Jacqueline no iba a llorar, de nada le serviría; las lágrimas no le devolverían a su madre ni le revelarían la identidad de su padre, tampoco la llevarían adonde su tía Annette ni le traerían el pellejo de Renoir. ¡Cuánto odiaba su apellido! Su madre y un pirata, reflexionó; de seguro, aquel hombre la había secuestrado y abusado de ella en algún abordaje o ataque. Y su madre, tan dulce, como seguramente había sido, debió haber sufrido mucho bajo las manos de semejante bestia... Aunque, Renoir había hablado de unas cartas entre la Baronesa y el pirata... Si su madre le había sido infiel, tampoco la culpaba, porque, ¿quién soportaría vivir con un asqueroso viejo avinagrado como Renoir? ¡Maldito asesino! ¡Cada vez estaba más convencida de que los hombres eran todos iguales! ¡Hasta el capitán Rooth había secuestrado a...!
No. Imposible; se dijo. Michelle era francesa como su madre y llevaba sangre noble también, pero, era inconcebible; seguro era otra. Aun así, se aproximó al diario junto a la cama, como si fuera un imán... Y buscó con manos temblorosas las páginas que anoche había dejado descubriendo que desde aquel 10 de mayo de 1690, en que el capitán había secuestrado a Michelle, no había más hasta el 30 de septiembre del mismo año dónde siguió relatando anécdotas de viajes, pero, con cierta nostalgia.
Ni una palabra de Michelle. ¿Qué habría sido de ella? Mejor no saberlo, pensó por un momento. Pasó las hojas con más velocidad para ver si quizás más adelante dijera algo sobre aquella mujer. Se detuvo un momento en enero de 1691, donde Janick apareció en la vida de Rooth haciéndole un favor a su madre, Lucy; la joven sonrió con sorna sacudiendo su cabeza y continuó buscando. Nada. Por fin, llegó a marzo de 1699, la página tenía manchas de sangre seca, donde Rooth rectificaba su voluntad de que Janick fuera el nuevo capitán de "The Legacy" y que se respetara su último deseo y; luego, una especie de respuesta:
"Te veo, ma Michelle, y digo tu nombre;
pienso en ti, chérie, y te extraño cada noche tanto..."
Jacqueline permaneció pensativa; si hubiera habido más comentarios sobre Michelle, hubiera visto en esos renglones amor. Pero, aparentemente, Michelle, después del secuestro, desapareció y, si Rooth le había hecho algo malo, pues, entonces, esas frases eran de remordimiento. Cerró el diario sin comprender, algo allí no concordaba. Observó aquel cofre que dejó cual adorno sobre el arcón que había destinado para las pertenencias de Rooth. Si en un principio le había dado curiosidad, ahora, la consumía; mas, la llave yacía en algún abismo del mar junto al cuerpo de Rooth; y allí no tenía ningún elemento como para forzarlo. Lo observó por un momento, luego, dejando el libro de notas sobre el lecho, se dirigió hacia él, tomándolo entre sus manos y lo estudió; tenía que ser una ganzúa pequeña... o un cuchillo de punta aguda.
"The Legacy" seguía en mares franceses. Jacqueline salió a cubierta, miró a su alrededor; todo parecía tranquilo aunque, era consciente de que los había ofendido y que, no obstante, no se lo dijeran, la consideraban algo desagradecida. Mas, ellos tampoco la comprendían, sin embargo, no tenían la culpa de ser hombres, así como tampoco ella de ser mujer... Por allí, divisó a Paul cargando una caja para ponerla sobre un barril, se acercó a él con cierto apocamiento; el francés pareció no advertirla.
—Paul...
—¿Sí? —cuestionó concentrado en abrir la caja con un cincel. Ella apretó los labios.
—¿Me...? ¿Estás muy enfadado?
—¿Debería? —La atisbó; ella lo miró; después, bajó su mirada.
—Yo diría que sí. Sé que soy... insoportable cuando me enojo. —Él se detuvo para verla.
—Te aprecio mucho, pequeña; lo sabes. —Ella lo observó y él sonrió fraternal—. Te perdono. —Jacqueline le correspondió la sonrisa y lo abrazó como solía hacerlo con Joey; el francés lo tomó con naturalidad y le correspondió.
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El Legado del Capitán Rooth
RomanceJacqueline Renoir, es una niña que desconoce sus verdaderos orígenes, no conoce a su madre ni siquiera en alguna pintura y se rumorea que su padre no es tal. Criada entre la indiferencia y el odio, de su padre, el Barón Renoir, y de una sociedad de...