5. Piratas

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En medio de la neblina, una isla de tierras oscuras y cubiertas por un frondoso bosque de pinos negros, aparecía mágicamente entre las aguas del Mar del Zafiro Elefante. El gran navío, llevaba una bandera negra ondeante, con una calavera que escupía una serpiente. El mascarón de proa era una sirena, con los pechos descubiertos y parecía pedir un abrazo.

El barco atracó en un puerto en mal estado, con una tenue luz como faro. Comenzaba amanecer, y las nubes tormentosas y la neblina, se tornaron de color azul. Muchos hombres empezaron a bajar, reían y bebían, feliz por el atraco, que había salido en beneficio de ellos, habían robado varios caballos, 50 sacos de oro, y 47 barriles con harina y maíz.

Los caballos se venderían a buen precio en el mercado negro, el maíz y la harina, lo cambiarían por especies y cosas para comer, y solo la octava parte seria para arreglar las zonas afectadas en el atraco.

Un hombre con un sombrero negro de tres puntas, bajó escandalosamente del barco, su largo abrigo de cuero negro, escurría las tenues gotas que caían.

- ¡Moller! -gritó en dirección al barco -quedas a cargo de la Sirena Oscura, si algo le llega a ocurrir, no esperes piedad de mi espada.

- ¡Descuide Capitán! -gritó Moller desde la proa.

La Sirena Oscura, era un bergantín, de madera oscura, con calaveras de adorno; había sido testigo de innumerables atracos y asesinatos. Sus tablas estaban bañadas en sangre y oro.

El capitán caminaba a paso decidido en un camino de tierra, la lluvia volvía a ser intensa, pero no como en el mar, nada era igual que en el mar. 15 minutos caminando, y por fin apareció luz. Era una aldea escondida entre la niebla y el follaje. Solo los entendidos, sabían de su existencia. El hombre entró en una edificación de dos pisos, su interior estaba bastante iluminado, y todos estaban ebrios, cantando, o haciendo cualquier tontería. El capitán subió al segundo piso y en un rincón, encontró a un hombre regordete, hostigando a una muchacha.

- ¿No te aburre molestarlas? -preguntó el capitán.

- Nunca -comenzó ahogarse de la risa -y dime, ¿Qué tal el paseo?

-Muy estimulante y benéfico -dijo irónico -viejo zorro, tenías razón, esa isla era perfecta, ni siquiera tenía defensas.

- Te lo dije -volvió a reír -claro, espero mí paga.

- Está en mi barco, esperando con una buena botella de ron -empezó a reírse -ahora dime, Botus ¿Cual es la siguiente parte del plan?

Ambos hombres rieron, mientras la isla Mirte, se recuperaba lentamente.

Coronas ☆ RumoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora