Era el último día de preparación para el festival. Nuestra clase iba bastante atrasada y sentía la mirada de Rena en la espalda, como si me culpara del sobre trabajo que ella tenía encima, que no parecía ser mucho. ¿Acaso yo le ordené que se postulará como delegada de la clase? ¿La obligué?
Gruñí bajito y seguí tejiendo, sin dejar de pensar el día de trabajo en el gimnasio que estaba perdiendo. Mi clase iba a hacer algo así como una casa del miedo, debido al color y forma de mi cabello, me tocaba La Niña del aro. Tonya se sentó a mi lado, agarró uno de los trajes y siguió con su trabajo ya que regresaba del baño.
–Esto apesta, nos están dejando todo el trabajo de los trajes a nosotras.
Se quejó Tonya haciendo pucheros, era adorable hasta molesta.
–No puedo creer que el grupo de trajes avanzara tan poco en tres semanas ¡todavía nos queda la mitad!
Takao entró a la clase con una toalla alrededor de su cuello, llevaba la pantaloneta de entrenamiento y el buso medio abierto. Tomó una silla, la puso de espaldas y se sentó, apoyándose en el espaldar.
–Demonios chicas ¿Qué estuvieron haciendo estas semanas? ¡No han hecho casi nada!
Fruncí el ceño.
–Está ni siquiera era mi tarea.
Espeté molesta. Al parecer Rena escuchó, por lo que se acercó, pero no dijo nada.
–¿Cuál era tu tarea?
–¿Ves esos carteles que están colgados allí?
Señalé de mala gana, Takao asintió desconcertado.
–Mi tarea era pintarlos, ¡Oh espera! Ya lo hice.
Takao se rió de mí sarcasmo, tal vez de mi expresión también.
–¿Entonces?
–No pude ayudar demasiado con el cártel de la entrada, así que mi queridísima delegada de la clase pensó en reponer ese trabajo con este, que para el colmo, era el de ella.
Rena frunció el ceño y se acercó del todo.
–Perdona, pero también tengo el trabajo de supervisar a los demás.
–¡Estabas limándote las uñas hace un momento!
–¡Pero también estuve ayudando en todo momento!
–¿En serio? ¿Por qué no le preguntamos al resto de la clase que fue lo que tanto hiciste? La mayoría de las ideas que se están haciendo fueron planteadas por Tonya, y yo no solo pinté y ahora pues... cosí, si no que también ayude con la parte de carpintería, entre otras cosas. ¡Esto es inaceptable e injusto! ¡Me voy de aquí!
–Eh... wow, chicas...
Dijo Takao con nerviosismo, Tonya se quedó sin palabras y con la boca abierta. No le di mucho tiempo a Rena de responder, salí con paso firme del aula, caminé por el pasillo directo al patio interno y me choqué con alguien que parecía una pared.
–Fíjate por donde vas, idiota.
Dijo Midorima serio, como siempre. Lo fulminé con la mirada, lo que pareció sorprenderle. Me di la vuelta para ir a otro lado, ahora no estoy de humor para su maldito temperamento. Di dos pasos, pero se agarró de mi antebrazo, deteniéndome.
Me giré a verle la cara con el ceño muy fruncido, preguntándole que hacía sin pronunciar palabra. Frunció los labios, haciéndolos una fina línea, parecía tenso, como debatiéndose en si debía hablar o no.
–¿Y ahora qué pasa contigo?
Preguntó finalmente, me soltó rápidamente y empezó a caminar, con la mirada me decía que lo acompañara, solté un gran suspiró, tal vez esto era mejor a estar sola; así que me hice su lado y lo seguí.
–Tengo mucho encima. Mantengo mis calificaciones perfectas, hago todas las tareas, todos los proyectos, entreno entre 3 o 4 horas entre semana, los fines de semana casi 6 horas, y todavía tengo que ayudar en este estúpido festival. No me mal entiendas, no es que no me agrade ayudar, pero me parece injusto que no tengan en cuenta los horarios de mi deporte como tienen los de ustedes. O pues, que esa maldita estúpida crea que tiene el derecho de darme órdenes.
Tomé aire, pues todo lo dije sin pausas y rápidamente. Midorima no dijo nada, sólo carraspeo. Lo vi de reojo y de nuevo parecía tener un asomo de sonrisa. Suspiré. En verdad que es un chico extraño.
Llegamos al coliseo de baloncesto, que estaba extrañamente vacío.
–¿Donde están todos?
Pregunté mirando al rededor, agarrando un balón y driblándolo mientras caminaba.
–Estamos en receso de 30 minutos.
Llegamos a la línea de tres puntos, Midorima agarró un balón.
–¿Y tú por qué no descansas?
Pregunté ya calmada. Midorima lanzó con su magnífica técnica y encestó. Nunca lo había visto fallar.
–No estoy cansado.
Se limpió el ligero sudor que tenía en la frente con la toalla que cargaba en el hombro. Lancé desde la misma distancia que él y encesté, que suerte.
–Según Osa-aha, mi signo está de suerte hoy.
Le dije emocionada por el tiro que había hecho, tomé otro balón, habían muchos tirados en el suelo. Midorima también tomó otro balón y otra vez volvió a encestar.
–¿Cuál es tu amuleto de hoy?
Pregunté curiosa.
–Esa caja de allí.
La señaló.
–¿La caja tiene algo adentro?
–No, es solo una caja.
Solté una risita.
–¿Qué es lo gracioso?
Preguntó tratando de esconder una sonrisa. Volví a sentir después de varias semanas ese calor que me dio cuando curó mis nudillos. Pero logré hablarle de vuelta.
–Aunque escuchar mi suerte me agrade, me parece extraño lo de los objetos del día.
–A diferencia tuya, mi día ha sido tranquilo y...
–¡Shin-Chan! ¡Dijiste que irías a ver la clase conmigo!
Gritó Takao ya muy cerca ¿Cuándo había entrado?
Solté una carcajada, esto era demasiado.
–¡Cállate, Takao! ¿¡De que te ríes, idiota!?
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Cuando te tengo a mi lado...
Fanfiction____ creyó que tuvo todo lo que siempre deseó hasta que conoció a Midorima Shintaro.