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Me removí incómoda en el asiento, nerviosa.

–Si vuelves a moverte así, te golpearé.

Espetó Luciano a mi lado. Ignoré su amenaza y me acurruqué a su costado, él me puso mala cara pero pasó su brazo sobre mis hombros y me apegó a él.

–Tranquila, todo irá bien...

Musitó con un suspiro, tratando de tranquilizarme. Revisé el celular una vez más y... nada. Tonya también tenia competencia pero en otro lugar cercano. Midorima... ahg.

"–¿Vendrás a verme?
Pregunté quitándome los patines, Harumi sonrió con algo de malicia.
–Tal vez.
–¿Me avisarás?
–Tal vez.
Fruncí el ceño.
–Estas muy gracioso últimamente.
Él sonrió arqueando una ceja.
–¿Ah sí? Me pregunto porqué será...
Harumi algo sorprendida por su comportamiento soltó unas risitas. Maldito idiota."

Faltaban aproximadamente 20 minutos para llegar a nuestro destino. Amaba viajar en tren. Luciano empezó a darme indicaciones.

–... ¿Me estás escuchando?

Asentí y me pegué más a él, a dormir pues.

Cuando desperté sobresaltada revisé el celular una vez más y nada. En 5 minutos por lo menos llegaríamos a nuestro destino. Sacudí a Luciano con delicadeza y le hice saber. Una vez fuera agarró mi maleta de mano y caminó a mi lado algo exasperado.

–¿Has sabido algo de Tonya?

Preguntó con brusquedad. Puse todas mis fuerzas para mantenerme seria y negué.
Vaya, vaya...
Miré al rededor, varias chicas se paraban para quedársele viendo. Luciano era un hombre joven, rubio y algo crespo, tenía largas pestañas y unas cejas tupidas preciosas, labios perfilados, hombros anchos y la cintura chica, se le veía en excelente forma física, aparte era un hombre caballeroso y un ex patinador demasiado bueno, formidable. Si no fuese por aquella lesión... me agarré de su brazo con algo de tristeza. El posó su mirada con largas pestañas en mi, extrañado.

–¿Qué sucede, cariño?
–Solo pensaba en lo afortunada que soy por tenerte como mi coach.

Luciano sonrió con dulzura.

–Vamos a que descanses un poco, pequeña.

...

Tome un largo sorbo de agua. Maldición.

–Hoy estás demasiado tensa, ___. No me gusta.

Asentí. Lo sé, lo sé. Luciano se apoyó en el borde de la pista y me vio arqueando una ceja, divertido.

–¿Sabes? Desde que apareció ese chico en tu vida tus emociones le pertenecen más a él que a ti. ¿Te has enamorado?

Me sonrojé hasta las orejas. ¿Me he enamorado? Me miré los dedos incómoda.

–No lo sé. ¿Cuándo sé que estoy enamorada?

Luciano soltó una carcajada pero frunció el ceño muy de repente. La mirada se le oscureció, pero pareció recuperarse rápidamente.

–anyway, mira, parece que nos han seguido hasta acá, nos han tomado varías fotos sin percatarnos.

"___ _____ acompañada de su entrenador y ex patinador de la Grand Prix, Luciano Nóvikov..."
Fotos de nosotros en la estación de tren, cuando llegamos al hotel, entrando aquí a la pista... vaya, sí que hacen bien su trabajo estos paparazzis...

Retrocedí sin quitarle la vista a Luciano de encima. Al parecer no era la única tensa el día de hoy.

–¡___!

Gritó Luciano sobresaltándome. ¿Qué carajos? Un chico luego de aterrizar al hacer un perfecto triple Axel chocó conmigo y me lazó al piso con mucha fuerza. Caí sentada. Auch, maldición. Levanté la vista, el chico apoyado en solo un patín puso todo de sí para no perder el equilibrio, pero terminó cayendo sobre mí. El hielo ahora tocaba mi espalda.
Analicé al chico. Ojos grises y cabello azabache. Tenía un corte a la moda que le sentaba muy bien.

–¿Estas bien?

Preguntó con la respiración agitada. Fruncí el ceño y él se movió de encima y se sentó, yo hice lo mismo con algo de dificultad.

–¿Te parece que estoy bien?

Gruñí. El chico se sobresaltó.

–Te veías más dulce.

Dijo divertido. Bufé. Se puso de pie y me extendió la mano. La tomé a regañadientes y me arrastró hasta el borde de la pista. Me dolía mucho el trasero. Luciano me recibió fulminando al muchacho con la mirada.

–Hay una razón por la cual nos repartimos la pista.

Soltó Luciano algo amenazante. El chico sonrió avergonzado y se disculpó.

–Ven, siéntate un momento.

Caminé hasta una banca y me dejé caer con brusquedad, el azabache se sentó a mi lado y apoyando la cabeza en su mano me fijó la vista. Sus ojos grises casi me penetraban, eran muy intensos! No pude evitar sonrojarme y desviar la mirada, él sonrió con satisfacción.

–Mi nombre es Damien Feraud...

Hizo una pausa y volví a mirarle. Me sonreía coqueto... no podía negarse, era un tipo guapo.

–No pensé que te volvería a ver de esta forma, ___.

Me sorprendí un poco cuando dijo mi nombre.

De la nada me sentí observada, me giré a ver un costado y por un momento pensé haber visto a Rena.
Bufé, ahora estaba imaginando cosas. Volví a centrar mi atención en Damien.

–¿A qué te refieres con eso?
–¿No te acuerdas de mi? ¡Vaya patada en los huevos!

La forma en que agitó sus brazos me hizo reír. ¿De dónde le conocía?

Luciano acababa de retirarme ambos patines y miraba al chico tan desconcertado como yo.

–Nuestras madres son amigas, solíamos jugar juntos.

Ladee la cabeza todavía más desconcertada.

–¡No puedo creer que no recuerdes el por qué empezaste a patinar!

Me reí con algo de pesadez.
Recuerda...
Recuerda...
"–Wow! Eso fue increíble, Da-chan!
Me mecí de un lado a otro, avergonzada. El Niño de ojos grises me miraba con alegría. De repente quise entrar a la pista.
–¿Por qué no lo intentas tú también, ___-chan?
Miré a mamá, pidiendo permiso. Ella sonrió y asintió con cautela, nerviosa.
¿Eso quieres, cariño?
Asentí enérgicamente. Ella miró a ambos lados y llamó a un chico.
–Entonces vamos por esos patines..."

Tragué saliva mientras observaba detenidamente al francés que tenía en frente. Maldita sea!

–¿Da-chan?

Dije en un hilo de voz. Damien sonrió ampliamente y me abrazó fuerte. Miré de reojo a Luciano. Estaba abochornada y Luciano tenía cara de tener muchas preguntas.

–¡Sabía que me reconocerías, ___-chan!

Damien... Feraud. Vaya, esto tengo que contárselo a mamá.

Cuando te tengo a mi lado...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora