Narra Solange:
No se exáctamente cuantos segundos pasaron desde que oí a Lara decir que un chico rubio me buscaba. Me había quedado estática frente a Jonathan, quien me miraba en silencio, tratando de leer mis pensamientos.
No podía parar de pensar en la gran probabilidad que había de que aquel chico sea Guido. A ver... ¿Cuántos chicos rubios conozco? Bueno, ahora sólo puedo recordar a uno solo...
Mi "adorable" ex, continuaba frente a mi, mirándome y manteniéndome prisionera entre sus brazos.
—¿Podemos dejarlo acá, por favor? —Pedí amablemente, intentando soltarme de su agarre.
—No, no podemos.
—Jonathan, por favor. —Cada vez ejercía mas presion sobre mi, estaba comenzando a hacerme daño.
En lugar de responderme con palabras, me respondió con acciones. Me agarró la cara con la mano libre y me dio un beso. No le correspondí y eso le molestó, me soltó bruscamente y salió disparado por la puerta de la cocina.
Permanecí quieta. Siendo honesta, tenía miedo de haber arruinado todo; si bien Jonathan ya no me importa tanto como antes, aún continúabamos siendo amigos. O eso es lo que intentamos ser...
~
A penas entré a la sala, divisé a un chico de cabello rubio. Estaba dándome la espalda, por lo que podía ver, llevaba unos jeans ajustados, unos borcegos y una remera blanca. No había forma de confundirlo con alguien más.
Me acerqué a paso lento, intentando no llamar la atención de nadie para que él no volteara y me viera; ni siquiera sé por qué estaba haciendo eso, sólo sabía que no quería que él me viera primero.
Para mi mala suerte, mi plan no funcionó. Lara, quién había abierto la puerta y me había avisado que alguien me buscaba, sonrió al posar sus ojos en mi; eso hizo que mi rubio "amigo" sintiera curiosidad y volteara para fijar sus ojos en mi. Sentí mis mejillas arder.
A medida que nos acercábamos, sentía cada vez más miradas sobre mi, en especial la de Jonathan...
—¿Vos? —Pregunté mientras lo miraba a los ojos, con confusión pero a la vez con alegría.
—Me hice un tiempito y me escapé para verte. ¿Hice mal?
—No. En realidad, no. Te extrañaba. —Pronuncié aquellas palabras en voz baja, ya que todos estaban mirándonos fijamente, sin perderse ni uno solo de de nuestros movimientos. Incomodidad al cien por ciento.
—Eh... ¿Podemos ir a la cocina? Tus amigos me ponen nervioso. —Dijo haciendo una mueca.
—Si, vamos.
Una vez en la cocina...
—Tengo un regalo para vos.
—¿Otro? —Pregunté con sorpresa.
—Si, espero que te guste.
En ese momento, alzó una de sus manos y puso frente a mis ojos una bolsa enorme de color blanco con rosado. ¿Como es que no me había dado cuenta de que llevó esa bolsa entre sus manos todo este tiempo? Bueno, si. Me había distraído un poquito... Con Guido.
—Agarré la bolsa con el corazón latiendome a mil.—Guido, no hace falta que gastes en mi...
—Ni lo intentes. La plata no es un problema para mi, así que vas a tener que acostumbrarte a éste tipo de cosas...
—Como digas. Igual, no voy a aceptar tus regalos siempre. ¿Oíste? —Dije mientras lo miraba como si lo estuviera retando. Obviamente, el hizo caso omiso y continuó canchereando con su sonrisa de "no me importa". No servía de nada hacerme la dura frente a él, siempre conseguía hacer que baje la guardia. Odiaba profundamente esa parte de él.
—Sólo te pido que aceptes este, te lo merecés. —Lo miré a los ojos, luego miré la bolsa que descansaba sobre la mesa. Bueno, era bastante tentador, había que admitirlo.
Sonreí en modo de "aprobación".
Agarré la bolsa y saqué lo que había adentro. Una caja. Una caja negra con un moño y una carta. ¿En serio, Guido? ¿Acaso sos fan de las cajas y las cartas o qué?
Sin dar vueltas, abrí la carta y la leí para mi misma.
"Quiero que cada vez que uses esto te sientas como la princesa que sos. MI princesa. Espero que te guste tanto como me gustó a mi al imaginarte en él..."
Sonreí al terminar de leerla. Ya me estaba haciendo una ligera idea de lo que podía contener la caja.
Guido permanecía a mi lado, sonriendo.
Abrí la caja y al ver lo que había dentro, me quedé muda, hablando literalmente...
¿Que tan bueno o malo es que un chico te regale un vestido?
Era hermoso. Blanco con beige, con detalles en el corsé y unos "flecos" en la pollera.
Realmente me había encantado, me sentía halagada al recordar las palabras que había leído anteriormente en la carta. Aún así, algo no andaba bien...
—Entonces... ¿Te gusta? —Preguntó con los ojos brillantes, como aquella noche en la que nos besamos por primera vez.
—Me encanta. Pero paremos con esto, ¿si?
—¿Parar con qué? —Preguntó con confusión.
—Con los regalos.
—¿No te gustan o qué?
—No es eso, son hermosos, pero siento que intentás comprarme...
—Me miro confundido, quizás hasta un poco enojado. Tenía el ceño fruncido y su mirada estaba divagando en alguna parte del suelo. -No intento comprarte. —Soltó finalmente. Wow, había metido el dedo en la llaga. —Me gusta hacerte regalos. ¿Eso te molesta? —Era increíble la rápidez en la que su voz había cambiado de tono; de dulce y tierno a enojado y a la defensiva. Mierda.
—No te enojes, sólo te dije lo que estaba pensando.
—¿Y que pasa si yo te digo lo que estoy pensando ahora?
—Depende de lo que sea...
—Quiero besarte.
Me quedé muda de nuevo, no pense que iba a decirme semejante cosa así como así.
—¿Eso estás pe-pensando? —¿Desde cuando tartamudeo? Definitivamente, éste chico me hacía ver cosas sobre mi misma que nunca antes había visto.
—Si. ¿Puedo?
—S-s-si. –Adiós dignidad, había vuelto a tartamuear como una estúpida. Hola nervios, el cuerpo me temblaba como si fuera una gelatina, sólo rogaba que él no se diera cuenta de eso, ya no creía poder soportar más humillación.
Y se acercó hacía mi acortando la poca distancia que nos separaba. Unimos nuestros labios en un dulce beso, mezclando nuestras respiraciones y olvidándonos del resto del mundo. Bueno.. Casi...
—Qué linda escena... Ay, disculpen... ¿Estoy interrumpiendo algo importante?
Nos separamos al instante.
No podía creer que esto esté pasando de nuevo.
La misma escena, diferente lugar.
Siempre interrumpía todo con el proposito de arruinarlo y hacer que todo se acabe. Lo sabía. Desde que lo nuestro se acabó su trabajo ha sido arruinar todas y cada una de mis relaciones amorosas.
Estúpido Jonathan...
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Sacrificios [Guido Sardelli] [Sin editar] ©
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