Capítulo 13. El Secreto

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   Otra vez, "The Legacy" era carenado con trabajo en conjunto y, otra vez, Jack parecía preferir morir de sofocamiento antes de que, trabajar con el torso desnudo como el resto. Y como siempre, alguien se metía en algo que ella consideraba pura y exclusivamente suyo y, como en los viejos tiempos, aunque, ya no con malas intenciones, Terry era el que acostumbraba a entrometerse y, como si fuera poco, los capitanes habían "decidido descansar" en la orilla.

   —Oye, Jack. ¿No te mueres de calor?

   —No, Terry.

   —¿Pero, para qué demonios quieres sudar como loco?

   —Para evitar mojarme, ¿entiendes? Me baño con el sudor y me ahorro de bañarme después —evadió con gracia y el resto rió haciendo bromas al respecto.

   —¡Oye, Jack; espero que, por lo menos, te higienices antes de ir a la otra isla! —Roger le gritó.

   —¡Lo mismo va para ti, Roger! ¡Y para el resto también! ¡Por lo menos, yo soy sincero! —Y se echaron a reír, mientras tanto, en la orilla...

   —¿Te das cuenta? ¿No sería lógico que se quitara la maldita camisa?

   —Pues, sí. Si mal no recuerdo, este es el tercer año que hace lo mismo. —Blaze alegó a Jones.

  —Toda una curiosidad, ¿no crees? Y si me dejara llevar por mi indiscreción, se la arrancaría, ahora mismo, para resolver la incógnita, pero, así es más divertido y, en caso de equivocarme, prolongo la vida de Jack.

   —¿Erick, en verdad piensas matarlo si es amujerado?

   —¿Pues, qué otra queda?

   —Bueno... la idea que tenías antes, dejarlo en Francia; después de todo, es un noble y único heredero. Apuesto a que sería bien recibido. —Lo atisbó.

   —¿Tienes idea del escándalo que puede hacer el mocoso ese si lo dejamos vivo? Hace cinco años que está con nosotros; prácticamente, no hay cosa que no sepa.

   —Sí; sé que es muy arriesgado... Pero, solo es un muchachito, si lo es, y... no lo traje precisamente para, luego, tirarlo por la borda.

   —A mí tampoco me parece agradable, mas, cuando la situación lo requiere, hay que deshacerse de todo sentimiento y remordimiento.

   —Si lo convenciera... —Exhaló—. Olvida el tema, ya veremos.


   Dos días después, el barco estaba otra vez en condiciones para volver a navegar. Jacqueline no podía creer qué eficacia y entusiasmo ponían en el trabajo solo para ir a la taberna. ¿Los nobles serían también así de lujuriosos? A ella, por el contrario, toda aquella cuestión le parecía mundana y repulsiva; en cambio, con Paul y Cristine la situación era distinta, lo advertía al verlos besarse o mimarse, tan diferente a los otros y, supuestamente, se trataba de la misma cosa. De alguna manera, envidiaba a esos dos y les deseaba lo mejor del mundo, pues, ella nunca conocería el amor... Y siguió reflexionando sobre su futuro solitario y eterno, echada de espaldas en la arena; con las piernas estiradas una sobre otra y sus brazos cruzados bajo su cabeza; en la boca, mordisqueaba una varilla.

   El señor Jones volvía a la carga a pesar de las súplicas de Janick; el descubrir a Jack solo y meditabundo, le resultaba toda una tentación para sus ansias de pistas y Blaze era arrastrado por temor a lo que fuera a decir y no podía negar que había cierta intriga propia.

   —Hola, Jack —Erick saludó de pie a su lado.

   —Hola. ¿Ya me halló un quehacer, señor Jones? —indagó, en tanto, Erick dio un paso por encima de su cuerpo para echarse él mismo al otro lado.

El Legado del Capitán RoothDonde viven las historias. Descúbrelo ahora