Capítulo 14

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Narra Solange:

 "Capaz es porque se pusieron de novios y no nos dijeron... " Aquellas palabras provenientes de la boca de Valeria retumbaban en mi mente provocándome migraña. Nos miramos en silencio, comprendiendo que estábamos al borde del abismo y que pronto se enterarían de la verdad.

Y de la nada la habitación se llenó de risas estruendosas. Una vez más habíamos sido producto de una de las tantas bromas que Valeria acostumbraba a hacer cuando todos estábamos reunidos.

Agradezco a Dios el no haber hablado ni hecho movimiento alguno en cuanto escuché aquellas palabras, de otro modo, todos se hubieran dado cuenta de lo obvio de la situación.

—Dejemos de lado las boludeces y vamos a lo que vinimos. —Pronunció Gastón para luego hacerle una seña a Gabriel, quien apretó un botón del teclado de la computadora y reprodució el videoclip.

No era un video del todo normal. Se trataba de un grupo de chicas que ingresaban a un lugar dónde había música, alcohol y mucha gente bailando, era algo parecido a un "boliche".

Me llevan a ese lugar engañada, me hacen caer en un trampa... Una trampa en la cuál yo era la cena de un vampiro. Arman un plan en dónde yo soy la presa a seducir. Una vez que logran su objetivo y consiguen morderme, intento escapar, pero sólo consigo encontrarme con escenas aterradoras, como Patricio con una motocierra o Gastón bailando de una manera frenéticamente extraña (que en realidad, es uno de los tantos pasos que Michael Jackson solía hacer estando aùn en vida).

En resumen, tal como dice la letra, Guido intenta consumir mis bajos instintos. Y lo logra...

—¿Que les parece? —Preguntó Gabriel frotándose las manos y sonriendo ansioso.

—Me gusta, es algo distinto a lo que veíamos haciendo. —Habló Pato.

—Ver éste video me llena de orgullo porque todos trabajamos juntos y salió algo bastante bueno, superó mis espectativas. —Dijo Gastón.

—Bien... Guido, Solange,  ¿qué opinan?

—Es original, me gusta. —Dije sonriendo.

—Sí, está muy bueno, trabajás muy bien. —Dijo Guido, poniéndose de acuerdo conmigo.

—Bueno, muchísimas gracias a todos. De verdad, me gustó poder trabajar con ustedes una vez más. —Dijo con entusiasmo.

Después de unos minutos, todos abandonaron la oficina dejándonos a Guido y a mi con Gabriel, quien nos miraba sospechosamente, análizando cada uno de nuestros movimientos.

Dejó lo que estába haciendo para apoyarse sobre el escritorio y mirarnos a una distancia respetable, inponiendo una sonrisa que decía más que mil palabras.

Luego de varios segundos, se acercó a nosotros y finalmente habló.

—¿Les puedo hacer una pregunta? —Pronunció con sumo cuidado, parecía temer que el rubio y yo saliéramos corriendo.

—Eh... Sí, claro. —Respondí aparentando tranquilidad, estába a punto de largarme a llorar de los nervios que me daba la situación y todo el suspenso que Gabriel emitía.

—¿Ustedes están saliendo o me parece a mi? —Mierda.

Lo había hecho... Había pronunciado aquellas palabras que tanto temía oir y mi cuerpo había superado las barreras del nerviosismo que una persona común y corriente puede llegar a sentir. Quería mirar a Guido para saber qué responder a esa pregunta, pero no conseguía mover ni un sólo músculo de mi cuerpo. Estába petrificada, el rubio lo notó y me agarró la mano dulcemente, haciendome sentir su apoyo y comprensión.

—... Si... —Contestó Guido apretándome la mano, ¿estába más nervioso que yo o era idea mía?

—Me alegro de escuchar eso, aunque no me sorprende en lo más mínimo. —Dijo sonriendo ampliamente. Guido y yo nos miramos confundidos.

—¿Cómo que no te sorprende escuchar eso? —Pregunté frunciendo el ceño, empezaba a confundirme...

—Y no, siendo honesto, se re nota que ustedes dos se quieren... Me doy cuenta cuando Guido te mira a vos, Sol, parece que le diste vuelta el mundo. –Dijo Gabriel mientras nos miraba con ojos de madre melancólica, a la cuál le tocaba ver como sus hijos crecían y hacían su vida junto a alguien más. Suspiré, tenía la cara de todos colores y la mano que Guido me estaba agarrando me transpiraba a mares.

—No me dió vuelta el mundo...  Ella es mi mundo. —Dijo el rubio sonriendo mientras me miraba con los ojos brillantes... Mi debilidad.

Al ver que yo no respondía y sólo bajaba la mirada, avergonzada, Gabriel continuó hablando.

—¿Quieren mantenerlo en secreto?

—Sí, por favor. —Se adeltantó a decir Guido. Fruncí el ceño. Comportamiento sospechoso... ¿Dónde?

—Veo que no querés que nadie se entere de que estás conmigo... —Solté sin miramiento alguno, éste es uno de esos momentos en los que estoy completa y totalmente a la defensiva y mi boca habla por si sola, metiéndome en serios problemas.

Le solté la mano brúscamente.

Guido frunció el ceño, aquello lo había hecho enojar. De pronto, la oficina se llenó de un silencio irrompible, totalmente incómodo. El rubio se giró hacia mi y me miró fijamente, sin siquiera parpadear.

—¿Así van a ser las cosas entre nosotros? ¿Te vas a enojar porque no quiero que nadie se entere de ésto? ¿Porque no quiero que nadie me quite a mi novia, porque no quiero que nadie te persiga por ahí haciendote preguntas incómodas con una cámara en frente? ¿Por que no quiero que te pase nada? ¿Por eso? —Y entendí cuál había sido el motivo de su repentino discurso, de hecho, sería mejor si cambiamos la palabra "entendí" por "recordé"... Recordé todas las cosas que se me pasaban por la mente justo en el momento en el que él me pidio ser su novia, ahora, la pregunta es, ¿porqué le dije aquello si sabía perfectamente porqué él quería mantener esto en secreto?

Me había vuelto totalmente ciega y casi arruiné todo en tiempo récord. Sentía ganas de azotarme la cabeza contra la pared, ¿es que no podía siquiera pensar con claridad cuando lo tenía cerca?

Siempre reaccionaba mal a éste tipo de cosas y tarde o temprano tendría que aprender a controlarme.

—Yo... Nada. Perdón... Es que... —Ni siquiera sabía lo que iba a decir. Gabriel se sentía fuera de lugar, lo podía notar.

—Chicos, mejor los dejo solos... —Dicho eso, Gabriel se fué, dándonos privacidad.

Guido se concentró en mi y me agarró de la cintura, acercándome más a su cuerpo.

—Te perdono, pero porque sos vos. —Sonrió. 

—En serio, perdón. Es que... No es fácil de explicar. Ya me pasó algo así y tengo miedo de que me vuelva a pasar. —Bajé la mirada, me sentía mal.

—Conmigo no te va a pasar eso porque yo te quiero de verdad y te quiero cuidar. —Me agarró de la barbilla y me obligó a subir la mirada hasta dar con sus profundos ojos.

—¿Sí? —Contesté con la poca voz que me quedaba, mirarlo a los ojos me ponía estúpida, me olvidaba de como respirar.

—Sí... —Apartó un mechón de mi rostro y me besó dulcemente. —Te amo.

Sacrificios [Guido Sardelli] [Sin editar] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora