18. Conociendo a Raissa

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Narissa despertó acalorada al día siguiente, Oria seguía durmiendo a su lado. Eran alrededor de las diez de la mañana, y todo estaba en silencio. Salió de su cama trastabillando, y se acercó al balcón, afuera había neblina, de esa que no te dejaba caminar sin tropezar con algo o alguien.

¿Qué hacer ahora?, Se preguntó a si misma.

Clarissa realmente la odiaba, aunque en el fondo, seguía encontrando algo infantil sus reacciones, frentes a los hechos. Pero ella solo era una subordinada, no podía contradecir a la princesa. Tampoco estaba segura que pasaría con Oria, ¿Y Lainer? Él la había defendido, y no estaba segura que haría la princesa contra ella, gracias de él.

Aquel día, el desayuno no llegó, y Narissa tuvo miedo de ir por él. Oria despertó con sus rosados cabellos enmarañados, y buscó a uno de los guardias en el pasillo, para que mandara a llamar al senador Lainer. Minutos después, él llegó con un carrito repleto de comida.
Sus estómagos empezaron a rugir, considerando que no comían desde el día anterior.

Es atento y preocupado, pensó Narissa un tanto ruborizada.

Lainer les pidió que se sentaran a la mesita, que había movido sin esfuerzo del balcón hacia el interior de la habitación. Y con dulzura y carisma, procedió a servirles leche saborizada, con pasteles y panecillos.
Durante todo ese proceso, ninguno de los tres había emitida una palabra, salvo para saludarse, cuando llegó el senador.

– ¿Qué ocurrirá ahora? –rompió el silencio la peli rosa.

– Mmmmm...–Lainer comía un pastel de trufas –Clarissa no a mencionado el incidente, ni ninguna de su séquito.

– ¿Volveremos a nuestros hogares? –preguntó la de cabellos pasteles.

– Aún no lo sabemos, no estoy seguro de que hará mi prima ahora –no se atrevió a mirarla directamente a los ojos.

Su rostro arañado, aún estaba algo inflamado por la golpiza de la princesa. Narissa le daba vergüenza su rostro, pero sobre todo de ella misma, la princesa había logrado hacerla sentirse menos.

– Lainer –preguntó con timidez la muchacha de ojos lilaceos –¿Tú sabes algo acerca de mi madre?

– ¿Tú madre? –parecía confundido –¿Qué ocurre con ella?

Narissa no estaba segura de cómo planteárselo.

– Tengo entendido que mi madre vivió aquí –dijo buscando una idea concreta –cuando bailé con el rey, y antes de eso, el me hizo un comentario acerca de mi madre, de Raissa, y mi primer día aquí, encontré una habitación llena de retratos de ella, además.....creo que..

– ¿Qué? –preguntaron Oria y Lainer, intrigados por las preguntas.

– El día que se suponía que debía ver a Clarissa en el jardín, a quien vi, fue a Kay y el dijo algo que no comprendí –volvió a aquel día, en el jardín, con la neblina, sin comprender nada –él dijo que yo fui la chica que llamaron princesa, y que todos conocían mi pasado...¿Creen que esté relacionado con el trato de la princesa? Además, Kay dijo que nadie sería ... Bueno conmigo, o algo así.

Oria y Lainer se miraron por unos segundos, meditando todo. Hasta que el senador pidió que ambas se arreglaran, porque irían a la ciudad.

– ¿Por qué iremos allá? –preguntó Oria aún más confundida.

– Conozco alguien que conoce muchas historias del castillo, de hecho, Narissa la conoció en la fiesta.

–¿En serio? –Narissa no recordaba a nadie importante en la fiesta.

Coronas ☆ RumoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora