Antes...
–¡¡No, por favor no!! – tan típico, vaya manera de desperdiciar unas últimas palabras. ¿De qué pensaban las personas que serviría suplicar en los últimos momentos? ¿Creían que iba a arrepentirse? Qué patético era suplicar por vivir ¿No era mucho mejor morir con honor? Se rascó la nuca y miró al cielo, pero solo terminó resoplando y sonriendo con suficiencia. Allí no había respuestas para nadie.
–Es solo un espacio ¿No crees? – le habló a su víctima, mientras picaba su dedo con la punta de un cuchillo. –Afilado – Se dijo así mismo absorto, ahora, en el dulce filo metálico.
–¿Qué? – Le respondió el hombre que tenía frente a él con la voz temblorosa – S- Si lo es, es lo que dices – Era obvio que no sabía de qué estaba hablando, ya que sus ojos solo estaban fijos en el cuchillo que tenía en su mano izquierda. Levantó los hombros de manera que dejó el asunto de lado, ya no importaba, había llegado el momento de terminar todo y volver a casa.
Se relamió los labios, para luego morderlos y observar por última vez a quien tenía enfrente. Ensanchó su sonrisa, y Carlos, - ¿O era Claudio? - su nombre ya no importaba, comenzó a gritar como un cerdo en el matadero. Él lo supo, supo que estos eran sus últimos respiros. Lo tuvo que haber visto en su rostro, estaba excitado, sediento de poder. Necesitaba esto con todas sus fuerzas, la sumisión de sus presas, los vanos intentos de jugar con su mente para hacerlo desistir, todo eso lo llenaba. Lo hacía sentir de una manera única, la sensación se extendía por todo su cuerpo, podía sentir la adrenalina correr en sus venas, podía sentirlo todo. Por unos segundos, mientras hundía el cuchillo en el cuerpo de sus víctimas, todo era... era perfecto. Todo se sentía por fin en su lugar. Y luego, cuando la vida por fin se iba de sus ojos, el vacío volvía a él, y de nuevo estaba solo en su retorcido mundo.
–I go crazy, crazy, baby, I go crazy. You turn it on – Comenzó a cantar suavemente, mientras se sentaba a horcajadillas del señor C, quien estaba atado a una de sus sillas de juego, la melodía resonaba en su cabeza evitando así escuchar los gritos que cada vez eran más agudos y fuertes – Shhh cariño – Le dijo mientras se llevaba un dedo a los labios y repetía el sonido – Shhh, no tiene sentido gritar – y lanzó un fuerte "Wuju" al aire para demostrarlo. Podía ver el terror cada vez más profundo en las pupilas del pobre desgraciado que se había cruzado en su camino – ¿Ves? Nadie va a oírnos – agarró su rostro con ambas manos y se acercó lo suficiente para pasar la lengua por su mejilla, y luego comenzó a reír como un loco – ¡Ay! No sabes cuánto amo reír – su presa ya no parecía tener ánimos de gritar, puesto que solo comenzó a llorar – Then you're gone – Siguió con su canción preferida, y comenzó a hundir lentamente el cuchillo en su estómago, siempre mirándolo fijamente a los ojos, sin siquiera pestañear, con la sonrisa marcada en los labios – Yeah, you drive me crazy, crazy, crazy, for you baby – Y de nuevo ahí estaba su felicidad, parpadeando ante él hasta extinguirse tan rápido como había llegado – What can I do, honey – Se levantó de su sitio, removió el cuchillo y lo arrojó al suelo – I feel like the color blue – Metió uno de sus dedos en la herida y luego caminó hasta el único otro objeto que formaba parte del mobiliario del lugar. Sobre la gran mesa café, había un cuaderno abierto en la página 47, apoyó el dedo, y marcó con sangre una pequeña huella en la página ya amarillenta.
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Múltiple [Suspendida indefinidamente]
Misterio / SuspensoAmable. Atento. Calculador. Despiadado. Psicópata. Me han catalogado de tantas maneras que ya no se quien soy. Tengo tantos nombres que nadie sabe cuál es el verdadero. Mi expediente policial dice que es Ángel, pero ese es un secreto que nadie puede...