Narra Guido:
Desperté por el incesable sonar de mi celular. No quería contestar porque me veía incapaz de articular palabra alguna estando en éste estado... Tenia una terrible resaca que amenazaba con hacer que mi cerebro explote, no recordaba nada de lo que había hecho la noche anterior y rogaba a Dios que no me estuvieran llamando para ir a trabajar al estudio. Era lo último que quería hacer.
Después de la entrevista de anoche, el conductor del programa televisivo nos invitó unas copas y para no quedar mal, aceptamos sin dudarlo. El problema es que mis dos hermanos están profunda y naturalmente acostumbrados a beber en exceso y no sufrir las consecuencias, al contrario de lo que me pasa a mi... Ocho copas y me olvidé por completo de mi nombre y probablemente también me haya olvidado de mi dignidad, Dios quiera que no, no sé que soy capaz de hacer estando con unas cuantas copas demás encima...
La música de la llamada entrante me estaba crispando los nervios, me levante brúscamente de la cama y agarré el celular con intenciones de antender la llamada, sea quién sea.
Llamada entrante de Sol.
No quería contestar, tenía un mal presentimiento, pero si no contestaba corría el riesgo de que ella se enojara conmigo y eso era lo último que quería que pasara entre nosotros... Hablando de nosotros, ahora que recuerdo, ayer por la mañana habíamos acordado vernos en algún momento del día, ¿que pasó con eso?... Quizás me está llamando para hablar del tema.
O quizás no...
—Hola. —Dije intentando no sonar adormecido. Oí un suspiro cansado y luego finalmente escuché su voz.
—Tenemos que hablar. —Corto y conciso. Esas tres palabras me dieron ese sentimiento de miedo y curiosidad que odiaba y deseaba no sentir nunca, bajo ninguna circunstancia. Pero era tarde para eso, la sensación ya me había invadido por completo, provocándome los nervios más grandes de toda mi vida, ni siquiera sobre el escenario me sentía así.
—Ya estamos hablando. —Contesté con el mismo tono frío que ella había utilizado antes conmigo. No entendía porque me ponía a su nivel, pero no quería quedarme atrás, no me quería dejar ganar. Comencé a caminar por toda la habitación, sólo para esfumar los nervios.
—Tiene que ser en persona, Guido. —Fría. Fría. Fría. La antártida... Un poroto al lado de ella. Suspiré rascándome la nuca.
—Vení al hotel entonces. —Rematé usando un tono de voz que seguramente la hizo darse cuenta de que me estaba hartando un poco su frialdad y su forma de actuar.
—No. Están tus hermanos y no quiero que escuchen. —Contestó con firmesa.
—No, no están. —Respondí casi al segundo, no mentía, mis hermanos no estában por ninguna parte. Fruncí el seño. —¿Porqué no querés que escuchen?
—Porque es algo entre vos y yo. —Contestó haciendo énfasis en las palabras "vos" y "yo".
—¿Que cosa? —Pregunté con miedo. Ya no sabía qué era lo que estaba pasando...
—Ya te vas a enterar.
Cortó, dejándome parado con el celular en la mano, como un completo estúpido.
Me quedé mirando la nada, distraído con mis pensamientos que no dejaban de atormentarme.
Cuando una mujer pronunciaba esas tres palabras; "Tenemos que hablar", era una auténtica película de terror, nada bueno podría salir de eso...
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Sacrificios [Guido Sardelli] [Sin editar] ©
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