6. Narissa propone y Ogen dispone

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La reconstrucción de la isla Mirte, era lenta y tediosa, las islas vecinas habían enviado su apoyo, con todo lo que podían aportar, y Mirte estaba realmente agradecido, por aquellas muestras de apoyo. Narissa había hecho de enfermera, niñera y cocinera, durante los últimos 10 días.

Su abuelo, no le había permitido salir de la gran torre, luego del ataque. Pero se las había ingeniado, para bajar a la aldea, con el pretexto de que buscaría a la madre de un niño, aún que, la madre siempre estuvo ahí. Al llegar a la aldea, era como vivir una escena de guerra. Las viviendas calcinadas, eran en su mayoría del puerto.
Todo estaba lleno de cenizas, habían muchos heridos también, producto del incendio, el caos, y por el ataque. Narissa necesitaba ver los caballos, y cuando pudo verlo, solo se sintió más desolada, se habían llevado en su mayoría a las hembras, a los potros y caballos adultos, los habían matado y herido.

No entendía como era posible tanta crueldad, para con aquellas criaturas tan majestuosas y puras. Habían incluso quemado gran parte de las cosechas, y solo una décima parte se había salvado, a duras penas, que no alcanzaba ni para tres meses, para los 500 habitantes de la isla.

La carga emocional y psicológica, empezó a causar estragos, en su débil y frágil cuerpo. Comenzó a tener pesadillas, que la dejaban llorando a la mitad de la noche.

Su abuelo que había estado atento a la reconstrucción de las viviendas, tramitar el envío de nuevas yeguas y potros, compensar las pérdidas y también ver los impuestos robados, había dejado a su nieta al cuidado de Velinda, completamente ajeno a su dolor.

Una tarde que ya habían avanzado en la construcción, mandó a llamar a Narissa, para que cenaran juntos en su estudio. Quedó atónito al verla entrar, se notaba mucho más delgada de lo usual, su rostro estaba demacrado, y se apreciaba enferma. Narissa apenas probó bocado, y casi no habló. Ni sonreía y no emitía ni un ruido, que Ogen pensó que se había vuelto un fantasma.

Aquella noche, su abuelo tomó cartas en el asunto, no iba a permitir que aquello siguiera afectando a su pequeña nieta. Quería verla feliz, pero sobre todo, sana y salva. Y curiosamente, durante el solsticio de invierno, que era el cumpleaños de Narissa, había llegado una carta de la capital. Una carta real, donde invitaban a la niña, a vivir en la corte y ser dama de compañía de la Princesa heredera.

Ogen no había querido enviar una respuesta, ni siquiera se lo había comunicado a ella. La corte real no era lugar, donde su nieta debiera ir. Ella era muy dulce e inocente para ese lugar, pero dado los últimos acontecimientos, esa era la zona más segura para ella.

Narissa no había podido ver a Karima, sus padres temían por un nuevo ataque y no dejaban salir a ninguno de sus hijos, asi que solo podían escribirse y a veces por las noches, hablaban por vídeos. Karima estaba preocupada, su amiga estaba decayendo, eso era muy obvio.

- Princesa ¿Puedo pasar? -Velinda tocó a la puerta, y Narissa no se opuso.

-Mi niña, tu abuelo quiere hablar algo importante contigo -dijo su aya con ternura.

Ella aceptó y comenzó a caminar sin ganas. Al llegar al estudio, su abuelo estaba revisando unos manuscritos.
Estaba tan inmerso en ello, que no notó cuando Narissa estuvo frente a él.

-Oh -se sobresaltó al notarla -Narissa, por favor di algo, pareces un espíritu en pena.

- Lo siento abuelo -estaba agotada, e inapetente -Velinda me dijo, que querías hablar algo conmigo.

- Así es mi pequeña -su abuelo, la invitó a sentarse, y dejó lo que estaba haciendo -verás...

Narissa ni siquiera sentía nervios, después de todo, nada podía ser peor que el ataque de los piratas.

-Narissa, este ataque, fue algo improvisto y realmente no tenemos defensas si es que ellos vuelven -Ogen le hablaba de forma sería pero con tono dulce -es por eso, que e decido, enviarte a la Capital, allá estarás segura, y tendrás una vida en la corte, junto a la princesa heredera.

La niña no procesó la noticia, hasta varios minutos después de silencio, en que su abuelo, la quedó mirando, le hizo darse cuenta de la importancia de aquello.

-¿Qué? -fue lo primero que vino a su mente -¿Encerio vas a enviarme...a la capital?

- ¿No te agrada?-Ogen estaba confundido - Creí que te gustaría la idea de una vida en la corte.

- ¡Quiero ayudar a los aldeanos! -Narissa no estaba segura de cómo sentirse -algún día será la señora de la isla, es mi deber para con ellos.

-Querida, estas famélica y demacrada, necesitas descansar y estar en una zona segura, al menos hasta que hayan defensas, además, ya estás creciendo y necesitas algo más que Mirte, ver el mundo y codearte con grandes nobles -su abuelo no lo comprendía.

- Me enviarás aunque me niegue...¿Verdad? -esperaba que dijera que no, que no la alejaría, pero tenía el presentimiento de que su futuro ya estaba sellado.

- Así es, te irás dentro de una semana -se notaba que Ogen no quería ser severo con ella -eh dispuesto un shipling, para que viajes lo más cómoda posible.

Narissa quiso llorar, sabía que ir a la capital, era una gran oportunidad para una isleña como ella, pero no quería dejar a su pueblo, a Velinda, a Karima, su jardín, los caballos.... Pero en el fondo, sabía que su abuelo tenía razón. La capital era la zona más segura. Además, sería amiga de la princesa. ¿Qué tan malo podía ser?

Coronas ☆ RumoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora