Capítulo 8. La Afrenta

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   Septiembre había llegado a su término cuando desembarcaron en el islote, y "The Legacy" fue sacado del agua para ser carenado, tarea por demás fatigosa, sobre todo, a las altas temperaturas del caribe. Casi todos los hombres llevaban el arduo trabajo, incluyendo al grumete, el cual estaba bañado en sudor ya que sufría como ningún otro debido a su larga melena y el tener que soportar su camisa beige y la fajilla que ocultaba sus senos, que cada vez dejaban de ser menos tenues. De vez en cuando, se detenía para secarse el sudor de la frente o sujetar mejor su espléndida cabellera.

   —¡Diablos! —exclamó por lo bajo, pasando su mano por la nuca, tomó su cabello y lo echó hacia adelante sobre uno de sus hombros. Joey que estaba a su diestra, la observó con disimulo, en tanto, seguía trabajando. Del otro lado, Bret, intercalado entre Terry y el grumete, también lo miró sin comprender al chico.

   —¿Por qué diantre no te quitas la camisa? —Bret inquirió con naturalidad; Joey lo atisbó.

   —¡No! —Jack clamó—. No es eso lo que me molesta.

   —Entonces, corta tu cabello, ya casi tapa tu trasero. —Continuaba sacando algas y pequeños moluscos del casco.

   —Me gusta así.

   —Le gusta verse como una señorita —Terry se mofó y hubo suaves risas. Jack detuvo, por un instante, su labor. ¿Acaso no podía dejarla en paz como ella hacía con él?—. Lo ayuda a fantasear, eso y dejarse la ropa, como una dulce e ilusa doncella a la espera de la atención del capitán —remató ponzoñoso, esta vez, sacando de las casillas a Jack, que se plantó de pie frente al muchacho.

   —¡Ya basta, Terry! ¿No crees que ya estamos grandes para provocar disputas? ¿Acaso, no puedes ignorarme como yo hago contigo?

   —No puedo ignorar que llevamos a un marica a bordo, pues, debemos andarnos cuidando las espaldas. —Lo enfrentó.

   —Terry... me estoy cansando de tus tontas y constantes insinuaciones... que, por otro lado, solo sacan a flote tus falencias, no las mías —dijo controlándose.

   —¡Pero, mírate, Jack! ¡Solo mírate... tan modosito y atento que das asco, y con esa melosa vocecita! —habló despectivo.

   —¿Se puede saber qué rayos te importa?

   —Eres un farsante, Jack. Solo juegas al marinerito arrojado, pero, no dejas de ser petulante y... desviado. —De todas las palabras, la primera fue la que más la hirió—. ¿Qué sucede, Jack? ¿Es muy dura la realidad? —Siguió atormentándolo al ver que no reaccionaba—. ¿Dime, quién te gusta más? —El rostro de Jacqueline permanecía tieso observando los pies de Terry—. ¿Te quedas mudo? A deducir por tus desmedidos esfuerzos, diría que te resulta atractivo el capitán. Debe serte muy penoso que él sea bien macho.

   Joey iba a intervenir, mas, Paul lo detuvo; pues, si quería que Jack fuera fuerte y respetado, debía enfrentar lo que se le presentase. Por otra parte, él mismo estaba cansado de oír los comentarios, mas, solo Jack debía solucionarlo, ya tenía edad suficiente, así como Terry tenía años para comportarse como un hombre. Jack miró con furia los ojos del pelirrojo.

   A la altura de los hechos, todos aguardaban una afrenta, inclusive, los hombres que permanecían dentro de la nave, entre ellos, el maestre y el mismísimo capitán, que solo deseaba que Jack le diera la razón a él y demostrara que era tan hombre como el que más. Jacqueline analizó la situación, sabía que debía actuar y defender su honor como Jack, no deseaba ser rechazada o, peor aún, descubierta y tratada como una víctima femenina más. Por otro lado, si bien Terry no era un hombre robusto, era mucho más alto que ella y se sumaba la desventaja que, por más que entrenara y fuera más ruda que cualquier mujer, solo era eso, una mujer que ni siquiera había llegado a la madurez. Joey estaba más que amargado, su Jack, su valiente e inocente niña... En definitiva, Jack había decidido, su furiosa mirada pasó a ser dos trozos de hielo negro. Terry sonreía con malicia, Jack no dejaba de verle con aspereza.

El Legado del Capitán RoothDonde viven las historias. Descúbrelo ahora