Capítulo 5. El Secreto Compartido En Secreto

101 12 74
                                    

   Erick Jones estaba maniobrando a barlovento rumbo a las costas de Portugal, pues, aparentemente tenían alguna especie de "negocio" aguardándolos allí.

   Marzo de 1702 avanzaba tan pausadamente como la nave luchando con los vientos alisios del nordeste. Jack estaba entrenando junto a Joey con unos bastones a modo de espadas, ya llevaba nueve meses así, desde que había cumplido los diez, mas, su maestro insistía en que, aún, no estaba listo para entrenar con armas de verdad, a pesar de que siempre llevaba su daga en la cintura, la cual casi era acariciada por su cabello. En sus lóbulos lucía orgulloso sus aretes.

   —¿Y... bien? —indagó fatigado al terminar el ensayo de combate.

   Joey no tan cansado como su discípulo, le indicó que se aproximara para aconsejarle por medio de gestos que no descuidara tanto su flanco, dando por acabada la práctica. Dio una palmada al muchachito y se retiró entre algunos curiosos, que no teniendo nada que hacer observaban a modo de espectáculo.

   —¡Oh, diablos! —exclamó tirando el "bastón-espada"—. ¡Mierda! ¡Jamás me darán alguna espada así! —Se enfureció consigo mismo. Paul, sentado cerca de uno de los palos, observó sonriendo; ese chiquillo estaba empeñado en que le dieran una espada, muy a pesar de que ya poseía la daga del capitán.

   —Eres un inútil —Terry se burló pasando próximo a Jack—. Mejor resígnate y sigue jugando a la sirvientita hacendosa y complaciente.

   Los espectadores se mantuvieron en silencio, solo alguno que otro rió por lo bajo, porque por más que Jack se esforzara y demostrara su valor, no podía borrarles la imagen de niño consentido y "delicado" que guardaban de él. Jack movió la cabeza de un lado al otro con sorna y, luego, miró al pelirrojo.

   —¿Otra vez celos, Terry? —insinuó con las manos en la cintura—. ¿Tendré que decirle a Jones que su discípulo está comportándose, otra vez, como un niño tonto?

   A Terry se le borró la estúpida sonrisa de los labios tensionándosele el rostro hasta que unas gotas de sudor corrieron en sus sienes.

   —¡Eres un chiquillo estúpido! —declaró entre dientes; a lo que Jack respondió inclinando su cadera hacia un lado y pasando una mano por su rostro llevando un mechón de cabello por su faz hacia atrás, con aires de grandeza y refinamiento, a la par que hablaba.

   —Lo que pasa es que me odias por ser encantador —seguía mofándose de él y Paul no pudo más que largar sonora risotada.

   —¡Maldito afeminado! —el joven gritó arrojándose sobre él, pero, Jack esquivó el puño corriéndose a un lado y sujetándole el brazo se impulsó para darle un rodillazo en el estómago, dejando a Terry dolorido por unos segundos, los cuales Jack supo aprovechar, huyendo cual rayo hacia la proa sin dejar de reír como el resto que les observaba—. ¡Me las pagarás, Jack! —le advirtió el muchacho, ya recuperado, yendo tras él.

   —¡Oye, Terry te estás poniendo gordo y lento! —lo provocó ya casi desde el extremo del tajamar.

   —¡Ya verás! —Cuando el joven finalmente llegó, Jack había desaparecido. Pues, se había trepado por el exterior del buque para reaparecer en la mitad del mismo; cosa que su contrincante solo advirtió cuando el grumete estaba subiéndose por los enrejados—. ¡Ahí estás! —Fue hacia el lugar y comenzó a seguirle bajo la provocadora mirada del chico.

   —¡Ay, cielos! ¡Me muero del miedo! —clamó con ironía a la par que sujetaba una cuerda que halló suelta.

   Cuando Janick salió de sus aposentos, vislumbró una figura que "voló" por sobre su cabeza hacia el puente de mando y a Terry bajando lo más rápido posible dando por último un salto para llegar cuanto antes a las escalerillas.

El Legado del Capitán RoothDonde viven las historias. Descúbrelo ahora