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Se movía de un lado a otro si hesitar, como un robot, pero lo que realmente te cautivaba era la manera en que su cuerpo se elevaba con delicadeza. Me sonrojé cuando se inclinó una vez más sobre el hielo. Vale, lo he entendido ___, ahora, por favor deja de mirarme de esa manera.

–Ustedes los hombres...

Musitó Harumi con algo de recelo, pero la ignoré, porque no podía quitarle la vista de encima. Fueron los 2 minutos con 50 segundos más largos de mi vida. Me crucé de piernas con el autocontrol encendido al 100%.
___ a pesar de ser una chica... difícil, era muy femenina. Por mucho que quisiese hacerse la valiente, una vez fuera de su zona de confort se volvía una persona completamente diferente.
Me crucé de brazos irritado.
¿Cómo podía hacer esto sin vacilar?

–Ahí viene el último salto... triple Axel...

Por favor no falles... todo va perfecto.
¡Sí! ¡Triple Axel!

–Oh, ¡le dio! Quedan los giros...

Empezó a girar rápidamente y los últimos acordes de la canción sonaron.
Se le veía exhausta, pero complacida.
Permaneció en la pose final varios segundos y luego dobló su cuerpo para apoyarse en sus rodillas.
Varias personas se habían puesto de pie para aplaudirla, los hombres chiflaban y le tiraban osos, flores...
__ agradeció a todos y salió de la pista. Luciano la cogió en volandas, le puso de nuevo la chaqueta sobre los hombros y se la llevó al kiss n cry donde le dijeron que había superado su marca personal por mucho.
Luego Luciano se quedó conversando con no sé quién y ___ se adentró a camerinos.

–¿Por qué no vas a verla?

Preguntó Harumi minutos después.

–No creo que me dejen ingresar.
–¡Oh por favor! ¡Hablas como si no me conocieras! Ven, yo te ayudo.

Bajamos las gradas y salimos para ir por la entrada de atrás, había un guardia de seguridad en la puerta que cuando vio a Harumi sonrió de oreja a oreja.

–¡Pequeña! ¡Llevo meses sin verte por aquí! ¿A quién traes esta vez?
–Hola señor Taylor, este es mi hermano Midorima Shintaro. Esta vez vengo a pedirte un pequeño favor. Su novia acaba de salir de pista y él se muere por verla ¿Podrías dejarlo entrar por un momento?

El hombre pareció sopesar lo que Harumi le decía, pero sonrió y asintió.

–No tardes mucho, muchacho.

Palmeó mi espalda fuerte y me entró del golpe.
¿Por qué Harumi lo conocía?
Empecé a caminar por los pasillos sin tener la menor idea de a donde me estaba dirigiendo.
Sentía cierta incomodidad en el pecho a medida que caminaba a largas zancadas.
¿Dónde estás, ___?
Giré a la derecha y divisé la entrada a la pista por lo que me devolví. Dentro de una habitación se escuchaba un televisor encendido.
Nada pierdo si pregunto...

–¿Damien?

Escuché la voz débil de ___. Fruncí el ceño y entré con fuerza en la habitación, azotando la puerta... y ahí estaba.
Contra la pared. Damien agarraba su cintura y su rostro y la tenía pegada a él. ___ tenía los brazos colgando a ambos lados del cuerpo, no estaba intentando zafarse.
Ambos se miraban fijamente, con las narices pegadas. ___ sonrojada hasta las orejas.
No estaba forcejeando.
Con el golpe de la puerta ambos se sobresaltaron y se giraron a mirarme.
___ abrió los ojos como platos, se le aguaron.
El imbécil tan solo me fulminó con la mirada.

–Mi-Midorima...

___ forcejeó y él la soltó. Se acercó un paso y yo retrocedí uno, asqueado.
¿Y si yo no hubiera aparecido?
No estaba tratando de zafarse...
Di la vuelta sobre mis talones, y salí con la misma velocidad que había entrado.

–¡Midorima!

La escuché gritar detrás de mi. Pero la ignoré.
Volvió a gritar mi nombre, pero no podía dejar de moverme. Luego sus gritos cesaron y salí de allí por el mismo camino que había entrado.
Harumi me observó consternada.

–¿Nii-chan?

Dijo en un hilo de voz. Fruncí el ceño y aclaré mi garganta.

–Vámonos, Harumi.

Taylor y Harumi se miraron el uno al otro.
Harumi tal vez lo entendió en el momento en que me vio, así que no protestó.
Tomó mi mano y salimos de allí.
Agarramos un taxi.
Luego el tren.
Luego de vuelta a casa...

Cuando te tengo a mi lado...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora