7. Dejando el nido

14 4 0
                                    

Las despedidas siempre siempre son dolorosas, sobre todo si son obligatorias, pero cuando hay personas que te aman y quieren, el adiós, toma un tono más cálido.

Narissa había dado la noticia a Velinda y Karima, y para ambas había sido un gran impacto. La primera la había criado como una madre sustituta, y la segunda sentía que perdía a una gran hermana. De todas formas, trataban de darle ánimos, de modo que la separación, fuera más agradable y Narissa se sintiera a gusto, en el viaje.

Cuando en Mirte, corrió la noticia, muchos aldeanos sintieron que la isla estaba por perder un gran tesoro. Puede que Narissa fuese noble, pero tenía una gran responsabilidad humanitaria, solía visitar la aldea constantemente, a veces en compañía, y en otras sola. Había jugado con los otros niños, había ayudado en la construcción de casas, clínicas y escuelitas; había creado plazas y hermosos jardines. Siempre había socorrido a los necesitados, y parecía toda una señora. Una digna nieta del terrateniente Ogen.

Muchos lamentaron su ida, pero los más adultos, comprendieron aquella medida. Era por protección y muchos habrían hecho lo mismo.

Karima se dispuso en aquella semana a diseñar todo un nuevo vestuario para su amiga, desde vestidos simples, hasta los más elaborados, Velinda y los sirvientes, escribieron cartas, y prepararon algo especial para el día de su ida. Ogen en tanto, no había hecho mucho para solventar la pena de su nieta. No parecía importarle que ella se fuera lejos, con desconocidos. Y muchos lo tildaron de insensible.

Narissa en cambio, empezó a repasar acerca de la capital. Lo que recordaba de aquello, era gracias a su institutriz, y los libros. Sabía que el castillo, estaba en medio de la ciudad, esculpido en el pico del monte. El Rey Abbas, era el veinticieteavo gobernante de Zurza, y su emblema, era un cisne blanco alado, coronado. Su esposa era la reina Corintia, proveniente del distrito de Samria. De ésta unión, había nacido la princesa heredera, conocida como la princesa cisne, Clarissa. La princesa tenía 18 años, y tenía 5 doncellas a su disposición, una de ellas, se casaría pronto, lo que dejaría una vacante.

Su deber, sería acompañar a la princesa, ser su confidente, amiga, ayuda, etc.

Gracias a la ayuda de las demás, comenzó agradarle la idea de la capital, pero igualmente, guardaba un poco de temor. Esperaba en el fondo, ser una buena amiga para la princesa.

La familia de Karima, también estaba triste por su partida. Farruk y Melek, los padres de la pelirroja, habían dispuesto del shipling, para que viajara sin problema y de forma cómoda. Karima la acompañaría hasta la isla aduanera de Rongo, luego tendría que seguir sola, hasta la capital. Los últimos días, visitaba su jardín, escondido en la cueva de la gran torre. Los botones de rosas estaban por florecer, le dolía saber que tendría que perdérselos. Su consuelo era la hermosa vista al océano, mientras a lo lejos se veían los tres picos de la isla Cetra, la isla deshabitada, que estaba al final de la lista.

Finalmente, llegó el día que tendría que partir, a penas si durmió la noche anterior, su corazón y su alma lloraban, pero debía mostrar valor, era la nieta del gran terrateniente Ogen, no podía mostrar flaqueza ante esa situación. Velinda entró en la habitación, la saludó como todos los días, pero esta vez, venia acompañada de Karima, quien trataba de aguantar sus lágrimas. Se abrazaron, y las lágrimas no se hicieron esperar, era difícil separarse, había aprendido a ser una, a pensar como hermanas, sus secretos y confidencias, nadie podría guardarlos como ellas dos.

-Te e traído un nuevo guardarropa -dijo su amiga, una vez que dejaron de llorar desconsoladamente -no quiero que estés en la capital, sin el vestuario apropiado, mi hermana mayor a estado allá, y dice que todos son muy excéntricos, que no ocupan cosas simples y no vuelven a ocupar el mismo vestuario dos veces

Coronas ☆ RumoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora