Capítulo 11

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Narra Solange:

Luego de que Guido me hiciera aquella pregunta, me quedé en silencio pensando en las ventajas y desventajas que tendría si la situación se llegara a dar. Al menos para mi, no sería algo remotamente malo; si bien me sentiría un poco 'usada', no me disgustaría en lo más mínimo. Después de todo, estaría saboreando sus labios... Esos labios que tanto extrañé, y aún continúo extrañando de manera insana.
Para Guido, según lo que le dijo a Gabriel, sería la oportunidad de enamorarse un poco más, aunque en éste momento no le creo ni una sola palabra. Creo que si me amara aunque sea un poco, me hubiera dejado explicarle como fueron las cosas realmente; pero en lugar de eso disfruta haciendo su papel de chico histérico. 

Lo tenía frente a mi, ni siquiera podía mirarlo a los ojos sin que se me revolviera el estómago.

—Dudo mucho que nos vayan a poner justamente a nosotros dos para hacer eso...

—¿Porqué decís eso?

—Porque Gabriel sabe que vos te vas a... Nada, nada. —Mierda. Había hablado demasiado y había metido la pata tan profundo que Guido se me quedó mirando y aunque tardó unos cuantos minutos en reaccionar, finalmente me respondió...

—¿Que yo me voy a qué? —Preguntó confundido.

—Respiré hondo. Me iba a costar horrores explicarle como fué que llegué a escuchar aquello. —¿Cuál querés saber, la historia corta o la larga? Bueno, en realidad... No hay mucho que expli...

—¡Dale, decime! —Y esto lo había dicho a los gritos... Por primera vez desde que lo conozco, me había levantado la voz., y no necesariamente para decirme algo lindo.

—¡A mi no me grités! ¡Si querés que te diga, bajame el tonito porque así no vas a conseguir nada! ¡Estaba caminando por ahí y de la nada escuché que alguien gritó mi nombre, y que vos no me querés besar porque tenes miedo a engancharte conmigo! Y bueno, eso... Me dió curiosidad y me quedé. Listo, ahí tenés. —Todo lo dije a los gritos, en un tono acelerado y brusco. Me había hecho enojar y nada más había sido porque me estaba gritando. 

Luego de varios segundos me dí cuenta de lo que había hecho, le había soltado todo en la cara, incluso aquello que me veía incapaz de pronunciar estando calmada.
Me miró con los ojos bien abiertos, se acercó lentamente a mi y me agarró suavemente de la cintura, casi con timidéz. Por un momento pensé que iba a mover sus labios para contestar todo lo que yo había dicho anteriormente, pero no... Bueno, de hecho, movió sus labios, pero no para hablar... Sino para besarme.
Así como sus manos estaban en mi cintura, las mías terminaron en su cuello. Sus labios se movían sobre los míos lentamente, como si tuviera miedo a lastimarme con el simple roce de los suyos. Lo sentí ansioso pero a la vez dulce.
Tras varios segundos, separó sus labios de los míos, pero mantuvo la cercanía apoyando su frente con la mía.

El ruido de unos nudillos golpeando la puerta nos sacó bruscamente de nuestra burbuja, nos separamos e hicimos como si nada hubiese pasado...

—Eh... Adelante... —Dijo Guido mientras se apoyaba contra la pared con porte canchero, intentando disimular.

Valeria había sido quien nos sacó de semejante momento, honestamente no sabía si la quería o la odiaba.

—Estábamos hablando, nada más... —Me adelanté a decir antes de que ella pensara cualquier cosa... Ya que si lo hacía, no estaba del todo errada.

—Y sí, ¿qué más iban a estar haciendo?

—La gente puede pensar cualquier cosa. —Se apresuró a decir Guido, nervioso.

Sacrificios [Guido Sardelli] [Sin editar] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora