36. Los últimos secretos

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Días después de que Narissa había declarado querer volver a la capital, todos habían tratado de hacerla desistir de aquella idea. Pero la chica ya lo había decidido, volvería, pero no para ser compañera de la princesa, si no para ser senadora, se quedaría con Ishtar, y si ella no la aceptaba, buscaría otros medios. Ninguno de los presentes, puedo hacerla cambiar de opinión.

Los tres adultos, finalmente decidieron que lo mejor sería apoyarla, no podían alejarla del mundo exterior, ella ya había madurado, para estar más que segura, que ese era el mejor camino. Poco después, había llegado una carta del rey, donde ya se había enterado que Narissa ya se hallaba a salvo. La muchacha tomó la misiva como un motivo para volver, las últimas piezas del rompecabezas de su origen y de la vida de su madre, se hallaban en la capital, específicamente en el castillo.

Gracias a las gestiones de Karima, todos viajaron en el shippling. Narissa había madurado, su firmeza era lo que todos podían percibir ahora.

Las dos amigas, por otro lado, se burlaban de que Kay se hallaba atemorizado de la altura, viajaba siempre en un barco, pero al no ver nada más que nubes en vez de agua, había sentido rechazo a acercarse a la borda.

– ¿Crees que sea buena idea volver al castillo? –preguntó Karima.

–Debo ir, necesito respuestas.

El mar del Zafiro Elefante se veía inmenso desde la altura, y Narissa estaba segura, que podía haber viajado así muchas veces, y agradeció que los piratas no tuvieran aquella tecnología, de lo contrario, habrían sido invencibles.

Poco antes de llegar a Rongo, Rama pidió hablar con su hija.

–¿Qué sucede? –había preguntada extrañada Narissa.

–Necesito pedirte un favor –miró hacia todos lados –ya que estás decidida a ir al castillo, necesito pedirte, que por favor, no digas que soy tu padre.

–¿por qué no? –¿Por qué ocultar su verdadero origen?

–Eso solo haría crear tontos rumores acerca de tu madre, y de ti. Viviste en la capital, sabes cómo se comportan ahí, es mejor que ellos sigan creyendo que yo morí. No se lo digas a nadie ¿está bien?

Narissa recordó a Lainer y Ondinia, también a Oria. En ellos podía confiar, solo a ellos les habría confiado aquel secreto, sin embargo, a pedido de su padre, callaría.

Cuando llegaron al castillo, Narissa fue en compañía en Karima, Ogen e Ishtar. Karima decidió esperarla fuera de la sala de los reyes, de modo que adentro pudieran hablar con calma. En su interior, estaban el rey Abbas y la reina Corintia, ésta última no parecía nada contenta con ver a Narissa nuevamente.

–Qué bueno verla sana y salva, lady Narissa –dijo el rey con verdadero placer –espero que los piratas responsables, tengan su merecido.

–No os preocupéis por eso alteza, mi abuelo ya lo ha solucionado –dijo con solemnidad, ya no había rastro de ingenuidad en su voz.

–¿Por qué habeís vuelto lady Narissa? –preguntó de mala gana la reina.

–Como bien saben, deseo ser parte del senado, es por eso que he vuelto a la capital, seguiré bajo la tutela de lady Ishtar, con la aprobación de mi abuelo.

–Sería mejor si volvieras a ser una de las damas de mi hija –interrumpió el rey –ahora que no cada nadie, le vendría bien tu compañía.

–Querido...–intentó decir la reina.

–Lo lamento alteza, pero mi deseo es ser senadora, y la princesa ya a dado su veredicto.

–Y yo soy el rey, si quiero, puedo hacer que ella te acepte.

Coronas ☆ RumoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora