XXII. Porque lo amaba.

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Si, en definitiva, la vida es muy injusta a veces. No podemos esperar que nos sorprenda, porque cuando menos lo esperamos ella misma lo hace, ciertas veces para bien como en otras para mal y esta era una de sus injusticias para mí.
En este momento, me estaba dando una muy mala jugada al ponerme de frente a quien considere una de mis mejores amigas y destrozó un pedazo de mi felicidad. Mis pasos se sentían pesados por la gran emboscada de recuerdos que habían caído sobre mi, cada vez haciendo más lento el recorrido pero con más ganas de salir de ese lugar. Una cita perfecta que al final una sola presencia la había arruinado.

-¡Sam, escúchame por favor! - La oía decir una y otra vez sin dejar de seguirme.

-Sam, no te irás sin escucharme -sentenció, evitando que mis manos viajarán a la manilla de la puerta del auto y logrando que mi sangre comenzara a hervir.

-¿Perdón? -reí sarcásticamente- Te encuentro de casualidad, en un lugar muy lindo y donde estaba teniendo una noche maravillosa, la arruinas y, además de eso, piensas que mereces que me quede a escucharte -podía sentir mi tono de voz muy doloroso, la mano de Ben tratando de alejarme lo aceptaba, sin embargo yo lo impedía, si antes quería marcharme, ahora deseaba que escuchara todo lo que aquel día no pude decir; el problema estaba en que no sabía descifrar si lo doloroso iba para ella o yo me estaba terminando de derrumbar- Dime amiga - dije haciendo entrecomillas con mis manos- ¿qué me quieres decir: qué disfrutaste hacerme daño, -Su mirada cayó al piso y sus manos comenzaron a tocarse nerviosas- que te divertiste al verme con el corazón hecho pedazos, que te satisface haberte metido entre las sábanas de mi novio, que nunca me consideraste tu amiga y por eso hiciste lo que hiciste? Ya todo eso lo sé Rousse, no quiero escucharte, pasó un año entero, un año muy difícil para mí gracias a ti y en ningún momento apareciste para hacer lo que estás intentando ahora.

-Sam por favor, debes escucharme. Tengo que explicarte todo para que puedas entend...

-Entenderte... ¿Crees que pueda entender las razones de por qué una de mis mejores amigas se metió en la cama con mi novio? No Rousse, Ponte en mi lugar y piensa un poco en cómo te hubieses sentido tú de haber sido yo quien te hiciera daño a ti.

-Solo te pido que escuches mi historia, todo lo que tengo que contarte para que así logres al menos entender el por qué. Sé que tienes que cerrar este capítulo que aún sigue invadiéndote, aún cuando estás con alguien más -pude sentir a través del agarre de Ben, como se tensaba ante las palabras -ciertas- de Rousse- Acéptame un café mañana, en tu trabajo o en cualquier sitio de tu preferencia y si luego de hablar no consigues perdonarme entonces daré por fallida la oportunidad de volver acercarme a ti. Porque te extraño como mi amiga Sam, siempre estuviste para mí, aunque tuve que esconderte la verdad y en esa parte de mi vida, siempre estuve sola. -¿La verdad?

-¿La verdad? -pregunté desviando la mirada hacia Marco -mi ex mejor amigo- quien ahora me miraba con desconcierto, seguramente sin saber qué pasaba o pasó entre nosotras y el por qué Rousse estaba intentando disculparse. Ben había soltado mi mano y rodeaba la camioneta para montarse y encenderla. Mi corazón estaba comprimiéndose de nuevo, solo pensaba que la verdad fuese que realmente Erick me estuvo engañando todo el tiempo. No puedo entender el por qué me está doliendo como si estuviera viviendo aquel día de nuevo nada más de pensarlo.

-Si, la verdad. Te veo mañana en tu trabajo a las 3 de la tarde Sam. Sé que a esa hora te encontraré. -asentí y me monte finalmente. Mi mirada había cambiado y mi sonrisa desvanecido. Estaba hecha pedazos nuevamente. Baje la ventana y antes de que Ben avanzará y Rousse se alejara, me atreví a preguntar:

-Rousse, ¿Por qué lo hiciste? -Una lagrima bajo por mi mejilla sin poder evitarlo. Ella volteó, con una mirada triste y con sus mejillas totalmente mojadas respondió:

-Porque lo amaba.

...

-Sam... - habló Ben, con un tono triste pero a la vez frío. Se lo que está pensando, se lo que debe estar sintiendo y tiene toda la razón para hacerlo. Ver a Rousse me ha hecho entender que este capítulo de mi vida aún está muy abierto y por lo tanto Él se siente inseguro con respecto a mis sentimientos y la verdad es que yo tampoco sé que estoy sintiendo.

-No lo sé, no sé que siento Ben. Me gustas... Me gustas mucho, y hoy la cena, nuestra cita, todo fue perfecto pero bastó con verla a ella para saber que esta herida sigue abierta. Perdóname por estropear nuestra noche.

No me miró, no respondió al instante, se encontraba observando fijo el camino y parecía que estaba pensando qué decir, analizando la situación.

-¿Aún lo quieres? Dime si existen dentro de ti sentimientos dirigidos hacia él. -No sabía que responder, no estaba segura, ¿qué estaba pensando mi corazón? ¿Sigue Erick ahí y todo este tiempo he querido ser orgullosa y olcultarlo, o Ben se lo ha ganado? En estos momentos no podía contestarle su pregunta. Necesitaba estar sola.

-No puedo responderte eso Ahorita porque te estaría mintiendo. Justamente ahora, no sé que está sintiendo mi corazón Ben.

-Eso quiere decir que sí puede existir esa posibilidad - dijo firmemente y estacionó el auto frente a mi casa- Sam -me miró- sea cual sea tu decisión, y siempre y cuando escuches a tu corazón, yo voy a aceptarla. Te quiero, y tú felicidad es lo que me importa. -Una pequeña sonrisa se dibujó en mis labios y estos últimos mencionados se dirigieron a los de mi acompañante esta noche para depositarle un beso.

-Mañana mismo, Ben, te diré qué es lo que me hace feliz.

-Estaré esperando -Respondió mientras su mano derecha acariciaba mi mejilla.

Me baje del auto y camine a la puerta, gire para darle una última mirada a Ben, sonreí y entré. Me desplomé y abrace mis rodillas con mis brazos, hundí mi cabeza entre estas y los sollozos  no tardaron en llegar. ¿Por qué Rousse tenía que aparecer ahora y por qué yo tenía que ser tan débil? Si no me afectara tanto lo que pasa en mi alrededor, esto no habría sido así, simplemente le hubiese dicho que no me importaba ya lo que pudiese decirme, que estaba saliendo con alguien y se alejara, que lo que pasó... Pasó y ya no hay vuelta atrás, pero no, soy todo lo contrario: las palabras hacen eco en mi cabeza y ayudan a desvanecerme cuando quieren, la lluvia de emociones me descontrolan y las malas acciones me entristecen; de nuevo me encontraba en aquel oscuro y doloroso pozo en el que mis brazos y piernas no lograban llevarme hasta la salida.

Hasta que...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora