·Capítulo 37 : Liberar·

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<Anastasia>

¡Todo esta bien Anastasia! .. nada en tu mundo se va a desmoronar porque Grey te haya besado, pero no siento lo mismo por dentro, eso es una frase repetida mentalmente no es realmente lo que siento por dentro, no es nada de lo que mi alma transmite. 

No es confianza, no es seguridad, no es control .. es mas bien algo como incierto .. riesgoso. 

Ese sentimiento de culpa vuelve a aparecer .. pero  ¿por qué? 

Si tengo toda la libertad de salir con quien quiero, sólo Aris es mi único amante, en secreto, pero lo es. 

Trato de calmar mis nervios, no sé por qué estoy tan alterada por un beso que cualquier me podría dar y no sentiría mas que gusto por follarlo. 

Pero con Grey .. hay algo que no se ver, algo que hace mi cuerpo querer pegarse al suyo todo el tiempo que pueda y en mi mente despertar la curiosidad constante de como será en la cama, comiendo, actuando como el empresario que es, de todas las formas posibles de verlo moverse. 

Es desesperante no saber lo que pasa a tu al rededor y lo peor a ti misma. 

Bajo para salir a la calle necesito un poco de aire fresco, todavía es una tarde preciosa en esta ciudad y yo encerrada. Apenas lo hago veo el puesto de frutas del señor Mario, nos contentamos de vernos el uno al otro, hacía días que no salía de mi casa por el descanso. 

-¡¡Señor Mario!! - corro a abrazarlo como siempre que lo puedo ver. 

Me recibe en brazos mucho mas que ser fuertes. Transmite serenidad, calidez .. no de esa calidez que me molesta tanto a mi, sino de la calidez de un padre o abuelo. 

-¡Anastasia! ¡que bien se te ve! mira tu piel y ojos - es verdad, Fausto y yo empezamos por intentar con sopas, de la misma manera que los batidos pero con un poco de relleno de verduras - ¡pareces una nueva mujer!. 

-¡Es verdad! es que he estado descansando sólo eso, ¿y usted anda bien en todo? - digo mientras ojeo la fruta y el señor Mario prepara una bolsa metiendo un poco de  las frutas de estación, toda tiene buen aroma y color. 

-¡Nada que no se pueda resolver con reuniones en familia los fines de semana! - me pasa una bolsa llena y lo tomo sin entender - ¡ten! es para ti, un regalo de mi parte, no sientas la obligación de pagarme, lo hago porque te veo mas sana niña, desde que te conozco no te veía de esta forma tan viva y con esos ojos precioso que tanto te marcan, quiero que comas todo esto de a poco y la próxima pidas por mas, quien te dice que te vea mucho mas sana que ahora - sonrío rendida a este gesto tan grande de su parte porque me cuida teniendo tan poco que me lo ofrece sin importarle recibir nada a cambio. 

El señor Mario sabe un poco por intuición de que tengo fagobia. No le quiero preocupar hasta con esto pero debe ser obvio en mi. 

-Señor Mario .. ¿como le podré pagar estos gestos tan nobles que tiene conmigo? .. siento que no lo merezco - le digo pero niega tranquilo con la cabeza. 

-¡Lo mereces! siempre eres tan gentil conmigo y tu misma eres la que me compra siempre que vengo a esta zona, incluso conseguiste un permiso al alcalde para que me deje trabajar en esta vereda, al contrario, ¡soy yo el que no tenga con que pagarte tu gratitud! - dejo la bolsa a un lado para abrazarlo. 

Siempre el señor Mario tiene una calma impoluta que me hace recordar al abuelo Leonard, esa calma que cada vez que nos llevaba, a Owen y a mi al jardín lleno de flores silvestres, para contar cuentos nos hacía la tarde llena de emoción y aventuras. 

-¿Sabe que no lo hago por esperar nada a cambio, no? - le digo y asiente - ¡entonces deje de regalarme su mercancía! se quedará pobre si me regala todo - le bromeo un poco para distendernos del momento de emoción. 

·Forbidden Love·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora