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Suspiré jugando con mis dedos algo inquieta, me pesaba un montón estar sentada mucho tiempo.
El partido estaba apunto de empezar y ambos equipos calentaban. Midorima no había hecho uso de sus tiros en el calentamiento, solo se había empeñado en hacer doble ritmos y clavadas como los demás del equipo y en estirar. Me apoyé en la silla del frente, de verdad que se veía muy guapo, destilaba masculinidad. Me sobresalté un poco cuando oí mi celular sonar. Luciano...

–hey!
–Iremos a Rusia, en Octubre tendremos la Rostelecom cup.

Ahogue un grito de emoción y me puse de pie en un salto.

–Ya era hora, ¡maldición!
–Hehehe sabes que necesitamos oro, para que pases directamente a la final de la Grand Prix.
–Aye sir!
–¿Cómo va esa cita, cariño?
–Va bien, están saludándose entre equipos, así que el partido empezará en segundos. Luego Midorima dijo que iremos a otro lugar juntos pero... no me quejo, todo va bien.
–Me alegra escuchar eso. Por cierto, se me acaba de venir a la mente... ¿Cuándo piensas llamarlo por su nombre?

Su pregunta me hizo sonrojar, dirigí la vista a Midorima, quien me miraba de vuelta completamente serio. Le sonreí, pero no me quito su semblante inexpresivo de encima.

–Todavía no... soy capaz. ¿Luego? No lo sé.

Luciano rió encantado. Me sonrojé e hice un mohín. Midorima seguía mirándome.

–Suerte cariño, nos vemos mañana.

Dijo risueño y colgó. Guardé el celular. Midorima corrió la vista con el ceño fruncido, definitivamente estaba molesto.

El partido transcurrió de manera normal, Midorima tan solo había hecho tres triples. El partido estaba demasiado desequilibrado y Shutoku ya iba arriba 50 puntos. Bufé. Que partido tan jodidamente aburrido. Faltaban 30 segundos para que se terminara el tercer cuarto y desvíe la mirada. Una chica y un chico estaban parados unos dos puestos atrás. Los detallé con algo de descaro pues era increíble verlos. La chica miraba a los alrededores, como buscando algo y el chico miraba detenidamente el partido de brazos cruzados. ¿Qué ocurría con todos los chicos guapos que estaban apareciendo hoy?
Ambos tenían ojos bastante peculiares, de miradas casi tan intensas y penetrantes como las de Aomine. La chica algo más baja que yo pero tenía un cuerpo espectacular, cuando se dio un poco la vuelta quedé abrumada por la cantidad de trasero que tenía y el chico no se quedaba atrás. Parecían personas bastante serias, y por su increíble parecido, deduje que era hermanos.

–Ethan, los he visto, ¡están de ese lado!

Le dijo la chica con voz ronca, agarrándolo de un brazo y señalando hacia un costado, el chico se giró a verla primero y luego vio a donde ella le señalaba. A pesar de que ambos tenían un rostro casi inexpresivo, se veía que se tenían un amor, un aprecio, un cariño incondicional increíble. Era hasta algo nostálgico de ver. Como me hubiese gustado tener un hermano...

–¿Y Kise?

Preguntó el chico. Tragué saliva, su voz era profunda y hasta algo... sensual.

–No se le ve por ningún lado. Llegará pronto, no te preocupes.

Lo jaló y caminaron hacia la dirección que ella había señalado antes. Quedé algo anonadada.
Aunque mi vista no era muy buena de lejos, reconocí los cabellos rosados de Momoi y la piel morena de Aomine. Momoi señalaba la cancha emocionada mientras que Aomine simplemente se sentaba a prestar atención de vez en cuando. La chica se soltó de su hermano cuando llegaron a su posición y se puso detrás de Aomine con cuidado, puso sus manos sobre sus ojos y le dio un beso en la mejilla. Él se volteó a verla con una sonrisa que no esperé verle nunca y enterró la mano en sus cabellos para atraerla a él y darle un beso no muy largo, no muy corto, pero si escandaloso. Me sonrojé de verlos. Si esa era la novia, definitivamente si había como manejar a un hombre tan cautivador. Su hermano los veía con incomodidad y cuando terminaron sus muestras de excesivo afecto lo chicos estrecharon las manos con energía.
¿Cómo un chico podía cambiar tanto su actitud por una chica?
¿Midorima llegaría a ser así por mi?
Suspiré fijando mi vista en el peliverde. Espero que sí.

Cuando te tengo a mi lado...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora