12. Prométeme

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Me sentí rota por los siguientes días, como si mi corazón hubiese sido roto en dos y colgase junto por una cuerda tan delgada que se podría romper en cualquier momento. Odiaba ser separada por algo tan estúpido como esta grieta entre Archie y Jughead. Mis ojos escaneaban los pasillos, buscando a Jughead, rezando porque estuviese parado a un lado de su casillero o escondiéndose en la biblioteca, pero no lo había visto desde esa noche fuera de la casa de Archie. Despreciaba el modo en el que él pensaba que había elegido a Archie por encima de él, como si alguna vez hubiese habido una competencia.

Me di cuenta que algunos chicos eran aún más tontos que las chicas, en pensar que mi lealtad necesitaba ser dividida. Jughead no entendía por qué me había puesto del lado de Archie esa noche y declaré que no diría una palabra respecto a lo que había visto cerca del río. Él era el chico cegado por el rechazo y todo era mi culpa. Él se había sentido diminuto mientras juntaba la verdadera historia de yo estando lejos, y como Archie sabía pero él no. Ahora, ese sentimiento de ser elegido de último lo estaba consumiendo, cuando yo había elegido proteger a Archie. Era mi culpa porque yo nunca le había dicho por qué había una lealtad tan feroz hacia Archie Andrews bombeando a través de mis venas, y ni siquiera había una buena razón del por qué. Quizás porque sabía en el fondo, que Jughead solo escucharía y aceptaría toda la culpa que se había anidado en mi corazón y me aseguraría que yo no estaba tan rota, que no necesitaba ser reparada. Quizás es por eso que no le dije sobre esa noche, porque no quería que él me amara y me dijera que no era mi culpa. Quizás no le dije porque pensaba que merecía estar rota y débil por lo que había pasado.

Quizás, o quizás no. Quizás no era más que una cobarde, sabiendo que Jughead me miraría con tanta tristeza en sus ojos y yo sabría, en ese preciso momento, que el único chico que me podría salvar me estaba juzgando sin que lo supiese.

El último timbre de la tarde había sonado a través de los pasillos, y me encontré a mí misma empujando mi camino entre los futbolistas y marginados, dirigiéndome hacia mi casillero cuando lo noté. Estaba sentado en uno de los tantos asientos vacíos del aula de clases. Caminé hacia la puerta, asomándome por la ventana para encontrar el aula completamente vacía aparte de él. Sin dudarlo, abrí la puerta, la pesada cosa chillando en sus bisagras. Su cabeza se levantó, ojos oscuros cayendo sobre mí. Jughead no dijo una sola palabra, solo volvió a apuntar el final de sus notas de la clase. La puerta se cerró de golpe detrás de mí y me paré con mi espalda presionada contra ella, abrazando mis libros contra mi pecho.

—Jug, lo siento —mi voz sonaba tan débil y diminuta. Solía ser demasiado segura, como si nadie me pudiera tocar pero ahora, todo se me había venido encima. Ni siquiera podía ver a uno de mis mejores amigos sin sentir como si lo hubiese decepcionado, de nuevo.

Jughead mantuvo sus ojos en su página de notas, su bolígrafo escribiendo palabras. —No necesitas disculparte.

Una vez, fui una chica que nunca se arrepentía de nada. Nunca sentía la necesidad de disculparme por las cosas que había hecho. Ahora estaba llena de nada más que arrepentimiento. —Siento como si debería hacerlo, sin embargo —empecé quedamente—. No quiero que pienses que escogí a Archie por encima de ti, porque no lo hice.

—Pero lo hiciste —Jughead levantó la mirada, su rostro en blanco—. No debería estar sorprendido, no es la primera vez que soy puesto en segundo lugar por debajo de Archie, y estoy seguro de que no será la última.

Ahí estaba, el miedo subyacente de no ser más que el compañero marginado de Archie. De niños, solíamos jugar a los superhéroes, corriendo alrededor del patio de juegos y fingiendo que podíamos volar. Archie siempre era el brillante héroe, Jughead cayendo en línea a ser su compañero. Betty era la damisela de bonitos ojos mientras yo tendía a ser la malvada villana. Parecía que los roles que interpretábamos de niños, reflejaban de algún modo la realidad.

Suspiré, dejando que sus palabras se asentaran. —No eres el segundo mejor.

—Mira, no quiero discutir contigo, Lottie —Jughead empezó a empacar sus cuadernos y libros, alistándose para huir de la conversación conmigo—. Lo que sea que esté sucediendo contigo y Archie, no es de me incumbencia.

Él se movió hacia mí, esperando que yo me hiciera a un lado y dejarlo pasar por la puerta. No me moví, ni siquiera parpadeé. —No escogí a Archie sobre ti, ¿vale? Sé que parece que así es, pero él es mi amigo y tú también. No voy a ser la chica que se mete en medio de alguna exposición de testosterona —le dije de mala gana, esa vieja perra fría deslizándose a través de mis palabras.

Ese arranque lo sorprendió, algo parpadeando en sus ojos oscuros. Dejé que mi cabeza se inclinara a un lado, viendo como una leve sonrisa tiraba de sus labios. —Mantenme fuera de tu argumento o pelea, lo que sea que tengas con Archie, porque no estoy involucrada directamente.

Jughead suspiró. —Eso no es necesariamente cierto.

Esas palabras me atraparon desprevenida, mis ojos abriéndose mucho. —¿Qué se supone que significa eso?

No sabía lo que había pasado entre ambos chicos, pero asumía que había sucedido mientras yo no estaba. Pensé que quizás solo se habían separado, algo que tiende a pasar mientras crecemos, pero aparentemente ese no había sido el caso.

—Nada —él ya estaba retrocediendo del tema—. Sólo olvídalo.

Todo dentro de mí me decía que no me olvidara de ello y preguntara de nuevo, y que siguiera preguntando hasta que la verdad fuera arrastrada hasta la luz, pero por ahora, lo dejé pasar. Lo empujé juguetonamente con mi palma, mirándolo. —Si prometes dejar lo que sea que esto es.

—Vale, de acuerdo —asintió—. Voy a la sala de estudiantes un rato, ¿quieres venir?

Había pensado en solo ir a casa, queriendo nada más que un baño caliente de burbujas para olvidar el día, pero pasar la tarde con Jughead parecía una muy buena idea también. Me hice a un lado con una sonrisa, el umbral de la puerta despejado ahora. Su mano fue hasta el pomo, pero con un toque de la mía n la suya, él se detuvo. —Nunca pienses que eres el segundo mejor después de Archie, ¿vale? Porque esa es una mentira.

Su mirada estaba firme en nuestra piel tocándose y por un segundo, yo no podía averiguar lo que estaba pasando por su mente. Entonces sus ojos se estaban levantando, viendo mi rostro. El momento estaba congelado. —Vale, pero debes prometer que jamás lo elegirás de nuevo.

No respondí, mi garganta cerrándose por el mero pensamiento. Su mano se deslizó fuera de la mía demasiado rápido, haciéndome preguntar si nos habíamos tocado en absoluto. Sin hablar, salimos hasta el pasillo e hicimos nuestro camino hacia la sala de estudiantes.

FALSE ALARM ° JUGHEAD JONES (ESPAÑOL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora