FALSE ALARM ° JUGHEAD JONES (ESPAÑOL)

32. Ira furiosa

La escuela se sentía mundana el día siguiente mientras el rumor corría por la escuela de que FP Jones había asesinado a Jason Blossom. Y aunque seguíamos teniendo nuestra teoría, que estaba siendo incriminado, el pueblo se estaba tragando las noticias algo ingenuamente. Nadie había cuestionado el motivo subyacente de FP Jones, pero con una confesión no podíamos hacer cambiar de opinión a nadie porque hey, éramos solo niños.

En el almuerzo mi tenedor jugaba en mi plato de comida, una ensalada fría que estaba muy seca y era desagradable. Veronica estaba hablando sobre su teoría, la cual consistía en que quizás su padre había contratado a otra serpiente para dejar el arma en el tráiler de FP, pero yo apenas y prestaba atención. Mi mirada estaba concentrada en la bonita pelirroja que se estaba robando toda la atención. Cheryl Blossom y su familia habían encontrado algo de paz con respecto a la muerte de Jason y en el fondo, estaba celosa. Había una fea ira en mi corazón con la simple idea de que la familia Blossom pudiera seguir con sus vidas, tener la paz que querían, cuando mi propia familia no podía.

A pesar de mis amigos a mi alrededor, me sentía de algún modo sola sin Jughead hoy, quien tuvo la inteligente idea de no venir a clases. Con más chismes, Kevin se tumbó en el asiento libre a mi lado, pasándome un muffin. Le envié una sonrisa de agradecimiento, él me conocía mejor de lo que yo me conocía a mí misma hoy. —Kevin, sé que tu padre está haciendo su trabajo, pero FP no mató a Jason —Betty estaba diciendo quedamente, pasando las páginas del periódico local donde la noticia estaba impresa para que todos pudieran verla—. Él debe estar protegiendo a alguien. Mi madre los vio a él y Joaquin juntos, quizás...-

—No metas a Joaquin en esto —Kevin le habló de mala manera, una recién encontrada ira llameando en sus ojos. Sé que no era fácil ser el hijo del Sheriff, especialmente en este grupo de amigos hoy, y Kevin tenía el derecho de estallar—. Él no es parte de esto, ¿vale?

Betty retrocedió, sus ojos cayendo hasta su regazo. Antes de que cualquiera de nosotros pudiera decir otra palabra, quizás intentar llenar el vacío, voces sonaron en la espaciosa cafetería. Mi atención fue desde mi muffin hasta Jughead, caminando entre las mesas. Pasó a nuestro lado sin decir palabra, sin mirarnos, y fue directo con Cheryl Blossom. Archie ya me estaba enviando una mirada alarmada, quizás esperando que yo tuviera respuestas sobre el por qué él estaba aquí hoy y por qué pensaba que hablar con Cheryl sería una buena idea.

Miramos en silencio y ligero horror, mientras Jughead se acercaba a la Reina Abeja. Su rostro estaba impasible, sin emociones escapándose. Había oscuras ojeras bajo sus ojos, ya que no había pegado un ojo en toda la noche. —Lo siento, Cheryl —las palabras eran un susurro fantasmal, pero todos y cada uno de los estudiantes lo oyeron.

De repente, Cheryl se le fue encima. Una de sus manos abofeteó a Jughead, el sonido haciendo eco. Ya estaba sobre mis pies, Archie siguiéndome. Cheryl estaba atacando a Jughead, sus manos volando al pecho de él con lágrimas en los ojos, y Jughead lo aceptó sin cuestionar. Los gritos se hicieron escuchar en la cafetería mientras Archie alejaba a la furiosa pelirroja de su amigo, ella luchando entre sus brazos. Me acerqué a Jughead, girando su rostro para ver la marca roja que quedó en su pálida piel. El director Weatherbee ya estaba marchando hacia nosotros antes de que siquiera pudiera abrir la boca. —Señor Jones, tiene que venir conmigo ahora mismo.

—¡Estaba tratando de disculparse, él no hizo nada malo! —Archie estaba diciendo mientras Cheryl se sacudía fuera de su agarre, dirigiéndose a la salida más cercana. Jughead se escabulló de mi agarre, siguiendo instrucciones sin siquiera parpadear.

Viéndolo marcharse, tan roto y herido, desgarró mi propio corazón. Sin pensarlo, estaba girando sobre mis talones y dirigiéndome hacia la salida, siguiendo a la mismísima Cheryl Blossom. Betty ya me estaba preguntando a dónde iba pero no respondí, demasiado concentrada en lo que necesitaba decir, lo que necesitaba sacarme del pecho.