Capítulo 15

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Narra Solange:

Sino me equivocaba, había sido la primera vez que él me decía tal cosa... "Te amo".

Y fue cuando sentí que el corazón se me empequeñecía y de la nada se agrandaba más que mi cavidad toráxica. ¿Qué era esa extraña sensación? Me estába emocionando mucho más de lo normal. Algo estaba cambiando en mi y sentía auténtico miedo.

Lo admitía, había sido algo demasiado fuerte para mi, pensé que de entrada me diría algo como "Te quiero" o "Sos muy importante para mi", nunca me imaginé que iría directamente a eso. Es decir, se supone que esas cosas se dicen sólo cuando uno en verdad lo siente... ¿Entonces?

—Yo también... —Exacto. Yo decía lo que realmente sentía... O al menos lo intentaba.

—No hace falta que me contestes lo mismo... ¿Voy muy rápido, no?

—Un poquito... Bueno, sí. Bastante. —Dije haciendo una mueca.

—Ok... Voy a tratar de bajar un cambio... No te prometo nada. —Dijo soltando una leve risita.

Cuando salimos de la oficina, inmediatamente nos cruzamos con Gabriel, quién palideció al vernos; intentó sonreir pero en lugar de eso sólo logró conformar una mueca.

Creo que la escena anterior había sido demasiado para él.

Decidí enfrentarlo y hablar por Guido y por mi.

—Te quería pedir disculpas por lo de la oficina... Fue una estupidez, igual, ya pasó y está todo bien. —Dije suspirando y mirando al piso.

—No pidas disculpas, es normal. Y mucho más si salís con alguien como él. —Dijo sonriendo y tocándome el hombro amistosamente.

—Eh, ¿que querés decir con eso? —Habló Guido, con un poco de exaltación.

—Y bueno... No es nada sencillo salir con un famoso, y menos si esa persona está en una banda y es bastante reconocido. —Respondió Gabriel riendo suavemente.

—Sí, bueno... Es una de las desventajas. —Dije bajando la mirada.

—Una de mil... —Dijo Gabriel, intentando saltarle los fusibles al rubio.

—Me están mandando al muere... —Dijo Guido mientras se revolvía el cabello.

—Sí, mejor cambiemos de tema; ¿y los demás? —Pregunté sonriendo, era mejor cambiar de tema que continuar escarbando entre preguntas de éste índole.

—Ni idea... —Respondió Gabriel encogiéndose de hombros.

—No importa... Nosotros también nos tenemos que ir.  —Dije despidiéndome de Gabriel y yendo hacia la puerta de salida.

Salimos del edificio y recorrimos unas cuantas cuadras hasta llegar a nuestro destino, puesto que llevaba conmigo mi bolso, aprovechamos y fuimos hasta mi departamento.

Tenía más de diez mensajes en el buzón de la contestadora y algunas cartas habían llegado a mi nombre, eso era con lo que me encontraba cuando llegaba a casa luego de haber pasado la noche en otro lado. Por suerte, siempre mantenía el orden en mi departamento, y ésta vez no había sido la excepción; la vajilla limpia, la cama tendida y los muebles sin rastro de polvo.

Perfecto. Y más perfecto fue que Guido lo haya notado...

—No entiendo cómo haces, siempre que vengo está todo super acomodadito y limpito. —Dijo sentándose en uno de los sillones del living.

—Magia. —Contesté paseandome por enfrente del rubio, a lo que él respondió agarrándome de la mano y atrayéndome hacia el, quedando yo sentada sobre sus piernas.

—¿Como la magia que todos dicen que tengo en el pelo? —Contestó riendo. Qué estúpido.

—Igualita...

Nos pusimos de acuerdo sobre lo que almorzaríamos en menos de cinco minutos, es que nos parecíamos tanto que hasta nos gustaba comer lo mismo. Optamos por pizza... Casera.

Amasar la masa era sencillo, siempre y cuando Guido no estaba cerca, haciéndome cosquillas o jugando con los ingredientes. Junto a mi volvía a tener diez años y era un niño más. 

Tardé un poco más de lo habitual en tener lista la pizza, había salido rica y sólo había sido porque Guido había hecho la salsa, supuestamente, la que su mamá suele cocinar la mayoría de las veces.

Y ahí fue cuando me metí en un terreno sumamente peligroso, las arenas movedizas comenzaban a atraparme y poco a poco podía sentir como algo en mi se revolvía bruscamente buscando escapatoria. 

—Espero que no seas de esos que organizan grandes cenas familiares cada vez que presenta a una chica... —Me odie inmenzamente por haber dicho aquello, pero es que no podía quedarme callada, las palabras salían de mi boca sin mi permiso.

—En realidad, vendrías a ser la primer chica que voy a presentar en casa. Como te dije, ésta es la primera vez que siento que quiero ir en serio; a todo o nada. —Dijo sonriendo, mientras me miraba con los ojos brillantes y me acariciaba la mejilla. 

Wow. No pensé que me fuera a dar una explicación tan extensa, absolutamente obtuve mucho más de lo que deseaba. Aún así, había algo que no me terminaba de cerrar... ¿Qué era eso de A todo o nada? ¿Realmente quería eso? Es decir... Casamiento, hijos, formar una familia... En mi diccionario, ésa es la definición de "a todo o nada" cuando se habla en éstos términos. Guido es de esas personas que meten mensajes subliminales en lo que dicen. Y era exactamente lo que había hecho ahora. Era como leer entre lineas o leer la letra chica de un contrato.

¿Estaba dispuesta a firmar el contrato que él me ofrecía?

Sacrificios [Guido Sardelli] [Sin editar] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora