Narra Solange:
—¿Me quieren explicar qué está pasando? —Patricio me miraba con la cara descompuesta y yo... Bueno, yo estába sobrando en aquella escena, pero tampoco me podía ir, de alguna forma u otra ya era parte de ella. Mierda. —No quiero tener que volver a preguntar... —Insistió el rubio, ésta vez con una voz más firme y amenazante. No paraba de mirar fijo a Patricio, parecía querer comerselo con la mirada...
—¿Patito? —Gritó nuevamente esa voz que tan conocida se me hacía, aunque lo intente, no puedo darme cuenta de quién es...
Pero esa duda no me duró mucho tiempo...
La puerta de entrada había permanecido cerrada durante todo el transcurso de la conversación, pero ahora, comenzaba a abrirse lentamente, dejando ver una hermosa mujer con cabellera castaña que, al levantar la cara, hizo una expresión de sorpesa al dirigir su mirada al rubio. ¿Se conocían?
Guido tenía la cara de todos los colores, apretaba los puños con mucha fuerza y miraba a la chica y a Patricio con... ¿Odio?
—Guido... —Dijo la muchacha con sorpresa, el rubio ni siquiera la miró.
—Malena, va a ser mejor que te vayas... —Dijo Patricio, mientras se rascaba la nuca e intentaba esquivar la penetrante mirada de su hermano.
Ella asintió sin decir nada y entró al departamento nuevamente, minutos después, salió con una cartera en el brazo y el pelo sobre la cara, no miró ni se despidió de nadie.
El silencio se había hecho presente, la incomodidad se había metido en nuestros cuerpos para luego comenzar a mezclarse con nuestra sangre, haciéndose parte de nosotros.
Éntramos al departamento, y éramos tres personas, pero parecía que no había nadie.
Decidí hablar, el silencio me perturbaba cada vez más.
—¿Y... Quién era la chica esa? —Me atreví a preguntar luego de notar que nadie más hablaría si yo no lo hacía primero.
—Nadie... —Se adelantó a decir Guido, mirando de reojo a su hermano.
—Mejor me voy. —Dijo Patricio mientras sentía la mirada del rubio.
—No, vos no te vas a ningún lado. —Dijo el rubio mientras se acercaba lentamente hacía él, con las claras intenciones de golpearlo. Patricio dio un par de pasos al frente, quedando cara a cara con su hermano.
—¡Basta, cortenla! —Dije poniéndome en medio de los dos. —Quiero que me expliquen qué es lo que está pasando, ¿quién era ella?
Guido me miró con dolor y tristeza. ¿Acaso dije algo malo?
—¿Querés que te diga?
—Sí. —Contesté con firmeza.
—Es mi ex. —Lo miré sin entender. —La chica de recién, es mi ex. —¿La... la ex? Pero... ¿Qué? No recuerdo haber oído nada sobre alguna "ex".
—¿Y que hacía con Patricio? —Pregunté alzando una ceja.
—Eso mismo quiero saber. —Contestó Guido mirando a su hermano con el ceño fruncido, apretándo la mandíbula, haciendo 'chirriar' sus propios dientes.
—Estábamos hablando... Nada más. —Dijo Patricio sonriendo, haciéndose el 'canchero', sabía que con esa actitud provocaría muy fácilmente a su hermano.
—Te conozco flaco, lo que menos haces es hablar con las mujeres. —Dijo Guido intentando quitarme del medio, sin ser brusco.
—¿Pero que decís? ¡A Solange nunca le hice nada!
—¡A Malena sí!—Dijo el rubio mientras tomaba al morocho por el cuello de la remera.
—¡Soltame! Acordate que soy tu hermano mayor, pendejo. —Contestó Patricio mientras dirigía una de sus manos al cuello de Guido.
—Lo sos, pero no por eso tenes derecho a cojerte a una chica que fue o es mi novia.
—¡A Solange no le hice nada!
—No, pero le tocas un pelo y te reviento.
Así estában, a un paso de matarse. ¿Y yo? Ahí, junto a ellos, mirándo todo desde el primer plano.
No sabía que hacer o qué decir, no sabía como reaccionarían, y de reaccionar mal, ¡¿cómo los iba a separar en caso de que comenzaran a golpearse?!
Estába entrando en pánico, y lo peor de todo es que no tenía mucho tiempo para pensar.
Tomé a Patricio del brazo y lo encaminé hasta la puerta, directamente le cerré la puerta en la cara sin siquiera dejarlo decir una sola palabra. No sabía que estába pasando, pero estába segura de que Guido tenía la razón; no tenía ninguna prueba, estába siendo guíada por mi instinto, que pocas veces fallaba.
El rubio estába sentando en el sofá, con la cabeza entre las manos; predominaba el silencio y la incomodidad. No estaba dispuesta a soportar otra escenita más, por lo tanto, fuí hasta la puerta y giré el pomo con la intención de irme.
—Perdón por lo de recién... No te vayas, no quiero estar solo... —Pronunció en un murmuro casi inaudible. Solté el pomo y me di la media vuelta.
—Me quedo si me explicás todo... —Asintió sin siquiera mirarme. Cerré la puerta, me acerqué lentamente y me senté a su lado.
—Malena y yo fuimos novios hace varios años, duramos cinco meses pero ella me gustaba mucho, y sufrí demasiado cuando cortamos...
—¿Y Patricio que tiene que ver en eso?
—Cortamos porque él se acostó con ella...
Me quedé en silencio, no tenía ninguna excusa para justificar aquella acción.
Lo miré con ojos expectantes, había levantando la cabeza y estába mirando fijamente un punto perdido en la pared.
—Deberías olvidarte de eso, ya pasó. Ahora estás conmigo. —Aquellas palabras habían salido de mi boca sin mi permiso, y lo noté justo cuando Guido dejó de mirar a la pared para posar sus ojos marrones sobre mi.
—Después de lo que te hice no creo que quieras estar conmigo. —Dijo usando un tono de voz tan melancólico que por un momento pensé que rompería a llorar frente a mi.
—Estuve pensando... —Me miro. —Pelear no nos sirve de nada, si vos decís que no lo hiciste intencionalmente, te creo.
—¿En serio? —Preguntó mirándome con los ojos bien abiertos, parecía sorprendido. Asentí mostrando una pequeña sonrisa. —Perdoname. —Dijo bajando la cabeza, encogiéndose de hombros y mirando para otro lado.
—Ya te perdoné. —Levantó la cabeza para mirarme.
—¿Segura?
—Sí. —Contesté abrazándolo, sintiéndolo cerca mío. Lo había extrañado, era un hecho.
También era un hecho que a pesar de todo, siempre lo iba a amar.
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Sacrificios [Guido Sardelli] [Sin editar] ©
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