaso de plástico con agua.-Son para el dolor.-Indicó. Resignado tome cada píldora y me bebí todo el agua.

Narra Mica

Después de hacerme todas las pruebas correspondientes me dijeron que podía abandonar el hospital. Sólo tenía un par de rasguños y algunos hematomas, gracias a Rama que me salvó la vida. Me puse la ropa que me había traído Dalila de casa, inmediatamente vino nada más ser llamada por el hospital como mi contacto de emergencia, ya que no quería alarmar a mi familia.

Me dirigí a la habitación de Rama, el chico que me había salvado la vida y que ahora estaba destrozado. Todo por mi culpa. Una lágrima rodó por mi mejilla. Suspiré y me cargué de valor, tocando la puerta.

-Adelante.-Escuché la voz de Nacho invitarme a pasar. Abrí la puerta lentamente y entre con la cabeza mirando el suelo.

-Mica.-Escuché mi nombre salir débilmente de la boca de Ramiro.

-Lo siento tanto.-Dije sin aún mirarlo. No era capaz.

-Mica, la culpa fue mía.-Lo miré.-Me distraje mirándote.-Rió débilmente.

-¿Puedo darte un abrazo?.-Pregunté con un hilo de voz. La garganta me dolía de intentar aguantar romper en llanto, y mis ojos cristalizados estaban apunto de desbordarse en una mar de lágrimas.

-Claro.-Extendió como pudo sus brazos, dejando al descubierto la quemadura que se había hecho tratando de salvar mi vida. Yo me senté en la horilla de la camilla y lo abracé con cuidado.

-Yo me voy a la cafetería, si necesitáis algo dímelo Mica.-Dijo Nacho, yo asentí y él se fue cerrando la puerta tras de si.

Me quedé sentada junto a Rama en la camilla, con mi cabeza recargada en su hombro, y mis piernas estirazadas junto a las suyas. Acaricié su antebrazo, recorriendo suavemente la herida.

-Debe dolerte demasiado.-Susurré sin apartar mi mirada de su quemadura.

-No tanto como ver tu cuerpo lleno de hematomas morados, amarillos y verdes.-Sonrió mirándome. Yo lo miré mientras era él ahora quien posaba sus manos delicadamente en mi abdomen acariciando mis heridas. Sus caricias eran como una píldora de felicidad que curaban mi dolor.

Lo abracé nuevamente y nos quedamos en silencio, acariciándonos. Nos mirábamos y no hacían falta las palabras.

-Quiero una cita en recompensa.-Rompí el silencio.

-¿Otra? de la siguiente no salimos vivos.-Rió divertido y yo me uní a sus risas.

-Se que siempre que esté contigo voy a estar a salvo.-Me sinceré.

-Siempre, y créeme que la herida que más me duele es la de verte así.-Susurró triste.

-Señor Nayar.-Entró una enfermera en la habitación.-Lo siento si interrumpo algo.-Dijo al levantar la mirada de su porta papeles y vernos.

Narra Rama

-No pasa nada.-Se levantó de la cama.

-Mañana podrá irse de aquí, pero queremos que pase la noche bajo observación.-Explicó.

-Sí, gracias.-Contesté, ella sonrió y se fue.

-Me quedaré contigo.-Afirmó Mica.

-No, tienes que tener los huesos demasiado doloridos, y dormir aquí en una silla no va a hacer que ese dolor se cure.-Respondí.

-No me importa, esto es algo nuestro. No esperaba que lo primero que fuésemos a compartir era un accidente, pero bueno. Es una manera original de empezar.-Sonrió ampliamente la rubia.

Ella estaba de pie, mostrando una entereza asombrosa. La sonrisa de ella era tan implacable como siempre, y su fuerza estaba intacta. Era toda una mujer, una luchadora.

-No quiero que te quedes, enserio. Necesitas descansar.-Insistí. Ella resopló molesta.

-Necesito que dejes de decirme que hacer.-Sacó su lengua.-Quiero quedarme, y sabes muy bien que siempre acabo haciendo lo que quiero. ¿Para qué perder tiempo discutiendo?.-Se encogió de hombro.

-Eso es verdad.-Reí.

-Entonces shh, no hay más que hablar Ramiro Nayar. Esta noche seré tu enfermera.-Dijo orgullosa.

-La fantasía de Ramiro.-Hablé en tercera persona riendo.-¡Al fin se me dio!.-Miré al cielo como agradeciéndole a Dios.

-Idiota.-Rió con ternura.

-Como si tu no tuvieras una fantasía.-La miré fijamente.

-Puede.-Subió y bajó sus cejas divertida.

-¡Micaela se desubica! compra un mapa y ubícate.-Reí, ella explotó en carcajadas y yo sentí como verla así era lo que mejor me hacia sentir.-Ups...tengo que ir al baño.-Me levanté haciendo muecas dolorido. Ella corrió a mi lado ayudándome a levantarme. Llevaba solo una bata que dejaba toda mi parte trasera descubierta, aunque gracias a Dios tenía el bóxer puesto.

-Ah bueno...si esa es la cola, ¡cómo será la película!.-Me piropeó Micaela riendo.

-Que idiota eres.-Dije sin poder contener la risa.

-Nuestra próxima cita podría ser en el cine, eh eh.-Rió.

-Creo que te dieron la pastilla de desubicarse.-Dije sin para de reír.

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Mi novela Nachoela: oopsnayarela

Gracias por leer, votar y comentar. Espero que disfruten de este capítulo donde quise incluir algo de humor. Xx.

Silencio ; RamaelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora