Capítulo 02

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Narra Solange:


Once de marzo. Nueve de la mañana.
Estaba durmiendo plácidamente hasta que comencé a sentir los molestos rayos del sol sobre mis párpados, abrí los ojos lentamente y me encontré con un chico rubio durmiendo al lado mío, abrazado a una de mis almohadas.
Me senté rápidamente en la cama y comencé a tratar de averiguar qué fue lo que pasó anoche; de la nada recordé que nos quedamos dormidos viendo televisión. Reí por lo bajo al pensar en todas las cosas que se me habían ocurrido. Dios, ¡qué mente tengo!
Me quedé mirándolo, su cara estaba relajada, su cabello estaba más despeinado de lo normal y una sonrisa casi invisible se asomaba por la comisura de sus labios.

—Dios, pareces un ángel...

Una vez que dije eso, comenzó a moverse un poco. Rogué en mi interior que no haya escuchado el comentario que segundos antes dije de manera inconsciente.
Me hice la tonta y me levanté de la cama para caminar hasta el baño y darme una ducha; cuando terminé de hacer todo, volví a mi habitación para terminar de arreglarme. Fue entonces cuando ví a Guido sentado en el borde de la cama.
Le lanzé una pequeña sonrisa que fue correspondida casi al instante.

—¿Dormiste bien? —Pregunté tratando de aligerar el ambiente.

—Sí. Aunque no debí haberme quedado... 

—¿Porqué no?

—Porque no, no acostumbro a hacer eso. Además, en este momento yo debería estar trabajando en el estudio, con mis hermanos.

—Entonces... ¿Te vas al estudio?

—Si queres que me vaya, me voy.

—No dije eso, sólo te pregunte. Quédate, yo voy a hacer el desayuno. —Le sonreí amablemente.

—Bueno, desayunamos juntos y después me voy. —Dijo correspondiéndome la sonrisa.

—Está bien.

Mientras que Guido se daba una ducha en mi baño, realicé la misma rutina de todos los días, con la excepción de que al momento de preparar el desayuno, lo preparé para dos personas. 

—Mmm, qué rico olor que tiene eso. —Dijo refiriéndose al café.

—No se qué es lo que estás acostumbrado a desayunar, pero hice café y tostadas.

—Soy bastante simple a la hora de desayunar. —Dijo sentándose en la mesa.

El ambiente estaba invadido por un silencio bastante incómodo. Nos comunicábamos a travez de miradas y pequeñas sonrisas, pero eso no era suficiente.

—Así que... ¿Parezco un ángel cuando duermo?... No lo sabía.

Me quedé estática, puedo jurar que estaba ruborizada. Estaba terminando de masticar la comida, lo cuál me dio un poco más de tiempo para pensar una excusa.

—Escuchaste mal. 

—Yo escuché muy bien.

—Nada que ver.

—Mirame a los ojos y decime que no dijiste eso.

Levanté la mirada e intenté mirarlo por más de cinco segundos, no pude. Ni siquiera podía hablarle normalmente y él pretendía que lo haga mientras lo miraba a los ojos. ¡Já!

—Bueno, si, lo dije. Que se yo, te veías tierno...

—Vos sos tierna. —Dijo sonriéndome.

—Eh... Tomate el café que se te va a enfriar. —Dije mientras intentaba ocultar mis mejillas ruborizadas.

Cuando terminamos, por más que le insistí en que no haga nada, aún así quiso ayudarme a ordenar y limpiar todo lo que habíamos ocupado en el desayuno. Bastante caballero y cabeza dura, a decir verdad. 
Su celular empezó a sonar, atendió y estuvo hablando durante unos minutos; cuando colgó se acercó hacia mi.

—Me llamó uno de mis hermanos, me dijo que tengo que estar en el estudio dentro de veinte minutos. ¿Venís conmigo? 

—Voy a sobrar ahí...

—Dale, no pasa nada. Vamos, me quedo un ratito y después hacemos lo que quieras.

—Bueno, está bien.

Agarré mis cosas y salimos directo al estudio.
Mientras íbamos caminando, él me venía hablando sobre cosas sin sentido, mientras que yo en mi cabeza pensaba excusas para "zafar". Para mi mala suerte, se me ocurrieron varias excusas, pero justo cuando ya estábamos atravezando la puerta de entrada del lugar. Caminamos a travez de un pasillo hasta llegar a una sala de gravación, que era más parecida a una oficina que a otra cosa.
Ahí adentro estaban los mismos chicos que estában anoche en el bar; sus hermanos Gastón y Patricio. 
Se avalanzaron sobre Guido y comenzaron a decirle cosas tales como: "Es tarde, Guido. ¿Dónde estábas?", "¡Nunca más te vuelvas a desaparecer así!" y "Nos tenías preocupados, ¿qué hiciste anoche?".
Guido les hizo una seña con la cabeza y de pronto, ellos se encontraban mirándome, pero no de mala forma, sino con sorpresa, creo que no esperaban volverme a ver, y mucho menos ahí.

—Eh... Hola. —Dijo Gastón sonriendo.

—Hola... —Dijo Patricio sonriendo, ruborizado a más no poder. 

Les devolví el saludo y la sonrisa a los dos.
Gastón y Patricio estaban jugando con los acordes de sus guitarras, mientras que Guido me explicaba cómo trabajában y qué es lo que hacían cada vez que se reunían ahí.
A pesar de lo incómodo que fue el ambiente al principio, con el paso de los minutos, el ambiente se fue aligerando y todos nos relajamos un poco. 
Hubo un momento en el cuál Guido se fue a hacer las revisiones de la lista de canciones que iban a tocar en el próximo show, fue ahí cuando me quedé sola en un rincón de la habitación y Patricio se me acercó...

—Te quería pedir disculpas.

—¿Porqué? —Dije mirándolo confundida.

—Por lo de anoche... 

—Ah... —Dije mientras que sentía los colores subiendo por mi rostro.

—Estaba medio borracho y no pensé que te iba a volver a ver, así que pensé que si me desubicaba un poco no iba a haber problema... —Dijo mientras se llevaba una mano a la nuca, y se rascaba levemente, como intentando sacarse el nerviosismo.

—Está todo bien, Patricio. —Dije sonriendo.

—Decime Pato. —Dicho eso, volvío a su trabajo.

Hicieron la revisión de las canciones que tenían pensado tocar en el próximo show, y luego cada uno se fue a hacer lo suyo.
Guido me invitó a almorzar a su casa, dijo que quería compensarme por haberlo dejado dormir en mi casa, acepté sin dudarlo; hay algo en él que me hace confiar, algo que me hace sentir segura a pesar de todas las cosas malas que podría lllegar a hacerme debido a que casi no lo conozco.




Cuando llegamos a su departamento decidimos que era mejor si pedíamos comida por delivery, ya que ninguno de los dos estába interesado en cocinar.
Mientras espérabamos el pedido, me mostró sus guitarras y algunas de las canciones que estaba escribiendo en ese momento. 
Por lo que leí en esas hojas repletas de frases y notas musicales, me di cuenta de que en verdad es muy talentoso. Se me pasó por la cabeza que si su voz es así de linda normalmente, debe ser aún más preciosa cuando está cantando, así que prácticamente le rogue que me cante algo.

Tomó una de sus guitarras acústicas y comenzó a deslizar sus dedos sobre las cuerdas, poco a poco se comenzó a escuchar una tranquila melodía, que llevaba ésta letra:


"Recuerdo que olvidé decirte lo mejor, decirte que aprendí a pedir perdón.
No puder evitar ponerme a pensar, porqué la vida fue frágil en ti..."


Cuando terminó de cantar, se hizo un silencio sepulcral. Yo quería seguir oyendo el dulce sonido de su voz.
Nos empezamos a acercar, ya casi no quedaba espacio entre nuestros labios...



Sacrificios [Guido Sardelli] [Sin editar] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora