8. Viaje por el mar de estrellas

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La noche era iluminada por la hermosa luna llena, que brillaba en un hermoso tono amarillo, y según contaban algunos marinos, era la luna del lobo. Una noche al mes, las sirenas subían a la superficie a bañarse con luz de luna, los lobos se transformaban y los espíritus salían a jugar travesuras a los incautos.

Narissa escuchaba con atención las leyendas e historias que contaban los marinos, que estaban llenas de magia y criaturas fantásticas. Karima, solo oía, pero no creía en esas cosas. Pero nunca decía nada, por estima hacia su amiga, quien amaba la magia.

Las estrellas parecían danzar alrededor del navío, y de vez en cuando, cruzaban alguna nube. Unas horas después, cruzaron una isla, y según el capitán, era la isla Wering, la isla donde la gran mayoría creaba relojes, y según la lista, estaba en el puesto #18 de los ingresos al reino, era del estrato bajo.

El capitán avisó que dentro de tres horas, pasarían por la isla Derus, y luego tendría que pasar otras 5 horas para pasar por la isla Soros, finalmente llegarían al amanecer a la isla aduanera de Rongo, donde Karima tendría que despedirse y volver a casa.

Narissa tendría que ir de Rongo, hasta el puerto de Macria, donde un séquito de bienvenida la esperaría, y terminaría el viaje a la capital por tierra. Estaba nerviosa, aún que Karima la apoyaba frente esta nueva etapa, sus miedos ya no se debían a tener que dejar su hogar, si no más, bien a ser aceptada en la capital, sabía gracias a los libros y revistas, que la princesa Clarissa, tenía dos grandes amigas, Aleera y Berenice, la segunda estaba por casarse con el senador Melkart, había otras damas de compañía,pero ellas, eran amigas de la infancia, leales subditas que estaban dispuestas a cualquier cosa por la princesa.

Las chicas habían crecido, con historias románticas de los Reyes gobernantes, de las audacias del príncipe cisne, hace varias siglos atrás, del gran carnaval, del porqué de los nombres de las zonas continental y oceánica.

Pero aún así, Narissa sentía que estaba entrando a la boca del lobo, pero trataba de darse ánimos, su madre había estado en la capital, hace muchos años atrás, y había triunfado, como su abuelo solía decirle, y mucho antes que ella, sus abuelos. Ella era la nieta de Ogen de Mirte, y no iba a dejarse intimidar, afrontaría todo como la gran nieta del famoso terrateniente, con dedicación y ferocidad. Había llegado la hora de crecer.

-Tienes que descansar Issa -dijo Karima -si no, te quedarás dormida al llegar al Puerto de Macria.

-No tengo sueño -se tocó la frente con el dorso de su mano -y la verdad es que me siento un poco asustada, es decir, mañana a esta hora, estaré en el castillo y seré presentada, ante sus altezas, y en serio quiero que mi abuelo, tú y todos, estén orgullosos de mí.

- ¿Y por qué no lo estaríamos? -enarco su ceja la pelirroja mientras se cruzó de brazos.

-No lo sé, supongo que me la e pasado estos últimos días dando más berrinches de los que dado en toda mi corta vida.

Karima soltó una risa, que parecía guardar compasión.

-Narissa, has sido mi amiga por muchos años, se que intentas ser una gran dama, te esfuerzas por ayudar a los necesitados -se sentó a su lado y tomo sus manos con las de ellas -luego del ataque de los piratas, fuiste tú quien estuvo a la cabeza de ayudar a los heridos, y mucho antes, creaste hospicios, escuelas, ayudaste a encontrar oficios, a criar caballos e incluso cultivar, has hecho muchas cosas, por los demás, y muy poco por tí. Tu abuelo, yo y todos en la isla siempre estaremos orgullosos de tí, por que tienes un alma dulce y llena de bondad.

Narissa no queria llorar, pero las palabras de Karima le habían tocado, y no pudo más, dejando salir las lágrimas. Finalmente, cuando se calmó, Karima y ella se acostaron a dormir, dentro de unas horas, llegarían a Rongo, y tendrían que despedirse hasta quien sabe cuando.


❀❀❀


Karima tocó suavemente el hombro de su amiga, y comenzó a mecerla, tratando de despertarla. Narissa abrió sus lilaceos ojos y vio que Karima ya estaba vestida, y lo supo enseguida, estaban en la isla aduanera.

-No te levantes -pidió Karima -está muy helado allá afuera, quédate en el camarote, ¿Sí?

-Pero... ¿Y tú? -preguntó Narissa.

-Puedo despedirme desde aquí -sus ojos estaban cristalinos -necesitas dormir, dentro de unas horas llegarás a la capital, y debes estar radiante.

Se abrazaron como si no hubiera un mañana, soltaron algunas lágrimas, y se prometieron que escribirian con regularidad. Karima depósito un beso en la frente de su amiga, una vez que soltó su abrazo, salió del camarote, y Narissa se quedó en el silencio de la penumbra, iba a volver a cerrar sus ojos, pero un impulso la hizo saltar de la cama, y correr descalza por los pasillos, hasta llegar al barandal, justo cuando el shipling comenzaba a elevarse.

- ¡KARIMA! -gritó con brío.

Su amiga que estaba abajo, la vio con sus ojos tan abiertos, que parecía que saldrían de sus cuencas. Alzó su mano e hizo una seña, en forma de despedida. Karima le devolvió la seña, pero en su mano llevaba un pañuelo blanco, y después de mucho tiempo, Narissa sonrió, no por abandonar a su amiga, si no porque ahora tenía un propósito, y ese, era ser la mejor dama de la princesa, y algun día, poder entrar en el Senado, y volver a Mirte, como la nueva señora de la isla.

Coronas ☆ RumoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora