25. Boo!

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Durante el temporal, Ishtar se había encargado de hacer los preparativos para el viaje de Narissa, de buscar un barco que la llevase lo más rápido posible y sin tantas vueltas a isla Mirte. Le había comprado un pasaje de primera clase, lo que significaba que iría en una cabina solo para ella, con baño incluido.

Narissa había estado tratando de contactarse con Karima, pero debido a la tormenta, había mucho interferencia para comunicarse con la isla, incluso ya era difícil tratar de contactarse en la misma capital.

Lainer también había ido a visitarlas, dos veces en compañía de Ondinia, quien parecía preocupada de verdad por el bienestar de Narissa, aunque casi no habían hablado. Por otra parte, a la muchacha le agradaba cada vez esa mujer, que parecía princesa de verdad, no como Clarissa.

Cada uno movía los contactos que tenían a su mano, para que una vez pasado el temporal, Narissa pudiese ir a ver a su abuelo. Mientras, Narissa había estado enviando mensaje a Oria por medio de Lainer. La extrañaba, aquella amiga que había sido la única en apoyarla. Esperaba que realmente Clarissa no la estuviera torturando.

–¿Alguna vez has viajado en barco? –preguntó Ondinia una tarde lluviosa, en que ambas jugaban cartas.

–Hace muchos años, sí, cuando era niña –Narissa recordó aquello, aquel viaje que había hecho hacía ya tanto tiempo –pero cuando me vine a la capital, viaje en un shipling, para llegar más rápido.

–¿En un shipling? ¡Wouw! –Ondinia estaba realmente sorprendida –yo jamás e viajado en uno de esos, debe ser como viajar en una nube ¿O no?

Ambas se echaron a reír como un par de chiquillas despavoridas.

Para cuándo la tormenta se detuvo, y las noticias de que el mar ya estaba tranquilo, fue cuando entonces, decidieron salir al puerto de Macria.

Narissa salió de la capital acompañada de Ishtar, Lainer y Ondinia. Y aunque había extrañado su hogar, esperaba volver pronto junto a Ishtar, se había encariñado con ella, y enamorado de su casa, con la neblina rosa y el aroma de flores.

El clima mejoró notablemente cuando salieron de la capital de Zurza, no habían ido al castillo, pues no era pertinente avisar a sus majestades. Sin embargo, Narissa había escrito varias cartas a Oria, que habían quedado bajo el resguardo de Lainer, para que las entregara a su destinataria.

Conforme se acercaban a la costa, el clima se tornaba más fresco, con una leve brisa que llevaba un extraño aroma de algas en ella.

–Hoy hay muchos barcos –comentó Ondinia.

–Todo el puerto estaba cerrado por la tormenta, ahora todo son libres de partir –acotó Lainer.

Narissa estaba pendiente del paisaje que le rodeaba, le encantaba observar todo y pensar en quienes vivían en esas casas, si eran felices, lo que comían, sus vidas, sus pasados, todo.

Una vez en el puerto, el carruaje les dejó dos calles antes del gran embarcadero, habían muchos carruajes y automóviles, gente caminando y corriendo, gatos, perros y una que otra rata, también. Habían muchas gaviotas que ansiaban decorar una buen pescado o simplemente cagar sobre algún despistado transeúnte.

–Ishtar¿cómo se llama el barco donde me iré? –preguntó la pequeña.

–Te irás en El reina Marminia –le buscaba con la mirada, entre tantos barcos –¿Sabes quién fue Marminia?

–Una reina de hace dos siglos que gobernó sobre Borboria –dijo expectante.

Ishtar se notaba feliz con aquella respuesta.

Coronas ☆ RumoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora