33. Pecados de un padre

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Gruesas gotas impactaron contra la ventana, el cielo abriéndose. Había una sensación horrible en la boca de mi estómago mientras estaba sentada en el asiento del pasajero, mi madre sentada a mi lado, sus manos tomando el volante mientras sus nudillos se volvían blancos. Miré el edificio frente a nosotras, demasiadas emociones mezcladas pasando por mi mente. Le había prometido a mi madre tiempo, tiempo para avanzar de nuestro pasado y para abrirme con respecto a todo. En toda mi vida, nunca había estado dispuesta a hablar sobre mis sentimientos y después de Rose, me había adentrado más en ese escudo. Hablar no era algo que me gustaba hacer, traía a flote viejas heridas y ese dolor empujaba muy dentro de mí, se liberaba y de pronto, dolía aún más hablar en voz alta.

—¿Sesiones de terapia grupales? —Solté quedamente, ni siquiera mirando a mi madre. No podía creer que me había arrastrado lejos de la escuela, lejos de mis amigos quienes estaban ocupados intentando resolver un asesinato y liberar a FP Jones. Debería estar ayudándolos, pero estaba dentro de un coche mal ventilado con mi querida madre, parloteando sobre querer que entrara a ese edificio, unirme a un pequeño grupo de extraños y desnudar mi alma.

Mi madre se movió en su asiento, sus dedos tocando el collar de perlas que colgaba de su cuello. Era un hábito nervioso y sabía que ella también estaba nerviosa respecto a esto, al menos yo no era la única. Por semanas había hecho su mejor intento de darme espacio, que avanzara con pasos de bebé. Nada de ese espacio o pasos de bebé habían funcionado muy bien para ser honesta y últimamente, la oscuridad dentro de mí solo había crecido. —Sé que no es algo que te agrade, cariño —empezó suavemente—. Sé que no te gusta hablar de lo que sucedió, pero el terapeuta de Connecticut sugirió hablar con otros que tengan problemas similares pues puede ayudar con el proceso. Es un lugar seguro para hablar, para escuchar a otros y... no te abrirás conmigo y entiendo que eso es difícil para ti. Pero quizás, las terapias no son una idea tan mala de nuevo.

Había ido a terapia cuando estaba en Connecticut, y hablar con alguien a quien se le pagaba para escuchar era más difícil de lo que uno podría esperar. Abrirme sobre esa noche era algo que no disfrutaba, por razones obvias. Pero había fingido estar bien por demasiado tiempo. Le había prometido que con tiempo, me abriría y las cosas mejorarían. Pero hacer eso por mi cuenta era difícil. —Vale —en ese momento, me di cuenta que más que nada, quería estar mejor. No quería olvidar lo que había pasado, pero quería avanzar para que ese dolor finalmente parara. No sabía cómo hacer eso, pero quizás esto ayudaría.

Algo parpadeó en los ojos de mi madre, quizás era esperanza. —¿Puedo esperar en el coche, si quieres? Tengo que ponerme al día con mis lecturas.

Mi mano estaba en la puerta del coche, empujando la pesada puerta y dejando que gotas de lluvia tocaran mi cabeza y hombros. Los nervios burbujearon en mi interior pero era algo que tenía que hacer, algo que quería hacer. Había estado huyendo del pasado, la culpa y el dolor por demasiado tiempo. Esta era mi oportunidad y para ser honesta, sentía que Rose lo hubiera querido. —Eso sería genial, gracias —mi abrigo estaba mojado con gotas de lluvia, pero antes de cerrar la puerta y entrar, miré a mi madre—. Te amo, mamá.

Las lágrimas brillaron en sus ojos y de pronto, me di cuenta de lo mucho que me había perdido en mi vida porque no podía soltar los fantasmas que me perseguían. Tenía a tantas personas que me amaban, que querían que avanzara para mejor. Quizás ya era momento de aceptar lo que se había convertido en mi vida, y que Rose ya no estaba viva. Mi hermana era amable, llena de alegría y siempre quiso lo mejor para mí. Había estado equivocada al aferrarme a su fantasma por demasiado tiempo, y al miedo de que ella me odiara por lo que había sucedido. Rose era indulgente, como nuestra madre. Ella no querría que yo fuera de este modo, llena de odio y culpa. No querría verme cayendo en la oscuridad. —También te amo.

A pesar de todo lo que sucedía en mi vida ahora mismo, este era el mejor paso en la dirección correcta. Tenía que avanzar, sin importar lo duro que eso fuera. Con el amor de mi familia y amigos, honraría a Rose al no dejar que esa oscuridad robara mi propia vida.


...


Era tarde cuando llegué a casa de Archie esa noche. Mi sesión de terapia en grupo había sido difícil, más emociones saliendo de mi propio corazón al oír a extraños discutir sobre sus propios demonios. Con lágrimas secas en mis mejillas, pensé que venir a ver los rostros sonrientes de mis amigos ayudaría a calmar el dolor, pero los encontré reunidos en el garaje, algo extraño llenando el aire.

—Vale, he estado fuera por una tarde, ¿y de pronto todo está diferente? —Hablé quedamente, despojándome de mi abrigo mientras veía a Jughead. Todos estaban demasiado callados y de repente, la duda estaba creciendo en mi pecho. Tomando asiento a su lado, mi mano cayendo en la suya, solté un suspiro—. ¿Qué sucede?

Kevin se tensó, mirándome. —Joaquin nos ayudó a rastrear un amigo de FP, otra serpiente. Fue encontrado muerto en un hotel de mala muerte —mis ojos se ensancharon por la nueva información. Había sucedido mucho en cuestión de horas, y era la única del lugar que no estaba al tanto—. También había un bolso con dinero, pero se pone peor.

Veronica se levantó de su asiento, alisando su falda con las manos. —Mi madre está fuera del asunto, junto con Hal, al menos —empezó lentamente y se giró para ver a Betty, quien estaba viendo una chaqueta del equipo de los Bulldogs, yaciendo en la mesa para café—. Con la nueva pista de Joaquin, Betty y Jug encontraron la chaqueta de Jason que FP desapareció.

Mis ojos bajaron hacia la chaqueta amarilla y azul. —¿Qué tiene que ver la chaqueta de Jason con nada? —Pregunté con el ceño fruncido—. No ayuda realmente. Si algo, mantiene a FP encerrado por más tiempo. Prueba que de algún modo, es culpable.

Nadie tenía verdaderas respuestas, solo una chaqueta que pertenecía a un niño muerto y una teoría de que el padre de Veronica, Hiram Lodge estaba detrás del asunto. —No, no podemos solo rendirnos de este modo —Betty anunció, tomando la chaqueta y poniéndola sobre los hombros de Archie. A él no le gustaba la idea, pero lo soportó con una mueca.

Miramos a Archie, nada nuevo salía a la luz. Betty empezó a tantear la chaqueta, más que determinada a encontrar la pieza faltante. —Hay un hoyo en el bolsillo —finalmente murmuró.

—Vale, ahora mismo no estamos llegando a nada —Kevin se burló ruidosamente.

Betty negó con la cabeza en respuesta, su cola de caballo rubia meneándose con el movimiento. —No, claro que no. No sé sobre ustedes, chicos, pero cuando yo tengo un hoyo en la chaqueta de mi bolsillo, siempre pierdo mi brillo labial las costuras —siguió tocando las costuras por un momento más antes de revelar un USB diminuto que había caído del bolsillo de la chaqueta.

—Nancy Drew ataca de nuevo —Kevin sonrió.

Nos amontonamos frente a la computadora de Archie, viendo la pantalla. Había un extraño ambiente de nervios en la atmósfera a nuestro alrededor. Prácticamente podía sentir el pavor irradiar de Veronica en ondas, el miedo de que su padre tuviera algo que ver con este asesinato. Jughead estaba sentado a mi lado y vi su mandíbula tensarse con ansiedad. Lenta y silenciosamente, miramos la grabación de seguridad en el sótano del bar White Wrym. Mostraba a Jason Blossom atado a una silla, una Serpiente burlándose de él. Después mostró a Clifford Blossom con una pistola en la mano. Un jadeo sonó del grupo cuando el arma se disparó, el cuerpo de Jason flácido y muerto. Salté en mi silla con el sonido, oyendo mientras Veronica lloraba en silencio a mi lado.

Un hijo muerto. El pecado de un padre. El misterio de un asesinato finalmente resuelto.

Pero la historia no acababa. Aún no.

FALSE ALARM ° JUGHEAD JONES (ESPAÑOL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora