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–¿Por qué subiste nuevamente las mangas del kimono?

____ se sonrojó involuntariamente y desvió la mirada.

–Lo siento.

Susurró. ___ tomó asiento y Sana se sentó a su lado con ceño fruncido, preocupada.

–¿Qué ha pasado?

____ apoyó la cabeza en su palma de la mano, elevada.

–Toda mi corta vida he sido y he tenido lo que he querido. Mis padres son estrictos, pero no me restringen las cosas que de verdad deseo... pero ahora... no me mal entiendas, las cosas siguen siendo buenas pero... me falta algo, mmmm, tal vez me atrevo a decir que me falta... alguien.

____ quería continuar hablando pero no sabía cómo. No sabía cómo expresar todos los sentimientos que le llegaban como si alguien la estuviera golpeando a muerte en boxeo.

–Mira, ___-san... es evidente que te gusta Midorima-kun.

____ frunció el ceño. Nunca había tenido problemas abriéndose y mostrando sus sentimientos a plenitud y por primera vez le molestaba. Sí le gustaba Midorima, tal vez demasiado. No se sintió escandalizada al escuchar la afirmación de Sana en ningún sentido. Soltó un largo suspiro haciendo un mohín.

–This sucks.

Musitó y Sana río un poco. Hasta para una situación así ___ tenía algo gracioso que decir.

–¿Qué vas a hacer? ¿Declararte?
–¿Para qué? No tengo ni la más remota oportunidad.

Sana rió para sus adentros. Ya le había dicho a ___ una parte de la situación, ella tendría que descubrir por si misma si tenía oportunidad con Midorima o no.

–¿Estás segura?

Preguntó con algo de sarcasmo. Al menos quería darle el beneficio de la duda.

–En fin ___-chan, mientras decides que hacer, este será nuestro secreto. Ahora... ¡Vamos a ver los fuegos artificiales!

___ casi giró su cuello 180 grados para darse cuenta casi en shock que el cielo empezaba a oscurecer. El día había pasado demasiado rápido.

–Preferiría quedarme aquí a verlos, pero... bajaré antes de que terminen por completo, lo prometo.

Sana sonrió amigable y arregló el traje de ___ con las mangas abajo nuevamente.
–¡Un par de horas más y podrás quitártelo!
Exclamó cerrando la puerta tras de sí, dando brinquitos escalera abajo.

–Esto será lo último que te pida en el día, ¡lo siento Midorima-kun!

Exclamó Rena con voz chillona. Sana se escondió un momento en las escaleras. No demoro mucho cuando dedujo que lo que Rena quería era pasar tiempo a solas con Midorima. Era el único hombre que no le había colocado la más mínima atención, por lo que le interesaba. Sana sonrió malisiosa.

•Es hora de pagar, ¡r e n a c h a n!

Pensó y fue al ataque.

–¡¡¡RENA-CHAN!!! ¡¡Por fin te encuentro!! ¡¡Hace horas que te buscan los del comité organizador y debes ir ahora mismo a encontrarte con ellos!!

Rena la miro con profundo disgusto.

–Volveré en un segundo, Midorima-kun. Por favor lleva eso al salón de clases y espérame ahí... es que hay... otro favor que necesito.

Midorima asintió con el ceño fruncido. ¡Por fin se iba a librar de esa carga! Por culpa de ella había tenido uno de los días más pesados de su vida.
____ estaba apoyada en el ventanal mirando desconcertada al cielo, dándole la espalda a la puerta, que era donde Midorima estaba situado. Midorima entró sin hacer ruido y dejó la caja llena de cosas que Rena casi lo había obligado a cargar por toda la escuela. El ruido de la caja contra el piso hizo que ___ se sobresaltara un poco. Midorima pensó que esa era la cosa más adorable que había visto, pero espantó esos pensamientos rápidamente.

–¿Qué haces aquí, nanodayo?

Midorima puso todo de si para no reírse.

–Pensaba ver los fuegos artificiales aquí.

Respondió ___ pensativa. Midorima se puso de pie a su lado en silencio.

–¿Pasa algo, ___?

____ negó.

–¿Puedes quedarte a verlos conmigo?

Midorima abrió los ojos como platos y se sonrojó. Se preguntó a sí mismo una y otra vez que le pasaba, pues nunca había reaccionado de esa manera por nadie. Se frotó las sienes frustrado. Aunque quisiera irse... no, no quería irse.

–Sí, me quedo.
–Okay.

Dijo ___ con una sonrisa algo triste en el rostro. Midorima lo notó, así como había notado que el escote había vuelto. Decidió callar y no preguntar más acerca de su estado de ánimo, pero definitivamente iba a decir algo sobre el escote.

–Debiste ponerle cinta a esas mangas para que permanezcan en su lugar.

___ se tapó avergonzada, sintió calor y se puso roja como un tomate.

–Eres un idiota.

Dijo riendo. Midorima le regresó una sonrisa sin mostrar dientes. ___ quedó en shock... sonó el primer fuego artificial. Midorima se giró a gusto a ver los fuegos, ___ hizo lo mismo, con el corazón casi palpitándole en la garganta.


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¡¡¡Mi querida Ultear es la imagen del día!!!

Cuando te tengo a mi lado...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora