Capítulo 17

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Narra Solange:

El despertador había sonado tan fuerte que casi me quedé sin oídos. Luego de apagarlo y de recargarme sobre la cama, pensando en todo lo que tenía que hacer en el día, lo primero que hice fue tomar mi celular y revisar los mensajes que tenía sin leer. El aparato no había dejado de sonar en toda la noche, puesto que estaba demasiado cansada como para levantarme y contestarlos, los ignoré y continué durmiendo.

Buzón de entrada [17]

Contesté absolutamente todos, imponiendo prioridad en los del rubio, como normalmente hacía.
Los mensajes se basaban en Guido y en sus ansias de verme, pero claro, no le podíamos dar rienda suelta a sus deseos ya que él no se encontraba en su departamento... Puede que haya olvidado mencionarlo; la banda no había parado de recibir propuestas laborales, se quedaron realmente encantados con una de ellas y para concretarla, debían tener un disco listo dentro de los próximos tres meses, lo cuál era casi imposible de realizar estando los tres hermanos tan distanciados entre sí  y estando faltos de un estudio dónde llevar a cabo la realización del disco.
Por eso, Gabriel Grieco movió algunos contactos y logró conseguirles un estudio de grabación que les quedaba bastante lejos a todos, pero aún así, aceptaron sin dudarlo. El único inconveniente fue que los tres debieron mudarse temporalmente a un hotel ubicado en la misma calle que el estudio de grabación.

En lo que me quedaba del día, tenía que hacer millones de cosas y no podía ir a ver al rubio inmediatamente. Hace unos meses atrás, al tener tanto tiempo libre al "divino botón", había decidido meterme en algunos cursos y luego de eso, se me ocurrió que sería una gran idea si continuaba con aquella carrera de modelaje que había dejado a los diecinueve años.
Entre mi trabajo principal, los cursos y el modelaje no me quedaba mucho tiempo libre durante el día... Exacto, durante el día... Por eso tenía planeado ver a Guido durante la noche...

Igualmente, a pesar de lo mucho que deseaba verlo y las horas que había gastado pensando en él -por no mencionar que también quería ver a mis dos cuñados-, algunas horas después, de saber con lo que me iba a encontrar al atravesar aquella puerta, habré deseado no haber salido NUNCA con aquel chico del bar, ese que siempre se sentaba en el mismo lugar y la mayoría de las veces estaba acompañado por dos chicos, que resultaban ser sus hermanos...

~

Había estado trabajando desde las diez de la mañana hasta las once de la noche, estába agotada tanto física como mentalmente, pero aún así me tomé una hora más para ducharme, cambiarme y dirigirme hacía el hotel de los Sardelli's.
En el camino me di cuenta de que me había pasado el día entero pensando en el momento de vernos y de recibir ese beso que anhelé hasta el cansancio. Tenía miedo de que mis expectativas sean demasiado altas y termine sumergida en un pozo lleno de decepción. Puesto que iba sin antes avisar, existía la probabilidad de que sus ganas de verme hayan desaparecido por el cansancio que debería de tener si es que fueron a la entrevista programada y luego continuaron trabajando en el estudio como me había dicho que haría.


Crucé la calle y me adentré en el edificio dónde el rubio se hospedaba junto a sus dos hermanos, rogaba que aún estuvieran despiertos y, de estarlo, que aún tuvieran energías como para soportarme unos minutos.
Iba mirando el piso. A penas logré levantar la mirada y fijar la vista en aquellas dos personas tan melosas, sentí como el corazón amenazaba con salirse de mi pecho y como los pulmones se me cerraban impidiéndo el paso del aire.
No podía apartar mis ojos de ellos.
Intenté respirar y calmarme, me obligué a mi misma a no malpensar la escena, se me ocurrió que quizá no era lo que parecía. Pero, fue una conclusión muy estúpida de mi parte, es decir, ¿cuántos chicos con una increíble mata de cabello rubio podrían estar hospedandose en éste hotel, dónde casualmente también se hospeda Guido? La pregunta se respondía sola.
Me sentí más estúpida de lo normal por intentar búscarle una explicación a lo que mis ojos estában observando. Me dí la vuelta y salí corriendo del lugar lo más rápido que pude, quién sabe a cuanta gente me habré chocado en el camino, tampoco me importaba.
Cuando llegué a mi departamento me acosté en mi cama y no me molesté siquiera en cambiarme de ropa o en sacarme el calzado. Quería encerrarme en mi habitación para siempre.
Como era de esperarse, los pensamientos comenzaron a deambular por mi mente causándome un leve dolor en las sienes. Cerré los ojos con fuerza, sentía como el aire se me iba y no volvía, déjandome al borde de la muerte, sumisa en un abismo en dónde esa imagen, esas dos personas besándose, eran lo único que podía ver, estában por todas partes, no podía dejar de verlos... Ni aunque me obligara a mi misma, recordándome que me estaba haciendo demasiado daño. No podía. No podía dejar de ver a la persona que amaba con otra que no era yo. Me dolía.
No podía con la situación, estaba completamente superada.
No voy a mentir, nuestra relación no era perfecta, pero hasta dónde yo sabía era honesta, y con eso me alcanzaba y me sobraba.
¿Cúal sería la definición de "Relación honesta" en el diccionario de Guido? Claramente no era la misma que la mía, de lo contrario, ahora no estaría besándose con... ¿La recepcionista del hotel? Daba igual, lo hecho hecho está.
Fue entonces cuando me di cuenta de que ese beso había arruinado lo más lindo que teníamos, un noviazgo de once meses -y contando-, en el que habíamos dejado lo mejor de nosotros, al menos yo...
Eso era lo peor, yo había creído todo éste tiempo en él, en todo lo que me decía...
No.
Error.
Eso no fue lo peor.
Lo peor fue que me haya pasado dos veces lo mismo, y lo que es mucho peor que eso es que no me lo esperaba por parte de Guido... Pensé que me amaba.

Sacrificios [Guido Sardelli] [Sin editar] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora