33. Una historia en medio de la fiesta

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La noche estaba tranquila, y como nunca, no había neblina que pudiese amainar la celebración, todos los lugareños habían salido de sus hogares y habían dispuesto una tarima, con luces y gran cantidad de comida. Había varias mesas para que todos disfrutaran.

También habían puesto unos asientos especiales en una parte alta, que eran para el rey y sus cercanos. Todos celebraban, incluso los niños, que a esas horas ya debían dormir. Las sacerdotisas de Unari, llevaban ropas especiales, y bailaban una danza que parecía ser fuego.

Todos disfrutaban, incluso Ogen se había permitido beber un poco más de lo normal, Ishtar sonreía más, Kay no se comportaba como un idiota, pero Narissa estaba sumida en un trance, no estaba segura como sentirse al respecto, demasiadas verdades para tan poco tiempo. Habían predispuesto viajar por la mañana del día siguiente, hacia Mirte. Narissa no se sentía con ganas de festejar, solo quería estar sola, y con toda la calma del mundo decidió retirarse a sus aposentos.

Cuando caminaba por los pasillos de madera del templo de Unari, se quedó observando los peses brillantes, era extraño, ya que de donde estaba apoyada, no se oía para nada la música y las risas de la fiesta, ahí solo había neblina y peses brillantes.

– ¿Hermosos no? –dijo una voz que hizo saltar de la impresión a Narissa.

– ¿Qué haces aquí? –no estaba de humor para tolerar las burlas deKay.

–Te fuiste muy temprano de la fiesta, creí que te sentías mal –no había un deje de malicia en su rostro, lo que perturbaba a la chica, al menos con su típico carácter, le era más fácil hacerle frente –preferí asegurarme de que estabas bien.

– ¿Cómo cuando estabas en el palacio, e intentabas avergonzarme? –le dijo inusualmente venenosa –o ¿cómo cuando me robaste un beso, para luego ir a besarte con Aleera?

– ¡Oye, oye! ¡Ya cálmate! ¿Sí? –no parecía a gusto con lo que le había dicho, y eso era justamente lo que quería lograr –tenía que ponerme del lugar de Clarissa, necesitaba que ella confiara en mí, y la única manera era haciendo todo lo que ella quisiera, y en cuanto al beso, ¡oh por amor a Unari! solo fue eso, un beso, es la cosa más normal del mundo.

–Pues déjame decirte que ¡ESE FUE MI PRIMER BESO! –gritó con rabia, por fin desahogada.

Kay la observó detenidamente por una eternidad, le parecía increíble que ella no hubiese sido besada antes, considerando que era bella, refinada y de clase alta.

– ¿Es en serio? –fue lo único que atinó a preguntar.

–Pues sí, nunca antes me habían besado –sus mejillas se tornaron rojas carmesí –¡No soy como Aleera, ni como Clarissa!

–Pues yo....no creí que...yo....lo siento –no sabía que más hacer –lo hice por impulso –ahora, él también se estaba volviendo rojo.

–Kay, hay algo que quiero preguntarte –dijo cortando la tensión entre ambos; tenía que ser directa ésta vez – ¿qué sientes por mí?

El muchacho se tornó aun más rojo, y aunque ya no podía dirigir sus ojos hacía ella, al menos pudo hablar.

–Envidia.

Narissa esperaba cualquier otra palabra para describir lo que sentía por ella, pero, no eso.

– ¿Por qué sentirías envidia de mí? –Definitivamente no lo comprendía – es porque...¿soy de clase alta? –lo más lógico era que se debía a eso.

–Me importa un bledo si eres rica o pobre –dijo algo molesto –sin embargo, eres importante para alguien.

– ¿Lo dices por mi abuelo?

–Hablo de Rama...él es como mi padre –suspiró con cansancio, medio cabreado –pero él, siempre ha pensado en ti, nunca me ha visto más que como su esbirro.

–-No creo que sea así, cuando hablé con él, me dijo que tú eras su mano derecha, y que por eso te envió a la capital, porque eras de su total confianza.

– ¿Te dijo que soy su mano derecha? –Kay estaba anonadado –yo...le debo básicamente todo a él.

– ¿Por qué?

Kay suspiró, no solía hablar de su pasado.

–Cuando era niño, perdí a mis padres en un naufragio, fue Rama quien me rescató, él me cuidó, me crío, me dio el mundo, siempre lo he admirado, no es el típico pirata. Sin embargo, nunca pude hacer que me viera como un hijo, él siempre ha pensado en ti y en tu madre, creo que nunca se ha perdonado el no haber estado ahí para ella. La sigue amando.

–Yo también lo creo –en el fondo lo sabía, Rama seguía amando a Raissa, con todo su corazón –lamento escuchar que te sientes así, yo creo que si te ve como un hijo, puede que no lo haya dicho nunca, pero creo que es así.

–Sería genial –Kay observaba los peses que nadaban sin darse cuenta que eran observados por unos jóvenes.

–Y ¿vendrás con nosotros a Mirte? –preguntó de sopetón.

–Si Rama quiere que lo acompañe, iré, no tengo nada que hacer ahí –por alguna razón desconocida, Narissa se sentía decepcionada.

–Bueno, ya debo irme, estoy cansada, buenas noches –y se retiró a su habitación.

– ¡Oye! –le detuvo el chico antes de que se fuera – ¿en serio era tu primer beso?

– ¡Aghhh, ya te dije que sí! solo no vuelvas a tocar el tema ¿ok? –tal vez había estado demás en decirle que había sido su primer beso.

–Las chicas siempre complican todo, si uno les da un beso, enseguida se les alborotan las ideas, y piensas que uno quiere una relación seria, con matrimonio e hijos, y a veces uno solo quiere pasarlo bien.

–Pues déjame decirte que no todas pensamos eso ¿por qué querría casarme y tener hijos contigo? estoy segura que sería infeliz sabiendo que estás conmigo y andas con otras ¡ni siquiera le fuiste fiel a la princesa! además, tengo pensado convertirme en senadora, así que, no me interesa el matrimonio, ni los hijos, ni nadie.

Kay se sentía extrañamente intimidado por ella, una adolescente con aspecto infantil, definitivamente no era como las demás, ella era especial, justamente como lo había dicho Rama. Y por primera vez, Kay sintió unas mariposas, que no eran como las que sentía cuando yacía con una chica, esto era algo diferente, algo que le daba miedo.

–Creo que debo volver...buenas noches.

–Buenas noches.

Coronas ☆ RumoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora