I. Duele.

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Me encontraba acostada en mi cama nuevamente. Recién llegando de mi rutina diaria. Llorando en silencio por lo que fué y ya no será. Debido a las dolorosas facciones que mi corazón y yo tuvimos que pasar ya no había vuelto a ser la misma y la verdad me preguntaba si algún día volvería a serlo.

Desde que mi madre murió cuando yo tan solo tenía 10 años llevaba un vació dentro de mi que no podría llenarlo nadie y es que ¿quién puede vivir normal sin su madre? ¡nadie! Ella era mi confidente, mi guardaespaldas, mi cocinera favorita, mi mejor amiga, mi ejemplo a seguir, ella, mi padre y mis dos hermanos eran todo para mí pero cuando se fue, yo simplemente no pude, ni he podido, superarlo y es que es un dolor que nunca se supera, solo debemos aprender a vivir con el y los recuerdos.

Duele: duele no estar con ella, no tenerla cerca, no compartir los momentos importantes de nuestras vidas, cocinar juntas, abrazarla, hasta que no este para regañarte duele y mucho; duele no tener a la familia completa.

Mi papá y mis hermanos siempre intentaron sacarme de mi depresión, planeaban paseos y sorpresas para mí y todo eso se los agradecía, hacían lo mejor que podían y la verdad lo lograban en su momento mas sin embargo al entrar en mi cuarto los recuerdos me invadían y en menos de 5 segundos mi mejillas se empapaban con lágrimas y mi sonrisa desaparecía.

También tenía a Natasha, mi mejor amiga desde bachillerato, no me ha dejado sola hasta ahora, siempre estuvo, y ha estado, para mi en mis peores momentos, intentando formar sonrisas y aliviarme los enormes llantos por la madrugada. Me conocía mejor que nadie, todos mis secretos sólo ella los sabía.

Aún así, no podían entender mi dolor, y no era su culpa que mi personalidad cambiara de repente: era mía, por no aprender a vivir tranquila con lo que la vida me había dejado.

De igual forma, esas personitas me dieron las fuerzas suficientes para seguir, así que cuando cumplí la mayoría de edad y obtuve mi título de bachiller, busque un trabajo para poder costear mis estudios universitarios y ayudar a papá en lo que pudiese aunque fuese poco, él se esforzaba mucho por nosotros y para quitarle un peso de encima -claro que para él no era así- decidí ser más independiente y pagarme mis cosas, mientras él se encargaba de mis hermanos; no tuvo mas remedio que aceptar.

Pero todo cambió y un dolor se hizo presente nuevamente cuando llegó él: Él que se ganó mi corazón y absoluta confianza para luego destruirla , enviándome consigo el sufrimiento y un sentimiento de que tal vez podían volver a hacerme lo mismo, pero, a pesar de todo, yo nunca pude dejar de pensar en él, pero esos recuerdos que me venían a la mente solo me causaban dolor. Intentaba con todas mis fuerzas olvidarlo, dejarlo atrás con todo y sufrimiento pero tristemente tenía un masoquista corazón.

Hasta que...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora