Narra Solange:
Hacía ya dos días de que Guido había dejado la ciudad de Buenos Aires para comenzar un tour que lo llevará a recorrer toda la Agentina junto con la banda, mientras promocionan su nuevo disco.
Hoy es mi cumpleaños número veintidós, y como nunca, acepté que mis familiares vengan a visitarme. Cosa, que por lo general, nunca hacía; prefería pasar el día sola. Casi podía ver las caras de sorpresa de mi familia en cuánto les avisé por teléfono que si querían, podían venir a verme.
Una extraña voz en mi mente me decía que estaba haciendo todo esto para no sentirme sola, obviamente la ignoré por completo.
~
Ahí estaba. Encerrada en el baño, retocándome el maquillaje y practicando caras y sonrisas frente al espejo. Típico de mi.
Mi familia había estado junto a mi durante gran parte del día y cuando se fueron, se llevaron con ellos todo el bullicio que habían causado y junto con ello, volvió la paz y la armonía que siempre reinaba en mi departamento.
Hasta que llegaron mis amigas y mis amigos... Habían traído alcohol y comida, sin mencionar los regalos. Todos eran muy lindos, pero ninguno se compara al que recibí hace un par de días.
~
—Chicos, ¿les parece si jugamos a las preguntas y respuestas? Yo empiezo.
Mara, una de mis más íntimas amigas, tenía un gran afán con ese "juego", siempre hacía preguntas peligrosamente incómodas y no te dejaba en paz hasta que conseguía lo que quería. Era algo muy típico de ella.
Comenzó a analizar a los chicos, búscando a quien intimidar.
Nerviosos, todos esquivaban su mirada, pero ella ignoraba esas acciones y continuaba con lo suyo.
Sonrió. Había encontrado a una victima vulnerable.
"¿Alguna vez tuviste una experiencia con alguien de tu mismo sexo?" Ivan, uno de mis amigos de toda la vida, se puso muy incómodo, pero no negó nada. Al contrario, lo confirmó y dio algún que otro detalle.
Mara continuó, ésta vez era el turno de una de las mujeres. Nos miró a una por una y finalmente se detuvo en Romina, mi prima.
"¿Alguna vez fuiste infiel?" Mi prima bufó y se le quedó mirando a Mara con mala cara.
—¿Porqué yo? Preguntale a Sol, mejor. —"Gracias Romina, te quiero tanto..." pensé.
Me puse incómoda al instante, esto era lo que estaba tratando de evitar desde el principio.
Mara me miró y sonrió.
—Ok. Entonces le voy a hacer diez preguntas a Sol y después sigo con vos, Ro. —Si las miradas mataran... En estos momentos ya no tendría una prima llamada "Romina"...
No existía cosa que me ponga más nerviosa que el hecho de tener frente a mi a una persona que me llenara de preguntas, lo odiaba.
Tomé aire y le hice una seña a Mara para que prosiguiera.
—Pregunta uno. ¿Cuándo fue la última vez que recibiste un beso?
—Hace un par de días.
—Pregunta dos. ¿Quién era el chico?
—Un amigo...
—Pregunta tres. ¿Desde cuándo los amigos se besan?
—A ver... Eh... Los amigos... Ehm... Bueno, la verdad es que no se qué somos...
—Pregunta cuatro. ¿Lo conocemos?
—No sé. Creo que no.
—Pregunta cinco. ¿Dónde lo conociste?
—En un bar.
—Pregunta seis. ¿Te gusta? —Mierda.
Había llegado hasta el punto en dónde tenía tantos nervios que sentía que iba a vomitar hasta los pulmones. La mayoría de mis amigos y amigas estaban en otra cosa, escuchando música y bebiendo mientras hablaban sobre sus propios temas.
Dirigí la mirada hacía otra parte, sólo para intentar disimular mis mejillas ruborizadas. Ahí fue cuando me dí cuenta de algo... Había estado tan centrada en las preguntas que no me había dado cuenta de que había alguien además de Mara y yo, estaba pendiente de la situación... Jonathan.
—Eh... —Empecé a jugar con mis manos, intentando evadir los nervios y la presión que me ejercía el tener dos pares de ojos pendientes de cada uno de mis movimientos.
—Te encanta, ¿no? ¿Son novios? —Los nervios y la incomodidad aumentaban...
—Algo así... Todavía no somos novios. —Solté finalmente. Mara sonrió. Jonathan se levantó del sillón dónde estaba sentado y se fue hasta la cocina.
Listo. Ya había metido la pata, y ésta vez había sido en serio.
Me levanté de mi lugar y lo seguí.
Estaba inmóvil, con la mirada perdida en alguna parte de la habitación. Por un momento, pensé que iva a ser mejor si no le decia nada y lo dejaba solo con su mal genio. Pero no, para mi desgracia, decidí hablarle y aclarar las cosas.
—¿Estás bien? —No me contestó. —Jonathan. —Seguía sin contestar. —Dale, ¿qué te pasa?
—Nada.
—Algo te pasa.
—Te estoy diciendo que nada, no me molestes más.
—Tengo dos motivos para molestarte. Uno, te pusiste raro y te fuiste. Dos, éste es mi departamento y yo molesto a quién se me canta. —Me miró con mala cara y por fin decidió hablar.
—¿Querés que te diga lo que me pasa? Vos me pasas. Vos y tu "noviecito". —Me soltó con un tono brusco y acusador.
—¿Porqué te pones así? —Lo mire confundida.
—Porque todavía me importas, Sol.
Y dicho eso, se me acercó acortando toda la distancia que nos separaba. Intenté alejarme de él, pero choqué contra una pared y él me tomó del brazo, evitando que me escape.
Se me estaba acercando demasiado, ya me lo veía venir...
Sentí el ruido de la puerta de entrada, alguien había llegado...
—¡Sol, un chico rubio te busca! —Gritó una de mis amigas, Lara, para ser exactos.
Y me quede helada. Muda. Pensando. ¿Un chico... Rubio? ¿Gui... Guido?
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Sacrificios [Guido Sardelli] [Sin editar] ©
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