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(Antes de iniciar este capítulo quiero decirles que estoy muy frustrada debido a que de la nada este capítulo se borró. Lo voy a reescribir... no sé muy bien que fue lo que sucedió... en fin, espero acercarme mucho a lo que escribí anteriormente. Ahora sé que necesito respaldo y que lo mejor será que guarde todos los capítulos en otro sitio aparte para que cosas cómo estás no se vuelvan a repetir. Lo siento mucho, besos.)

–¡Midorima!

Su chillido nos sobresaltó a ambos de manera que al mismo tiempo pegamos un brinquito.
Midorima se sobó las sienes con notable exasperación y yo permanecí quieta, fulminándola con la mirada.

–¿Por ésta me has dejado con las palabras en la boca allá atrás? ¡Debes escucharme! ¡Lo hice porque realmente me importas, Midorima! ¡Esta zorra estaba saliendo con ese patinador y eso me afectó mucho! ¡QUERÍA PROTEGERTE!

Cerré la mano en un perfecto puño, preparada para lanzármele encima y... matarla.
La mano de Midorima me jaló hacia atrás y se puso delante de mi, tragué saliva en el momento en que sentí que su mal humor era incontrolable y retrocedí dos pasos, dócil.

–No me interesa nada de lo que digas.

Rena casi se hizo bolita de lo mucho que se encogió al oír la palabras frías de Midorima, sonreí en mis adentros.
Midorima dicho eso, se giró ignorándola y me tomó de la muñeca para empezar a caminar lejos de ella.

–¡Ella lo tomaba de la mano y le tiraba sonrisas coquetas! Estoy... estoy segura de que si no fuera porque estaban en público hubieran hecho todo tipo de cosas... tienes que creerme... por... favor...

El chico de cabellos verdes frenó en seco y yo hice lo mismo. La miró por encima del hombro con desprecio y yo me hice pequeña junto a ella... de verdad que daba miedo.

–¿Por qué sigues aquí molestando? Lárgate.
–¡NO!

Lo tomó del brazo que me tenía a mi de la mano y lo sacudió de manera que lo hizo soltarme.
Vale, he tenido suficiente, puta.
Midorima se zafó de ella de un manotazo y ella con desesperación le propinó una fuerte bofetada.
Uf...
Le devolví un puñetazo justo en la mandíbula y cayó al suelo lloriqueando.
Sacudí la muñeca rogando para que la sensación del dolor se fuera lejos de mi.

–No lo toques, zorra.

–¿Zorra yo? Por favor, yo no soy la que busca a otro chico cuando tengo novio.

–Yo. Nunca. Hice. Eso.

–¿De verdad?

Esto no tiene sentido.

–Midorima debe de estar con alguien de valor, como yo.

Tome aire. Me cansé. Terminé sobre ella y la agarré del cabello fuerte, Midorima me tomo de los brazos pero me rehusé a soltarla.

–¡____! ¡Detente!

–¡No! ¡Deja de molestarnos ahora!

–No lo creo, estúpida

La jalé más fuerte del cabello y ella chilló con fuerza.

–¿Qué dijiste? No lo escuche bien.

–...

–¡ESTOY ESPERANDO!

–No... los volveré a molestar... 

–¿Lo prometes?

–... Sí

La solté.

–Vale.

–Sí, claro.

–¿Eso fue sarcasmo, amiguita?

Estaba más que preparada para abalanzarme de nuevo pero Midorima me alzó sin esfuerzo y me puso sobre uno de sus hombros.

–Nos vamos.

Comenzó a caminar, me zarandee con fuerza para que me bajara pero hizo caso omiso hasta que creo lo patee cerca de su entrepierna. Me propinó una palmada en el trasero y me quedé estática.

–Me golpeaste...

–Tu también me golpeaste

–Pero me has nalgueado...

–Olvida eso

–No quiero, hmhp.

Me crucé de brazos indignada.

–¿Estas haciendo un berrinche?

–No, hmhp.

–No necesito ver tu cara para saber que estas haciendo pucheros.

–Hmhp.

–___...

–¿Qué?

–No me odies, por favor.

–... Esta bien... pero bájame.

–No quiero.

–...

–... tampoco dejes de quererme.

–Yo te quiero

–Yo también

Cuando te tengo a mi lado...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora